San Martín y una siesta que le costó muy cara

San Martín y una siesta que le costó muy cara

El "Santo" le ganaba bien a Almagro, pero se apagó unos minutos y dejó dos puntos en el camino.

El fútbol no es una ciencia exacta ni mucho menos. Alguna vez Dante Panzeri lo definió como la “dinámica de lo impensando” y vaya razón que tenía.

Está claro que nadie gana un partido antes de jugarlo y el merecimiento tampoco tiene injerencia en el resultado final de un partido.

Así se explica en parte lo que sucedió ayer en el reestreno de San Martín en la Primera Nacional. Es cierto que el balance final expondrá que jugó mejor que Almagro y que mereció algo más que el punto que terminó sumando. Pero cometió un pecado capital en el fútbol: no liquidó el juego, se durmió y le entregó el empate en bandeja a su rival.

Si alguien hubiera visto solamente hasta el minuto 65 diría que el San Martín que terminó 2019 está intacto. Ayer durante ese lapso se vio un equipo que tiene el hambre intacto, que está rápido, lúcido, que puso contra las cuerdas durante varios pasajes del duelo al “Tricolor”, que generó muchas situaciones de gol y que, salvo en un par de ocasiones, casi no pasó sofocones.

Pero así como tuvo la lucidez para armar juego y la fluidez para hacer el correr el balón de un lado al otro, se mostró poco fino en los últimos metros. Luciano Pons falló un par de chances claras para mandar a su equipo en ventaja al descanso; aunque también el “Santo” chocó con las buenas intervenciones de Christian Limousin. Y como si eso fuera poco, también tuvo poca fortuna, porque esos interminables rebotes que se dieron en el área visitante siempre terminaron lejos de alguna pierna salvadora.

Por todo eso, porque la lluvia era cada vez más intensa y porque la ansiedad por el reencuentro era inmensa, La Ciudadela se vino abajo con el 1-0 de Pons, justo en el amanecer del complemento.

La jugada fue perfecta. Ignacio Arce puso un pase de 70 metros, impecable para Gonzalo Rodríguez que tocó al medio y dejó solo al goleador. Luciano hizo todo bien. Giró, se acomodó ante el “1” visitante y tocó suave de zurda.

Daba la sensación que con la ventaja en el saco, el partido iba a ser perfecto para San Martín, acostumbrado a manejar con inteligencia los duelos cuando tenía la ventaja. Encima, ahí nomás tuvo un par de chances para bajarle la persiana al juego. Pero no hubo caso; dejó con vida a un equipo que parecía liquidado.

Almagro se adelantó en el campo sabiendo que no le quedaba otra y recibió dos regalos que le cayeron del cielo. Primero Nicolás Castro, el mejor jugador de la cancha, tuvo que dejar el campo por un dolor en sus intercostales. Y tras cartón, Lucas Diarte perdió una pelota con su equipo adelantado y el “Tricolor” aprovechó eso al máximo. José Méndez puso el 1-1 y el juego cayó en un pozo.

Estaba claro que el desgaste que habían hecho los dirigidos por Favio Orsi y Sergio Gómez durante los primeros 60 minutos, y en un campo pesado por la intensa e imparable lluvia, iba a pasarle factura en caso de tener que ir a buscar el juego sobre el final. Y eso fue lo que sucedió tras el empate.

Las ideas cayeron en un pozo ciego y las piernas no podían reproducir los pedidos que el cerebro y el corazón les enviaban.

El 1-1 dejó un sabor agridulce entre los hinchas que se bancaron estoicamente el mal clima. Pero en el análisis fino dejará dos cosas bien marcadas: por un lado parece que San Martín tiene intacta su idea de juego y el hambre de juego. Pero debe tomar este partido como una enseñanza de cara a las próximas 14 finales.

A la superioridad hay que respaldarla con goles y tratar de achicar al máximo el margen de error. Lo que pasó ayer no debe volverle a suceder si es que quiere llegar al final de la carrera con los brazos en alto.

El clima estaba ideal para dormir una siesta, pero lo malo es que el “Santo” lo hizo en pleno partido y dejó en el camino dos puntos clave. El tiempo dirá si los sufrirá o no.

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