El Xibi Xibi que los tucumanos nos debemos

El Xibi Xibi que los tucumanos nos debemos

Pasó más de medio siglo hasta que consiguieron transformar un basural maloliente en el parque más hermoso de la Argentina.

Salvoconducto de delincuentes que asaltaban y se escondían en los oscuros matorrales, basurales a cielo abierto, aguas servidas y malos olores, asentamientos precarios, crecidas violentas en épocas estivales, escenario de ataques sexuales y venta de drogas… Todo esto era el río Xibi Xibi, al que los jujeños usualmente llaman Río Chico.

El Xibi Xibi tiene unos diez kilómetros de longitud, atraviesa uno de los sectores neurálgicos y más populosos de San Salvador de Jujuy, hasta desembocar en el Río Grande.

A medida que la capital jujeña se fue desarrollando urbanística y demográficamente, el Xibi Xibi fue recibiendo todo el impacto de una ciudad que crecía en desorden y sin planificación, como mencionábamos antes: un extenso basural con malezas, donde la gente más humilde construía casillas que muchas veces eran arrasadas por las crecientes.

De noche, servía de guarida para todo tipo de bandidos y los vecinos evitaban acercarse a esa zona. Los jujeños vivían, literalmente, dándole la espalda al río.

Luego de 50 años de convivir en esta decadencia, los jujeños decidieron que era tiempo de hacer algo y así fue que en 1995 se conformó la Reserva Natural Municipal Xibi Xibi.

Fue apenas un sello, pero el puntapié inicial para poner este problema en la agenda política permanente.

Comenzaron a hacerse algunas mejoras aisladas, limpiezas esporádicas, pero en general fueron más anuncios y promesas de campaña que acciones concretas.

El municipio, con pocos recursos, en general siempre estuvo enfrentado con el gobierno provincial y este, a su vez, a veces contrario o alejado de la administración nacional.

Nada nuevo en este país donde desde los remotos tiempos gobierna una egoísta y mediocre grieta.

Por primera vez, alineados

Veinte años después ocurrió algo inédito en la historia reciente de Jujuy: por primera vez, en 2015, coincidían una administración municipal, provincial y nacional del mismo signo político.

Dicen los jujeños que esta fue la principal razón por la que finalmente y después de tanto tiempo y proyectos presentados se concretó el Parque Lineal Xibi Xibi.

El paseo se inauguró en julio de 2018 y demandó una inversión de casi 190 millones de pesos, unos 12 millones de dólares al momento de la licitación de las obras.

Se elaboró un proyecto de desarrollo sostenible con varios objetivos: crear un parque, reubicar a la gente que vivía en los márgenes, embellecer la ciudad, poner en valor ese sector inmobiliario y generar un cambio positivo en la sociedad.

También se hicieron obras hídricas para evitar inundaciones en verano y el anegamiento del paseo. Se recuperó la cuenca y los márgenes y se forestaron muchas hectáreas.

Con esto se le agregó además una importante cuota de naturaleza y pulmón verde a la ciudad.

“La reserva preserva el ecosistema, contribuyendo a mejorar la calidad del ambiente urbano y la salud de la comunidad, ofrece un espacio de recreación, educación y desarrollo local. El parque nos ofrece puentes peatonales, miradores, ciclovías, espacios con juegos para niños y postas deportivas, a la vez que propicia el contacto con la naturaleza y las actividades recreativas”, explican desde el municipio.

“El sector más emblemático es el anfiteatro de “Las Lavanderas”, escenario de numerosos eventos culturales destinados a todo público”, añaden.

El nombre hace alusión a las históricas lavanderas de ropa de las familias más acaudaladas, que bajaban del centro de la ciudad a lavar y blanquear las sábanas, mientras los niños jugaban en los piletones naturales formados por el río. Así lo describela zamba “Lavanderas del Río Chico”.

Dicen también los jujeños, que este parque es una de las pocas obras públicas que unió a la sociedad y que enorgullece tanto a peronistas como a radicales.

Quizás por eso este parque ya recibió varios premios. Hace un par de semanas fue una vez más distinguido a nivel nacional, en esta ocasión, el Fondo Nacional de las Artes le otorgó el primer premio como el mejor parque de Argentina del 2018-2019.

Para poder concretar este sueño colaboraron, además del municipio, la provincia y la Nación, más de 23 instituciones, centros vecinales, universidades y colegios profesionales.

Parque Salí Salí

Imposible para los tucumanos no sentirnos identificados y a la vez impotentes con este logro de los hermanos jujeños.

Desde hace décadas arrastramos pesadas frustraciones con nuestro ultrajado y abandonado río Salí, al que desde siempre le venimos dando la espalda urbanísticamente, además de contaminando, depredando, erosionando y ocupando irresponsable y peligrosamente.

Existen varios proyectos de recuperación de nuestro emblemático río, más y menos ambiciosos, aunque todos han terminado cajoneados.

Han sucumbido ante los mezquinos intereses del gasto político, ante la mediocridad de las sucesivas administraciones y, más grave aún, ante la malvada desidia del poder, que reside bastante lejos del río, aunque disfruta, se baña y navega en otros hermosos, limpios y lejanos cursos de agua.

“Para empezar a soñar hay que empezar a hacer. Será una obra enorme que no tiene que ser el logro de un gobierno, sino de todos los tucumanos”, prometía el 23 de febrero de 2011 el entonces intendente, Domingo Amaya, durante el multitudinario y glamoroso lanzamiento en un hotel del “Plan maestro para la recuperación y desarrollo de la costanera del río Salí”. Fue el último anuncio entre otros tantos que se hicieron sobre el río.

El plan consistía en revalorizar 14 kilómetros de costa del río Salí, en el tramo comprendido entre los canales Norte y Sur.

Recuperar la cuenca del río y sus márgenes, forestarlos, crear espacios de recreación, culturales y deportivos, polos gastronómicos, e incluso actividades náuticas, si también se reflotaban viejos planes para reponer el brío del curso de las aguas.

Más aire, menos calor, más verde, más trabajo, mejor calidad de vida, una mejor ciudad y con ello mayor autoestima colectiva.

La escala del proyecto tucumano es mayor al del Xibi Xibi, pero la decisión, la voluntad y la visión estratégica son exactamente las mismas.

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