El buen ejemplo de una Navidad solidaria

El buen ejemplo de una Navidad solidaria

A menos de dos semanas de celebrar la Navidad, en Tucumán se reconoce -cada vez con mayor contundencia- la tarea solidaria de aquellos grupos que se dedican a acompañar y asistir a los más necesitados en la tradicional fiesta.

A mediados de diciembre de 2015, un puñado de jóvenes decidió llevar adelante esa idea creativa, innovadora, en beneficio de quienes no querían sentirse solos en Nochebuena. Pensaron que los tucumanos merecían establecer un día de Navidad diferente, y eligieron la plaza Independencia como lugar de reunión. Así, convirtieron el paseo principal de la ciudad en una “casa de todos”, en cuya mesa principal estuviesen a gusto los carentes de compañía y los sin techo, para compartir una cena.

Entonces lanzaron una campaña por las redes sociales, para gestionar donaciones que le permitieran sus propósitos. La respuesta de los tucumanos no se hizo esperar: se sumaron más de 30 voluntarios para organizar la fiesta del 24 a la noche, y en pocos días ya contaban con una lista de más de cien invitados.

Fue una noche inolvidable la inaugural de 2015. Al principio la fiesta estaba diseñada para “los sin techo” pero familias enteras se agregaron. La plaza lucía como un gran salón de fiesta a cielo abierto. Una hilera de 25 tablones con manteles y centros de mesa artesanales se extendía casi de esquina a esquina, frente a la Casa de Gobierno. Las barreras sociales cayeron sin ruido. Sólo importaba estar cerca de alguien, aunque fuera un ilustre desconocido. Luego del brindis llegó más gente y el baile se desató. Algunos calcularon unas 300 personas. Al final todos los invitados se llevaron algo.

Al año siguiente, en 2016, la concurrencia se calculó en unas 800 personas. La tarea ese año fue un poco más pulcra: la difusión fue mayor y durante la semana anterior los voluntarios recorrieron las calles invitando a las personas en situación de calle a sumarse a la fiesta. Lo mismo se hizo en los hogares de ancianos. Y las redes sociales explotaron con invitaciones. A medianoche, todos brindaron y en segundos la multitud se confundió en abrazos que duraron varios minutos. La cumbia explotó en la plaza y todos salieron a bailar: grandes, chicos, jóvenes con abuelas y al revés. Y muchos reían felices, divertidos, en una alegría y un jolgorio que contagió a todos.

En 2017, la fiesta fue organizada por el grupo “Un mundo diferente”, y volvió a repetirse lo del año anterior, pero con más efusividad, y fueron casi 1.200 los que asistieron. Esa noche, monseñor Carlos Sánchez bendijo un árbol de Navidad muy especial: un naranjo de cuyas ramas colgaban cartelitos con los deseos de los tucumanos: paz, amor, dinero, familia, reconciliación, felicidad. Y a medianoche lo mejor: risas, aplausos, lágrimas y muchos abrazos.

El año pasado fue similar. Lo cierto es que en cada fiesta, desde ese 2015, la costumbre de celebrar “Una Navidad diferente” -como pasó a llamarse- no dejó de crecer. Este año la plaza está en remodelación y las mesas se armarán en la calle, frente a la Casa de Gobierno.

Es posible que aquellos primeros jóvenes no tuviesen la menor idea de lo contagioso y productiva que iba a resultar esa expresión de amor al desvalido, a través del tiempo. La siembra ya estaba hecha. El paso de los años fue mostrando los brotes, y ahora la cosecha es cada vez más abundante. Una Nochebuena a la tucumana.

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