Carlos Calvo: tras una creación plástica sin prejuicios y con libertad

Carlos Calvo: tras una creación plástica sin prejuicios y con libertad

Integrante de la Generación del 70, de larga trayectoria, el artista es un animador permanente la vida cultural tucumana.

BARRO Y POBREZA.  Técnica mixta sobre hardboard, obra realizada por Carlos Calvo en el año 2010. BARRO Y POBREZA. Técnica mixta sobre hardboard, obra realizada por Carlos Calvo en el año 2010.

“No sería exagerado afirmar que su vocación ha sido inalterable desde que tuvo un lápiz entre sus dedos. Empeño cromático que no abandonaría sino con una cada vez más comprometida exigencia consigo mismo. Exploró con delicada sensibilidad el arte de la acuarela e hizo lo propio con el óleo y el acrílico, tratando de extraerles su recóndito mensaje… sintetiza la cualidad vocacional, la nobleza creativa y el entusiasmo innovador que, a no dudar, configuran la esencia de un artista plástico cabal”, escribió sobre él el escritor Francisco Juliá. Animador constante de las artes plásticas tucumanas, Carlos Miguel Calvo (1950) vio la luz en Santiago del Estero y se radicó en nuestra ciudad en 1964, donde se formó artísticamente. Integrante de la generación del 70, ha desplegado una intensa actividad creativa y ha llevado adelante trabajos conjuntos con poetas. Hace pocas semanas, mostró sus “Circunstancias” en el Colegio de Escribanos. 

- ¿Cuándo nacieron en tu sensibilidad los primeros acordes plásticos?

- En mi infancia en Santiago, debo decir que, aparte de la influencia de mi padre, que también pintaba, concurría mucho a la casa de Absalón Argañarás, gran paisajista santiagueño, quien vivía al frente de la casa de mi abuela, siendo yo muy amigo de sus hijos, sobre todo de Hugo Argañarás, también artista plástico. Cuando tenía 11 años, representando a mi colegio San José obtuve mi primer premio en dibujo. Recuerdo que participaron todos los establecimientos educativos de Santiago capital. Además por esos años hacía muchos dibujos de historietas creados por mí.

REFLEJOS. Trabajo digital de Calvo que fue realizado en 2016. REFLEJOS. Trabajo digital de Calvo que fue realizado en 2016.

- ¿Cómo fue tu desembarco adolescente en Tucumán? ¿Qué hechos te decidieron a estudiar arte?

- Llegué a Tucumán con 14 años, venía de Buenos Aires donde había concluido el segundo año del secundario. Vivíamos en la casa del abuelo paterno en San Martín 162. Allí, mi papá recibía la visita de sus amigos artistas, tales como Timoteo Navarro, Lobo de la Vega, Santos Legname y Lucrecia Rosenberg, entre otros. Creo que eso fue determinante para que abandonara abogacía y me inscribiera en el Departamento de Artes de la UNT, en escultura.

- ¿Qué recuerdos tienes de tus maestros? ¿Quién te influyó en particular?

- Recuerdo con mucho cariño a mis maestros Fernández Larrinaga, Oscar Nobile y Lucrecia Rosenberg. Las clases de dibujo de Miriam Holgado, Ana Matilde Aybar (Tuca) en grabado, y por supuesto a quienes fueron además grandes amigos, Aurelio Salas y Juan Bautista Gatti y Pedro Molina. Por aquellos años éramos una gran familia. Nunca olvidaré los asados que hacíamos a la noche detrás de los talleres de escultura, especialidad que fue mi primer amor y en la que obtuve todos los premios de los salones de la Peña El Cardón. Admiraba las obras de Nobile en granito reconstituido y en el plano internacional, a Henry Moore. También iba mucho a charlar con Juan Carlos Iramain que vivía a la vuelta de mi casa por la calle Entre Ríos.

- ¿En qué momento la pintura le gana la pulseada a la escultura?

- Cuando regresé a Buenos Aires tuve que dejar un poco esa actividad dado que no tenía espacio físico. Me dediqué de lleno a la pintura y expuse en junio de 1975 en el Museo de Bellas Artes de Bahía Blanca. Por ese mismo año, a fines de octubre, regreso a Tucumán para trabajar en el Consejo Provincial de Difusión Cultural en el área de literatura con las publicaciones de Revista Norte y Textos.

AUTORRETRATO. Una mirada de sí mismo; el trabajo data de este año. AUTORRETRATO. Una mirada de sí mismo; el trabajo data de este año.

- En los años 70 comenzaste a relacionarte con algunos poetas, ¿qué te dejó esa experiencia?

- En los años setenta me relaciono con grandes amigos poetas y escritores. Ilustro publicaciones literarias como Gente que Escribe y Cartón de Poesía. Ilustro trabajos de Alberto Rojas Paz, Carola Briones, Héctor Ivo Marrochi, Eduardo Ramos, Ricardo Calvo, Pedro Herrera, Rodolfo Vargas Aignasse, Héctor Lastra, Roberto Espinosa y Eduardo Posse Cuezzo. También ilustré libros como el Rubaiyat, de Omar Khayyam, La ronda de los días y la sangre, del poeta santiagueño Eduardo Martínez Bertoli.

- Fuiste asiduo concurrente de las reuniones con Aurelio Salas, Gatti y otros, ¿de qué hablaban? ¿Qué te dejaron esos encuentros?

- Las inolvidables reuniones los sábados al mediodía en casa de Aurelio Salas, todavía las extraño. Los concurrentes, tácitamente invitados, llegaban con un pedazo de carne y dos o tres botellas de vino. Los infaltables éramos, además de quien relata, Juan Carlos Madariaga, Lobito de la Vega, el loco Gatti, Juan Monmany, Lomáscolo, “Pito” Pecastaing, Guillo Guerineau, a veces el gallego Ramos Gucemas, Pedro Herrera, Mario Israilev, Michelsen Aráoz y Rogelio Ramos Signes, además del hermano de Aurelio, Miguel. Eran reuniones muy divertidas, la polémica siempre la generaba Gatti, como aquella oportunidad en que les preguntó a todos de qué color era la sombra.

- ¿Qué evolución tuvo tu creación pictórica? ¿Hubo alguna etapa que considerés las más importante o en la que te sentiste mejor expresado?

- Siempre me sentí muy libre para expresarme en distintas técnicas; abracé el expresionismo y la neofiguración. La técnica del óleo con espátula me apasionaba, también la tinta y la acuarela. Hoy, uso mucho la técnica mixta, que asocia varias técnicas en el mismo trabajo.

- ¿Cuáles son los temas que te atraen?

- Me atrae mucho el paisaje y la temática social, la injusticia, la marginalidad, el desamparo, la niñez, están presentes en mi obra como también la figura humana y el desnudo femenino.

- ¿Tenés un estilo propio? ¿Cómo lo definirías?

- Creo que, a través de los años uno va madurando y hace lo que le viene en gana, sin prejuicios, y abarcando todo con mucha libertad, sin ataduras académicas. Admiro a Berni, Soldi, Carlos Alonso, entre los maestros argentinos, y a Picasso, Mondrian y Paul Cézanne.

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