¿Una batalla en 2021?

En 22 días, cuando comience su segundo mandato, en principio empezará también el proceso de entropía, de pérdida de poder de Juan Luis Manzur como gobernador. Los preceptos que rigen en la política contemporánea indican que, sin posibilidades de una nueva reelección para el titular del Poder Ejecutivo, al centro de la escena lo ocupará lo que viene. Al menos, dentro del oficialismo. Como toda regla, puede tener sus excepciones y sus imprevistos. Pero es el panorama que se avizora en las filas justicialistas. ¿Y qué es aquello que viene? ¿Puede ser el propio Manzur? ¿Será Osvaldo Jaldo, que tampoco puede repetir como vicegobernador? A grandes rasgos, en el gobierno aparecen dos alternativas: un transcurrir pacífico, con acuerdos que permitan la subsistencia de la sociedad política que lo encabeza; o un devenir cargado de tensiones, en el que unos y otros acaben en las trincheras, midiendo armas y pujando por cada espacio de poder.

Sólo las próximas elecciones presidenciales -en las que el PJ local tiene puestas todas sus fichas- y el descontento social por la crisis económica generalizada hacen que esta discusión se vea postergada. Pero hay una fecha límite para esa eventual batalla: 2021.

La posibilidad de que Manzur sea convocado a integrar un eventual gabinete de Alberto Fernández en el Gobierno nacional, como anticipó el columnista Juan Manuel Asis en este diario, permitiría que se alivien todas las tensiones. En ese caso, el médico tendría la chance de volver a jugar Champions League -ya conoció esas canchas cuando fue ministro de Salud de Cristina Kirchner, entre 2009 y 2015-. Y, de paso, le cedería terreno al contador, quien siente que está en pleno derecho de presentarse como sucesor de su compañero de fórmula. Jaldo, que tendrá 65 abriles en 2023, ya fue intendente, legislador, ministro, diputado y presidente de la Cámara provincial. Por nada dejará pasar la chance de engrosar su CV político.

De todos modos, y aunque el pase de Manzur a la Nación se produjera, no sería algo que se dé de inmediato. De imponerse Fernández en las presidenciales, asumirá en diciembre, y al tucumano le quedarán dos largos meses y un cierre de ejercicio por delante. Así, al menos el inicio de la carrera natural por la sucesión en el oficialismo es difícil de evitar.

En los últimos cuatro años, casi no trascendieron roces entre los ex ministros alperovichistas. En cambio, en buena parte de las decisiones trascendentales hubo acuerdos entre Manzur y Jaldo. Las designaciones de Daniel Leiva y de Eleonora Rodríguez Campos en la Corte y de Washington Navarro Dávila como ministro de la Defensa tuvieron un claro impulso del jaldismo. La ubicación de los “salibles” en la lista de candidatos a diputado nacional del Frente de Todos, con Mario Leito, Mabel Carrizo (lugar que consiguió “La Cámpora”) y el referente del gremio bancario, Carlos Cisneros, evidencian una marcada preponderancia del manzurismo. Los dos lugares restantes, asignados a Graciela Gutiérrez de Salomón y a Agustín Fernández, están signados por un ADN jaldista. La negociación política que asoma a futuro en la dupla gobernante alcanza a la mesa de autoridades de la Legislatura y al nuevo gabinete del Ejecutivo. Allí se verá a Manzur y a Jaldo en su versión más actualizada. Una suerte de update.

Sólo un intento por modificar la Constitución provincial, único obstáculo legal para que Manzur aspire a un nuevo gobierno, puede romper la sociedad. Y ante ese escenario, la nueva Legislatura -órgano facultado para convocar a una Convención Constituyente- tomará un rol protagónico. Dirigentes que frecuentan a Manzur afirman que no escucharon estas versiones. Pero las nacionales de 2021 serían la ocasión oportuna para, aprovechando la convocatoria a las urnas, habilitar la elección de convencionales. Para ello, por supuesto, se necesitan los votos en el recinto. Sin certezas absolutas respecto de la próxima composición -se habla de al menos tres posibles testimoniales en el oficialismo-, es imposible saber cuantos porotos se anotan uno y otro. El conteo preliminar en el reparto del bloque oficialista, que tendrá 31 bancas propias, arroja un resultado bastante parejo para Manzur y para Jaldo. Así, a la balanza la inclinarían los cuatro alperovichistas, los ocho bussistas y los seis electos por la coalición alfarista-radical. Al fin, los votos minoritarios resultarían decisivos.

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