“Rusia requiere de tiempo para entenderla”

“Rusia requiere de tiempo para entenderla”

Las cúpulas pintadas de San Basilio en la Plaza Roja y el fulgor dorado de las Iglesias del Kremlim reciben al visitante deslumbrado ante tanta belleza. Así, sorprendidos por una visión inesperada de Moscú, conversamos en un hotel centenario con el embajador argentino ante la Federación Rusa. “El alma rusa se arraiga en la historia de Rusia, en las invasiones, en los sufrimientos y desgracias de más de un milenio de historia”, reflexiona.

RICARDO LAGORIO. Una mirada sobre el alma rusa, arraigada en historia, invasiones y sufrimientos. RICARDO LAGORIO. Una mirada sobre el alma rusa, arraigada en historia, invasiones y sufrimientos.
15 Septiembre 2019

Por Cristina Bulacio

Para LA GACETA - Moscú

- La sociedad rusa es una incógnita para el argentino. Lo imaginamos -desde lejos- un país formal, gris, lejano; visitarlo es descubrir otra realidad. ¿Cómo caracterizaría usted al pueblo ruso?

- Quisiera comenzar con una breve digresión. Cuando en 1887, se establecen las relaciones diplomáticas entre la República Argentina y el Imperio Ruso, el presidente Juárez Celman destaca su satisfacción con motivo del “establecimiento de relaciones cordiales entre su país y el inmenso Imperio Ruso”. Nace así una relación que se extiende a todos los dominios -entre 1880 y 1910 arribaron casi 300.00 personas de origen ruso- y fue casi 5% del total de la población argentina. Quiero apropiarme del concepto de inmenso para definir a Rusia: inmensa en geografía, en cultura, en historia, en recursos naturales, en recursos humanos, en afecto. Y esa inmensidad la hace distinta. Rusia no es un país simple al que se conoce rápidamente. Rusia exige ser descubierta, requiere de tiempo y paciencia, para abordarla, entenderla y apreciarla. A Rusia hay que aproximarse a través de tres categorías -historia, geografía y cultura- que desde el año 988, cuando se produce la cristianización de la antigua Rusia por el príncipe Vladímir, han ido alimentando lo que se denomina el alma rusa: aquella de que hablan Dostoievski, Gógol y Tolstói. El alma rusa se arraiga en la historia de Rusia, en las invasiones, en los sufrimientos y desgracias de más de un milenio de historia. Para sobrevivir en estas condiciones y no entregarse y rendirse, el ruso es cauteloso y paciente, pero también temerario y orgulloso. Ingenioso y divertido, la broma rusa suele ser sarcástica y amarga. Y por sobre todo su gran resiliencia, esa inquebrantable capacidad de resistencia y superación fundada en mística y fe. Inmortalizada, entre otros, por la Sinfonía n.º 7 Leningrado de Dmitri Shostakóvich que fue compuesta en 1941, e interpretada el 9 de agosto de 1942 en la propia Leningrado, el día 335 de brutal asedio que duro 867 días.

-Llama la atención que después de tantos años de régimen socialista, de iglesias cerradas, el pueblo ruso sea tan religioso. ¿A su criterio la religión siguió fluyendo como arroyos subterráneos con los que nadie pudo? ¿Hay libertad de culto?

- Ante todo hay que aclarar que la Iglesia Ortodoxa Rusa es una iglesia cristiana autocéfala, cuya cabeza es el Patriarca de Moscú y toda Rusia, actualmente SS Cirilo. En cuanto al fondo del tema, creo que Sarmiento lo dijo: On ne tue point les ideés, lo que sirve de guía para referirme a la vigencia de la Fe y de la religión en Rusia. Históricamente la Iglesia y la Fe ortodoxa forman parte de la identidad nacional rusa y están íntimamente ligadas al Estado, y ello hoy continúa. Fe y espiritualidad arraigada en la esencia del alma rusa; por ello es que Fedor Dostoievski decía que Si Dios no existe, todo está permitido. Una de las formas de entender a Rusia es visitando sus Catedrales, Iglesias y monasterios. Por ellos ha transcurrido la historia del país: los Monasterios de Sergiev Possad, Nueva Jerusalén; las Iglesias del Salvador sobre la Sangre derramada, San Basilio, Nuestra Señora de Kazán y las cuatro catedrales del Kremlin de Moscú- Anunciación, Asunción, Arcángel y Deposición del Manto de la Virgen; catedral de San Pedro y San Pablo en la Fortaleza homónima en San Petersburgo, en donde están enterrados todos los miembros de la dinastía Romanov, incluyendo a Nicolás II y su familia. Hay que señalar que la Federación de Rusia es un estado multi-étnico, cultural y religioso y que si bien la gran mayoría son ortodoxos, existen unos 20 millones de musulmanes, sobre una población de 150 millones de habitantes. Como ejemplo dos -de los 85 sujetos federales del país- son Repúblicas islámicas: Bashkortostán y Tartaristán. En el ámbito religioso hay un punto de confluencia muy importante entre Rusia y Argentina y hasta diría entre Rusia y Tucumán. En 1888, el emperador Alejandro III decide construir una Iglesia Ortodoxa en Buenos Aires. En 1889 se colocó la primera piedra de la iglesia y el 6 de octubre de 1901 el presidente Julio Argentino Roca inaugura la catedral Santísima Trinidad, en el Parque Lezama.

-El visitante se encuentra con ciudades hermosas, muy cuidadas, monumentos e iglesias restauradas por el Estado. ¿Se trata de una política de Estado del actual gobierno?

- Acá nuevamente aparece el carácter ruso. La belleza de sus ciudades y monumentos son legados que son conservados y cuidados. Quizás la ciudad más emblemática en este sentido sea San Petersburgo, construida sobre un pantano. Fundada por el Emperador Pedro I, el Grande, era el resultado de la visión geopolítica del Emperador, pero también respondía a una concepción estética y cultural. No solo se debía transformar a Rusia en una potencia marítima y europea, sino que debía ser uno de los núcleos urbanos más espléndidos y armoniosos de Europa. Pero no es solo San Petersburgo y Moscú; el mundial de fútbol se desarrolló en once ciudades –Ekaterimburgo, Kaliningrado, Kazán, Moscú, Nizhni Nóvgorod, Rostov del Don, San Petersburgo, Samara, Saransk, Sochi y Volgogrado- y permitió apreciar la belleza, orden, limpieza y seguridad que se despliega a lo largo y ancho del país, así como disfrutar de la amabilidad, gentileza y hospitalidad de los rusos. Visitar Moscú de noche impacta por la belleza única de su iluminación, la visión nocturna de San Basilio, la Plaza del Kremlin, el edificio Gum, Bolshoi, la muralla del Kremlin, los puentes sobre el río Moscova, el monasterio de Novodiévitchi, los modernos rascacielos de Moscow City, Parque Gorki, las Siete Hermanas…impacta.

- Desde la calle el turista recoge la impresión de que la mayoría apoya a Putin y su política actual. ¿Es correcta esa impresión?¿La confirmaría?

- Como Embajador argentino ante la Federación de Rusia, no quiero entrar en temas de política interna, simplemente señalar que el presidente Vladimir V. Putin va por su cuarto mandato constitucional (y ha sido Primer Ministro) y que en la última elección democrática y tranparente en el 2018, fue elegido con el 78% de los votos. Y en la actualidad, de acuerdo a estudios de opinión de organizaciones totalmente independientes, el presidente Vladimir V. Putin tiene un índice de aprobación del 65%.

- Asombra el respeto por el pasado. Se ve en los monumentos, en el subterráneo que nadie oculta nada, siguen allí el rostro de Lenin, la hoz y el martillo. ¿Cree usted que es síntoma de madurez –de un pueblo que ha sufrido mucho- conservar la memoria?

- Si, es madurez. Y después de más de mil años y de toda su historia, el pueblo ruso es maduro, no puede no serlo. Nadie puede pelearse con el pasado. El pasado ocurrió y está y estará siempre allí: no como castigo, sino como lección aprendida, para dejar de lado lo negativo, mejorar lo que hay que mejorar y retener lo bueno. Ningún país tiene una historia lineal. Toda nación transitó épocas de crisis y profundos dramas. Al evaluar el pasado debemos tener una mirada contextual; y entiendo que eso es lo que ocurre en Rusia. Todo país tiene sus claroscuros, la madurez y sabiduría está en privilegiar los claros hacia el futuro. Yo estoy destinado en la Federación de Rusia desde el 1 de junio de 2017, y este año por segunda vez participé en el desfile del 9 de mayo, día que conmemora la victoria en la Gran Guerra Patriótica (Segunda Guerra Mundial). Más allá del impresionante desfile militar por lo ceremonioso, marcial y moderno, impactan los símbolos. A las diez de la mañana entra a la Plaza Roja el comandante del desfile a través de la Torre Spasskaya, se persigna y luego comienza la revista militar. Conviven ese día en la Plaza Roja dos símbolos tan distintos como la hoz y el martillo soviético y el águila bicéfala del imperio ruso. En estas imágenes Rusia vive en sus variadas dimensiones y etapas históricas, buscando la integración y sinergia, y tratando de dejar de lado fisuras y diferencias.

(c) LA GACETA

PERFIL

Ricardo Lagorio es licenciado en ciencia política y relaciones internacionales de la UCA. Hizo un doctorado en la Universidad de Nueva York. Como diplomático, tuvo destinos en Naciones Unidas y en la embajada argentina en Washington. Fue jefe de gabinete y subsecretario de política y estrategia del ministerio de Defensa en los 90 y director de planeamiento del Ministerio de Relaciones Exteriores entre 2015 y 2017. En este último año fue designado embajador en Rusia. Entre otras distinciones, recibió un premio Konex.

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