Festival Víctor Jara: canciones vinculadas con el sentir y el hacer

Festival Víctor Jara: canciones vinculadas con el sentir y el hacer

El encuentro internacional de cantautores concluye en el Museo Folklórico.

ANHELO. La chilena Nicole Bunout canta para reconectarse con el alma.  ANHELO. La chilena Nicole Bunout canta para reconectarse con el alma.

El segundo festival de cantautores Víctor Jara concluye esta noche a las 22, en un recital colectivo en el Museo Folklórico (24 de Septiembre 545), donde se mostrarán las distintas vertientes y estilos de la canción de autor, un género cada vez más potente. La agenda anuncia a los bonaerenses Soema Montenegro, Julián Oroz y Cata Raybaud, y a los tucumanos Carlitos Andújar y Flavio Vera, pero seguramente también estarán presentes otros invitados a la fiesta.

Una de ellos es la chilena Nicole Bunout, que en su canto aborda temas mundiales. “Son momentos muy fuertes humanamente, en los que el flagelo del calentamiento global, el separatismo como pulsor del sistema de vida capitalista y un tejido de desequilibrios en el transcurso de la historia, nos están enrostrando la urgencia de tomar conciencia y accionar para pasar de un régimen movido por la codicia a otro del amor y el respeto a la naturaleza y entre nosotros”, sostiene.

La artista destaca que, sin duda, “la música tiene que ver con el anhelo de sembrar un canto que nos reconecte con el sentir, el alma, el encuentro con una mirada más profunda”. “El amor y la humanidad son deberes políticos y humanos. Todo lo que hacemos y somos trae consecuencias”, agrega.

Una canción de Jara, “Luchín”, forma parte de su repertorio, y en mayo la grabó junto al tucumano Juan Quintero. “Me honra participar en un festival que lleve su nombre, me invita a seguir cantando y encarnando en mi voz el sentimiento más honesto y profundo”, afirma la chilena.

El uruguayo Juanma Barrios, en tanto, vincula la figura del cantautor “a los cambios políticos, sociales e incluso tecnológicos”. “Su misión desde siempre es ser el portador de la voz del pueblo, de las personas de a pie, no solo con una canción panfletaria sino incluso en las de amor, con una visión más terrenal de las cosas. Tenemos una obligación moral, porque somos personas privilegiadas, en el sentido de poder dedicarnos a lo que amamos desde donde muchas veces podemos influir o contaminar opiniones. Ello nos lleva a denunciar lo que siente que es injusto y a empatizar con el desfavorecido”, asevera.

El género se caracteriza por la producción independiente, por lo cual los artistas han generado una corriente de apoyo mutuo muy firme. “Con colegas de Uruguay, Argentina, Brasil o Chile, nos sorprendemos de que compartimos las mismas dificultades para llevar adelante nuestros proyectos. De ellas nació el trabajo en red, la autogestión, la búsqueda de canales de comunicación alternativos; por otro lado, las diferencias estéticas y artísticas entre nosotros son tantas como cancionistas habemos y eso es maravilloso. En mi país, al tener un mercado tan pequeño, es indispensable ser creativo para hacer llegar el mensaje al público, proyectarlo y que a la vez sea rentable, más allá de las muchas herramientas que el Estado aporta a los artistas emergentes y además genera ciclos, talleres y festivales. Mi primer disco lo grabé con el apoyo del Fondo Nacional de Música, que evalúa cientos de proyectos al año; los elegidos reciben también ayuda para la compra de equipos e instrumentos”, señala.

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