Cartas de lectores
08 Septiembre 2019

Docentes

Banalizar la tragedia de la muerte como lo hace Pedro Verasaluse insulta no sólo a nuestros compañeros que perdieron la vida en el accidente, sino también a sus familiares y a todos los docentes, a la profesión misma me atrevo a decir. Nosotros no somos un puntaje, somos una permanente e incansable búsqueda por tratar de ser mejores, porque en esa necesidad de capacitarse está el presente y el futuro de los hijos de todos, y también los de Verasaluse. La capacitación no es una obsesión, es una vocación, la de aprender para enseñar mejor. Las tragedias en las rutas lamentablemente son una realidad, y por eso las capacitaciones en educación vial también lo son. Ahí está FORMAR también. Si hoy FORMAR es una realidad es porque el Ministerio de Educación, por lo tanto el Estado, es el que garantiza la formación, de calidad y gratuita, para todos los docentes de Tucumán. Existen una gran cantidad de opciones de capacitación, y seguramente faltan más. Pero el camino ya está sembrado. Desde los Valles a Alberdi, en Trancas o Capital. Verasaluse se equivoca en su mirada porque banaliza una tragedia y su análisis es egoísta y profundamente cruel. El sistema no se cobró la vida de cuatro compañeros, lo hizo un accidente vial. Pero ese mismo sistema que critica estuvo presente desde un primer momento para asistir a las víctimas y a sus familiares, y seguirá estando a la par de los sobrevivientes para que cuando vuelvan al aula lo hagan con el mismo amor por enseñar y aprender.

Pablo Guillermo Sosa

Arbolado en la ciudad

Día a día veo que preocupación y consternación el poco respeto que se tiene por el arbolado en San Miguel de Tucumán. Estoy muy de acuerdo con el artículo de ayer de Carlos Duguech y de otros de René Roncedo. El centro de Tucumán quedó casi sin árboles, en verano será un infierno. En vez de arbolar la ciudad, derriban los pocos que hay o los someten a “podas” que son más bien mutilaciones. Es conocido por todos que los árboles contribuyen a oxigenar el aire y a absorber el anhídrido carbónico, además de dar sombra, belleza y cobijo a pájaros. Además, contribuyen a la belleza de la ciudad, el arquitecto Thais planeó una ciudad y un parque con árboles, sin embargo los árboles del parque son cada vez más escasos ya que no se reponen, lo mismo ocurre en las plazas que se van transformando en plazas secas. Lo veo a diario en plaza Urquiza. También sobre la vereda de la Legislatura, Muñecas al 900, cayó un tarco y por “prevención” sacaron dos más, que no fueron repuestos. Esa vereda, rota además, ya que fue mal colocada, da un feo aspecto. Además falta otro árbol sobre avenida Sarmiento. La gente de Medio Ambiente no actúa y nos vamos transformando en una ciudad fea, sin cuidado del arbolado. Me pregunto luego de leer la carta del lector Duguech, por qué no obligan a poner un árbol en la vereda de Santa Fe al 700 y en otras, como en las peatonales, que no tienen árboles. Ya que el accionar de estas personas desaprensivas, arquitectos que se “olvidan” de cosas esenciales, van destruyendo de a poco una ciudad que va perdiendo de a poco y a veces aceleradamente su imagen, encanto y belleza.

Rosa Neumann

Neonatología

Los servicios de neonatología de la provincia, que están ubicados en zonas estratégicas, fueron creados para brindar un excelente cuidado a los pequeños pacientes, los cuales reciben uno de los  mejores servicio del norte argentino, del cual nos debemos sentir orgulloso y reconocer la labor de sus médicos, especialistas y enfermeros abocados al cuidado neonatal. Son ellos los que protegen la vida que llegan a sus manos con pocos kilos y meses para llegar a la edad gestacional correcta. En ellos recabe la enorme responsabilidad de brindar toda su formación para decir que a pesar de su prematurez, que no es sinónimo de alguna patología y que son digno portadores de la vida y por lo tanto merecen el cuidado y la protección como un recién nacido a término, sólo con mayor énfasis, con otros procedimientos, sumando la calidad humana y la tecnología médica para el seguimiento minucioso de los prematuros. Los médicos neonatales son fuente de conocimientos y amor para los pretérminos, son la contención y apoyo psicológicos de muchos padres que se encuentran en las neo, como temerosos de pensar que sus hijos no saldrán adelante, pero ellos aporten ese halo de esperanza que dejan en claro, que un bebe prematuro recibe el mejor cuidado y que están en los mejores servicios de  neonatología. Es loable la tarea de los profesionales de la salud en las neos, tanto públicas como privadas, son verdaderos ángeles protectores de la vida, trabajan en equipo y en silencio, son grandes héroes para cientos de padres de prematuros. Ellos enseñan que la superación personal arranca en los recién nacidos que no llegaron a la edad gestacional óptima, que te impulsan a mirar el futuro, que la paciencia en la neo es una aliada inseparable, que los sonidos de los monitores representan latidos de amor y felicidad. Que en las incubadoras fiel reemplazo de la panza de la madre, lo resguardan hasta que estado de salud sea el conveniente para recibir el alta. Para quienes apuestan por la salud y el cuidado de los prematuros, sólo resta darles las gracias infinitas, que no existe mayor pago para ellos que ver a sus pacientes sonreír y jugar con su familia. Deben ser valorados, destacados y sobre todo reconocidos porque su dedicación, permite a diario que más chicos pretérmino puedan alcanzar sus objetivos en la vida sin problema alguno.

Sergio Saprun

Patrimonio azucarero

El señor Jorge Víctor Chehín realizó una excelente síntesis de las contribuciones del Instituto de Investigaciones Azucareras de la UNT en una carta publicada en esta sección. También llama la atención sobre el valioso patrimonio que constituye el edificio del ex ingenio Modelo, en donde habría funcionado un “Museo Didáctico Tecnológico Azucarero”, aunque no nos informa de su actual estado. La Municipalidad de San Miguel de Tucumán reinauguró hace pocos años el Museo que funciona en la Casa del Obispo Colombres, con un soporte de imágenes y de textos explicativos precisos y de gran calidad didáctica. Pero considero que por lo que la industria azucarera fue y es para Tucumán deberíamos contar con otro museo (u otros museos), que aborde/n temáticas o aspectos específicos de una actividad muy compleja y rica, cuya historia tiene por lo menos dos siglos. La industria azucarera, aunque muy controvertida, define la identidad tucumana. Pero el gran público tiene un conocimiento deficiente de ella. Su rico patrimonio (en el que hay incluir los ingenios que tristemente están cerrados) es despreciado por una sociedad que sólo valora lo patrimonial en el ámbito de la arquitectura, lo artístico, lo religioso y lo arqueológico. ¿No es hora que la UNT intente remediar algo esta situación poniendo en valor el ex ingenio Modelo? ¿Levantando -por ejemplo- con los valiosos recursos humanos que tiene un museo que dé cuenta de la evolución de la tecnología azucarera en la Argentina y el mundo.

Pablo Labal

Quema de cañaverales

He leído en LA GACETA el artículo “Perjuicios que causa la falta de precios del bioetanol”. Desde hace años, la industria sucroalcoholera tucumana nos daña con: quema de cañaverales, vinaza, cachaza y rastras cañeras. La quema de cañaverales afecta la salud de las personas, el suelo, el aire, el agua, la vegetación, la fauna silvestre, las estructuras edilicias y monumentos públicos. Los productos resultantes de la combustión de la caña están compuestos por humos, monóxido y dióxido de carbono, hidrocarburos en fase gaseosa, óxidos de azufre y de nitrógeno, trazas de metales como níquel, cromo, berilio, etcétera, provenientes de los agroquímicos que se usaron en el cultivo del vegetal. Los vientos predominantes en Tucumán se desplazan desde el SE al NO, o sea desde las áreas cultivadas (donde se producen las quemas) hacia los centros poblados. Los humos y gases afectan el sistema respiratorio y los órganos de la visión de las personas expuestas. Con relación al suelo, tenemos: 1) pérdida de nutrientes por evaporación y calcinación de la materia orgánica (humus). 2) Muerte de la flora y fauna microbiana. 3) Destrucción de  lombrices de tierra. 4) Facilita la erosión hídrica. Sobre la vegetación y la fauna, ocurren: 1) Pérdida temporal de la cobertura vegetal y especies de flora silvestre. 2) Muerte de aves y pichones. 3) Pérdida de nidales y huevos. 4) Muerte de reptiles y mamíferos pequeños. Hay también contaminación de los cursos de agua por la caída de cenizas y material sedimentable. A todo esto debemos agregar que afecta el tránsito vehicular y aéreo, cuando la quema sucede cerca de rutas y aeropuertos, y a las líneas de transporte de energía eléctrica, con todas las consecuencias que conlleva. En las banquinas puede haber instalados gasoductos de gas natural, con sus válvulas de bloqueo, rectificadores, etcétera, cuya integridad sería afectada, si son expuestos al fuego. A pesar de contar con legislación específica, esta práctica nociva continúa realizándose. Parece ser que al Estado tucumano, a los actores sucroalcoholeros y sus aliados, lo ambiental no les importa. ¿Cuál es el costo de la contaminación de esta industria? ¿Quién lo evalúa? Respuesta: Nadie. Para qué, si se contamina y daña de modo irresponsable y con impunidad.

Juan Francisco Segura

"Jardín de la república"

Sin duda alguna Tucumán debe recuperar su condición de “Jardín de la República”. Sus espacios verdes, cuya superficie se halla por debajo de lo aconsejado por cualquier organismo internacional, deben ser reconstruidos, planificados, conservados para que cumplan la función de bien social y bajo esa figura ser incorporados por la sociedad. Un ejemplo de ello son los municipios y comunas donde la vegetación, “pequeños pulmones verdes”, casi no se tiene en cuenta como elemento más a planificar en su diseño y/o evolución; o el parque 9 de julio que en su concepción original poseía 400 hectáreas y ahora solo quedan 100 de ellas. Un buen comienzo es la recuperación de las nuevas áreas verdes que encaró la Municipalidad de Capital, pero esto debe tomarse como una política de Estado y no de gobiernos, el lugar donde lo vivimos y las situaciones de calentamiento en la que vivimos así lo exigen. Tampoco podrá haber excusas sobre que hay falta de espacio pues si sólo pensamos en los miles de kilómetros de rutas (nacionales y provinciales), caminos vecinales, áreas de recreación, borde de ríos, son miles de metros cuadrados que sin duda se podrían forestar con los consecuentes beneficios ambientales, y generación de mano de obra. Ni qué decir del aprovechamiento que se puede realizar con las denominadas “paredes verdes verticales” que en muchas ciudades de América Latina se están implementando. La Organización Mundial de la Salud (OMS) aconseja que el ideal de superficie verde por habitante debería oscilar entre nueve y 12 metros cuadrados de espacios verdes por habitante. Hoy Tucumán no llega a los cinco metros cuadrados. Sin duda todo un tema de alta prioridad sí se quiere atender al verdadero desarrollo integral para los tucumanos.

Juan Antonio González

Instituto de Ecología - Área de Botánica

Fundación Miguel Lillo

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