Libros sobre hombres y mujeres

Libros sobre hombres y mujeres

Libros sobre hombres y mujeres
08 Septiembre 2019

Conflictos y tensiones en las relaciones de género

MUJERES Y VARONES EN LA ARGENTINA DE HOY  

ELEONOR FAUR (COMPILADORA)

(Siglo XXI/Osde - Buenos Aires)

Este libro reúne distintos abordajes a las grandes cuestiones referidas a la mujer y el lugar que ocupa en la sociedad contemporánea.

Se trata de una posición, por cierto, que se encuentra en pleno movimiento y su eje actual  gira en torno de un debate global que probablemente acelere los cambios profundos registrados en esta materia durante las últimas décadas.

Se trata de textos escritos desde campos diversos (los autores son psiquiatras, sociólogos, escritores, abogados y periodistas especializados) pero impregnados por el contexto generado, en nuestro país, por el movimiento #NiUnaMenos.

¿Qué entendemos hoy por feminismo? ¿La familia es un modelo que debemos desarmar? ¿Qué ocurre en el mercado laboral con los hombres y las mujeres? ¿Cómo afectan los cambios culturales en ciernes a la masculinidad? ¿Qué desafíos nos presenta la violencia de género? ¿Cómo cubren los medios estos temas?  Preguntas que disparan reflexiones valiosas para un debate que recién empieza.

© LA GACETA

Viejas y nuevas masculinidades *

En el análisis de los varones, es frecuente oír la sincera queja de aquellos que se sienten defraudados por mujeres para las que trabajan duramente y que, en lugar de estar agradecidas, se muestran frustradas y tristes. Y esto es porque la masculinidad se juega más en el rendimiento sexual, en la eficacia laboral, que en la paternidad. Esos hombres llegan a la sesión de análisis desgarrados entre las exigencias familiares y las laborales. Atrapados por la obsesividad del trabajo, se sienten profundamente dolidos por la falta de reconocimiento hacia los sacrificios que hacen para mantener a sus familias. Son varones que vuelven exhaustos y exprimidos a encontrarse con sus mujeres para que ellas les recuerden las obligaciones emocionales que todavía les falta cumplir con sus familias. Son varones que le temen a la intimidad porque, en realidad, le temen a la debilidad y si hay algo que saben muy bien, es que deben mantenerse enteros para el trabajo.

Juan Carlos Volnovich -

Psicoanalista, premio Konex 2016.

* Fragmento de “Mujeres y varones en la Argentina de hoy” (Editorial Siglo XXI-Osde)

Mujeres en silencio: violencias acalladas *

Nadie comienza por matar. Los femicidios que ocupan las tapas de los diarios y los horarios centrales de las noticias televisivas no son la primera forma de violencia que atravesó la vida de esas mujeres.

Los femicidios son, en realidad, sólo el vértice de una pirámide que tiene cimientos en violencias cotidianas que pocas veces se hacen visibles y menos aún se condenan. El tratamiento individualizado de cada uno de estos crímenes, como eventos singulares que no reconocen un entramado social de desvalorización hacia las mujeres, no logra ocultar la estructura que los sostiene. La violencia extrema que conmueve y moviliza es siempre precedida por una historia de violencias acalladas, que generalmente no logran convertirse en palabra.

Natalia Gherardi - Abogada,

directora ejecutiva del Equipo

Latinoamericano de Justicia y

Género.

* Fragmento de “La violencia de género: desafío de políticas públicas”, en “Mujeres y varones en la Argentina de hoy” (Editorial Siglo XXI - OSDE).

Verdades populares sobre hombres y mujeres

ENSAYO

MITOMANÍAS DE LOS SEXOS

ELEONOR FAUR Y ALEJANDRO GRIMSON

(Siglo XXI - Buenos Aires)

Los estereotipos (mujer casera, hombre proveedor) están en proceso de descomposición pero todavía están muy instalados culturalmente muchas verdades populares que vale la pena repasar. De eso se ocupa el libro. Desde preconceptos sobre diferencias esenciales de los sexos (los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus) a mitos sobre el sexo, el amor, el trabajo o la violencia. “Algo habrán hecho”, “Todos los piropos son agresiones”, “El acoso es un invento para joder a los hombres”, “Hay más gerentes varones porque están más preparados”, “Las mujeres tienen un instinto maternal”, “No seré feliz pero tengo marido”, “El hombre propone, la mujer dispone”, “Los hombres necesitan sexo más a menudo por una cuestión biológica”. Estas son algunas de las frases que suelen repetirse y que reflejan ideas arraigadas en amplios espectros de nuestra sociedad. Los autores analizan qué hay detrás de ellas y cuán ciertas o falsas son.

© LA GACETA

¿Los hombres son de Marte y las mujeres son de Venus?

Por Eleonor Faur y Alejandro Grimson

Sabemos que no siempre existieron ciertas realidades, que tecnologías como el automóvil o la electricidad son inventos bastante recientes. Del mismo modo, hay ideas y conceptos sobre las divisiones entre los seres humanos que datan de pocos siglos atrás. No siempre los seres humanos se pensaron divididos en naciones, en culturas o en razas.

Pero con el sexo todo es diferente. Sexo y sexos hubo siempre. Es simple: sin sexo y sin deseo, la humanidad habría desaparecido. De ahí emana su poder. Y el poder de ocultar una historia. La historia de cómo pensamos sobre los sexos.

Ni la sexualidad ni las relaciones entre varones y mujeres se reducen a la reproducción. Sin embargo, algunos hechos de la reproducción biológica (sólo las mujeres tienen útero y paren, sólo ellas pueden amamantar) se convierten en metáforas que ordenan buena parte de las relaciones entre los sexos: en la casa, en el trabajo y en la política. Ahora bien: sólo las mujeres tienen partos; pero no es cierto que sólo ellas tengan hijos. Sólo las mujeres amamantan; pero no es cierto que sólo ellas puedan alimentar a sus hijos y cuidar de ellos.

Se trata de una larga y vertiginosa historia. Es posible que miles de años atrás, cuando los seres humanos vivían de la caza y la recolección, hayan considerado necesaria una división sexual del trabajo: es más sencillo que salga a cazar el que no queda embarazado, el que no debe alimentar a una prole numerosa. ¿Por qué sobre esa división se generó una creencia extendida y perdurable de superioridad masculina? ¿Por qué se urdieron leyes, industrias y sistemas políticos que colocaron a los varones en los lugares de decisión y de valoración social y a las mujeres, en cambio, en escenarios carentes de protagonismo público? Y esto no sólo se impuso en las más diversas sociedades. Hoy en día, ninguna división del trabajo podría justificar en ningún sentido aquella desigualdad, que sin embargo continúa presente en hechos brutales y en gestos cotidianos. En pequeñas, pero no siempre inofensivas, humoradas machistas o simplemente en malentendidos que se reiteran una y otra vez...

* Fragmento de Mitomanías de los sexos (Siglo XXI).

Putas tristes y no tan tristes

Gabriel García Márquez formula una de las más potentes imaginerías continentales. En su discurso tropicalista del Caribe colombiano reivindica una lógica diferente, insiste en el personaje de la prostituta, en general mulata o negra. Llama la atención la figura de la niña ordenada al comercio sexual. En Macondo (Cien años de soledad) hay dos prostíbulos: la casa de Pilar y  la tienda de Catarino. En el circo que llega al pueblo un cuerpo infantil transformado en mercancía y convertido en espectáculo asume una actitud maternal frente al hombre enorme muchacho: “De tanto ser usado, y amasado en sudores y suspiros, el aire de la habitación empezaba a convertirse en lodo... Tenía la espalda en carne viva. Tenía el pellejo pegado a las costillas y la respiración alterada por un agotamiento insondable”.

En El amor en los tiempos del cólera hay una colección de amantes. América Vicuña es una niña, espejo de Fermina, que el tutor pervierte. Lo incestuoso se atenúa por el carnavalesco encuentro entre la vejez y la juventud. El hombre “la cultiva para él en un lento año de sábados de circo, de domingos de parques con helados, de atardeceres infantiles … se la fue llevando de la mano con una suave astucia de abuelo bondadoso hacia su matadero clandestino”. El lecho es el “matadero” donde América siente que se abren “las puertas del cielo”. La niña acaba enamorada del anciano y se suicida cuando éste la abandona ante el verdadero “amor del alma de la cintura para arriba”. En El otoño del patriarca el anciano se entrega a juegos sexuales con niñas de colegio, que son sustituidas, en secreto, por prostitutas.

“Tristes”

En dos obras breves, García Márquez se reserva el uso del adjetivo triste, La increíble y triste historia de la Cándida Eréndira y de su abuela desalmada y Memoria de mis putas tristes. Hay una gran distancia entre las figuras de Cándida y Delgadina. Ambas son adolescentes prostituidas por dinero. Delgadina, aunque es “vendida” por necesidad, convertida en la enamorada de un hombre que tuvo una vida vacía de amor. A pesar de sus miedos a las violaciones sangrientas “ya estaba instruida para el sacrificio”.

En la historia “triste” de Eréndira hay una dimensión simbólica que permite leer un imaginario social en el relato maravilloso. La sujeción del cuerpo femenino se presenta, sin disimulo, como comercio familiar y comunitario iniciado por la abuela. La cultura popular se lee en clave carnavalesca y en el centro de la escena la figura de la niña prostituida que invertirá su sino, destrozando toda candidez. Su rebelión implica el enfrentamiento y destrucción de la anciana, así como la huida de la historia de amor.

En las Memorias… la historia se centra en el viejo periodista y se enuncia como afirmación de la masculinidad e historia de amor. Se trata de una imagen carnavalesca que une la muerte y la vida. La fábula de Eréndira tiene una mayor complejidad y juega con la relación entre el mito y la historia. La última novela se mantiene dentro de un modelo realista de la decrepitud. Si en el primer relato existe la posibilidad de la rebelión y la libertad, en el segundo sólo sumisión y consentimiento.

En La increíble… la carpa es alegoría de la frustración de la ficción fundacional. En cambio, en el último texto el relato se encierra en el drama de la impotencia y la ancianidad del narrador, reduciendo la historia de la comunidad a la del sujeto. Si en la primera novela la voz del narrador apela al tono del relato popular maravilloso, en la última asume la voz del protagonista. Delgadina ha perdido hasta la voz; es dicha por el otro. A pesar de que podríamos ver en la “historia de amor” una parodia de la ficción fundacional, el cuarto donde se encierra a Delgadina poco tiene que ver con la carpa circense y la fiesta popular. Curiosamente la silueta del anciano en la tapa coincide con la imagen del autor...

© LA GACETA

Carmen Perilli - Profesora de Letras. Especialista en Literatura latinoamericana.

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