Partió al silencio el aerofonista Lucho Nieva

Partió al silencio el aerofonista Lucho Nieva

El músico fue un notable quenista y conformó un dúo con su hermano Federico. Tenía 92 años.

EN ACCIÓN. Nieva acompañó a la cantante santiagueña Suray. EN ACCIÓN. Nieva acompañó a la cantante santiagueña Suray.
26 Junio 2019

Un huayno está rezando una soledad en el viento. La quena inventa un pueblo en su silbido milenario. Ese sentimiento de cinco notas ha despedido el lunes el corazón de 92 años de Lucho Nieva. Notable aerofonista, también el charango, el pincullo, la caja, le revelaron sus misterios.

Había visto la luz el 5 de noviembre de 1926 en San Miguel de Tucumán; la escuela Mitre lo cobijó entre sus pupitres y luego la Facultad de Filosofía y Letras. Con su hermano, el guitarrista Federico Nieva, conformó uno de los dúos que dejaron una huella profunda en el folclore de Tucumán.

“Lo conocí cuando yo era estudiante; ha tocado conmigo, era un extraordinario intérprete de la quena, del siku; él los fabricaba, eran instrumentos espectaculares. Fue un instrumentista excepcional; cuando fuimos a actuar en la Recoleta, en Buenos Aires, en el ‘85, tocó un solo de quena y otro de siku que se convirtió en uno de los éxitos de ese festival”, evoca el músico Luis “Pato” Gentilini.

Escribió un trabajo sobre el origen de la quena. “Se quedó dos meses viviendo en el lago Titicaca, donde recopiló música de los pueblos originarios y estudió el origen de los rituales ceremoniales”, comenta el guitarrista José Montini.

Para Josefina Racedo, Nieva fue un protagonista de la música popular y andina que se introdujo en Tucumán. “Era un hombre de perfil bajo, al mismo tiempo era muy estudioso y siempre introducía cosas nuevas en el sonido”, dice.

Su hermano Federico cuenta que el jujeño Aramayo le enseñó a tocar la quena; fue también acompañante de la cantante santiagueña Suray. “No recuerdo cuándo comenzamos a tocar en dúo... hicimos una gira con Leda Valladares. Mi hermano era un quenista extraordinario, el sonido que le daba a la quena era formidable”.

El lunes, los latidos de la caja despertaron una vidala para que las cinco notas del alma de Lucho Nieva se abrieran paso en la eternidad.

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