Ya se gritonean pocas verdades

Gumersindo Manuel Parajón era histriónico, campechano, bocón, inimputable y peleador. Se enemistó con todos y, a la vez, era amigo de la mayoría de los integrantes del arco político-ideológico comarcano (a excepción del bussismo). Protagonizó escenas de pugilato en la Legislatura (como con el republicano Gustavo Rojas Alcorta) y en la calle (como con Ángel “Mono” Ale). Perteneció a una añeja y rara especie política. Fue uno de los fundadores de Franja Morada y en su despacho tenía fotografías de Alem, de Perón y del Che Guevara, junto a un equipo que tocaba tangos y a un par de chicos que corrían ante su vozarrón dictador. Esto es una competencia muy fea; prostituyeron la política con la compra de fiscales; todo porque tienen plata. (...) La política está cada vez más lejos del servicio a la gente y se convirtió en una solución económica, una salida laboral, declaraba en LA GACETA el 26 de agosto de 2011, cuando era candidato a gobernador. Juraba que no volvería a serlo, pero rompió el conjuro. Del radicalismo pasó a su Pueblo Unido, que se alió con distintos partidos. El último fue el peronismo de Juan Manzur y Osvaldo Jaldo, a quienes dijo acompañar para combatir a Mauricio Macri. Ayer se apagó la voz del polémico Parajón, que quizás tuvo la virtud de decir a viva voz lo que “la calle” comentaba en los cafés (incluso ventilaba cuestiones personales de políticos y dirigentes) y fue ello lo que en los peores años de la política argentina del “que se vayan todos” lo llevó a sacar casi 100.000 votos y arañar una banca en diputados.

Todo lo contrario sucede ahora con los dirigentes, que prefieren no decir lo que piensan públicamente. Son pocos los que se atreven a hacerlo y por ello despiertan sorpresa cuando lo hacen. Por eso Sergio Mansilla sacudió el tablero de todo el espectro peronista cuando habló esta semana. Entrevistado en LA GACETA Play, admitió varias cuestiones y aclaró varias otras. Repitió siete veces un concepto que retumbó como eco, en especial en tres cabezas: “nosotros los dirigentes no tomamos decisiones; después nos posicionamos. Las decisiones las toman otros. Los que tenían que tomar las decisiones nos pusieron en esta situación. Nosotros no las tomamos”. En criollo, Mansilla advirtió que el peronismo, la dirigencia, no decidió que Juan Manzur, Osvaldo Jaldo y José Alperovich se separaran, sino más bien que actuó en consecuencia de ese quiebre y que ahora trabaja para retener el poder en un escenario mucho más complejo que el que habría presentado aquel trípode férreo y unido.

“La Burra” también lanzó otras verdades que muchos prefieren no decir públicamente, como que el quiebre entre los tres máximos dirigentes justicialistas que había hasta hace algunos meses se produjo por los intereses “futuros” de pocos. ¿Alguien que no quería quedarse afuera? ¿Alguien que quiso volver a ser aunque prometió no hacerlo? Mansilla no dudó en admitir que ahora el camino para retener el poder será duro, aunque confió en que podrán lograrlo. Dijo otra cosa que en el oficialismo se negó antes y se niega ahora: la importancia de los que se fueron. Sostuvo que el alejamiento de Domingo Amaya fue dañino en 2015 y que ahora lo es aún más el de Alperovich. Verdades y realidades. Lo que se dice, pero no se quiere admitir. A lo “Parajón”.

Seguramente la dirigencia peronista exigirá respuestas si los números no resultan como lo esperaban.

Nadie dice verdades en el radicalismo. Al menos nadie se atreve a contar lo que realmente sucede con la pelea en el partido de las internas. Del lado de los díscolos, se argumenta que el partido está cooptado por el macrismo y que perdió identidad. Algunos sí lo dicen y lo declaran ante cualquier cámara o micrófono. El oficialismo considera que la pelea en realidad responde a los intereses del jaldismo, representado por Ariel García. Eso no lo dicen públicamente, pero sí en cada mesa en la que hay más de dos “boinas blancas” juntos. Como solo hay verdades a medias y no se dicen las cosas de frente, todo está empantanado y el partido seguramente llegará partido a los comicios. También deberán responder a sus afiliados si los números de los comicios no son buenos.

Ayer lo único que unió a todos fue el saludo al eterno Parajón.

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