Las escritoras que nos formaron

Las escritoras que nos formaron

Las lecturas de la niñez permanecen marcadas como tatuajes en la memoria. ¿Quién no quiso ser Jo, la idealista y rebelde de las hermanas March de Mujercitas? Y, ya adolescente, alguna de las heroínas creadas por Jane Austin o las hermanas Brontë. En tiempos en que el feminismo parece ser el principal actor político reaparecen las escritoras del siglo XIX que forjaron los primeros ideales de libertad en dos narraciones de no ficción: una investigación del modo en que se construyó un clásico, El legado de Mujercitas de Anne Boyd Rioux; y la extraordinaria biografía de la hermandad Brontë, Infernales (Taurus), escrita por Laura Ramos. Todas mujeres desobedientes que encarnaron en sus vidas lo que escribían en sus obras.

10 Marzo 2019

Por Verónica Boix

PARA LA GACETA - BUENOS AIRES

Laura Ramos escribe con la misma pasión que las mujeres que retrata. Así entrelaza la vida y la obra de los cuatro hermanos Brontë, incluido Branwell, y logra mostrar el modo en que la imaginación era tan parte de sus rutinas como los paseos que daban a la orilla del río. Infernales (Taurus) es una biografía, que se vuelve una novela trágica, un tratado sobre la construcción de un escritor, una declaración de principios de libertad. La prosa desatada no se priva de sentimentalismo, de reflexiones, indaga en las cartas encontradas, biografías anteriores, hasta en los chismes de la época y se mete en el corazón de cada una de las hermanas como si las conociera. Imposible no quedar hipnotizados con su prosa borrascosa.

“Por las noches, confieso que pienso, pero nunca molesto a nadie con mis reflexiones. Cuidadosamente evito toda apariencia de preocupación y rareza” escribía Charlotte Brontë en su diario. Enseguida Ramos se pregunta si era solo hipocresía de la inglesa o más bien la ironía de señalar que la actividad de pensar, en una mujer, era perturbadora.

La diferencia central con El legado de Mujercitas (Ampersand) es que la biografía de la escritora Louisa May Alcott ocupa solo el comienzo, la segunda parte indaga en las repercusiones que tuvo la novela en las distintas épocas a través de sus versiones en teatro, cine, televisión. “Dichas adaptaciones transformaron la historia, a veces sutilmente y otras no tanto, subrayando algunas líneas argumentales en desmedro de otras, implicando personajes y creando nuevos diálogos”, escribe Rioux. Es decir, la investigación muestra cómo la novela se multiplicó a lo largo del tiempo en una serie de ficciones y, como buen clásico, sus personajes sirvieron para alimentar los ideales a la medida de los valores de cada momento.

Pensándolo un poco más, ambas narraciones van de la biografía a la ficción y borran la frontera entre la vida de las autores y sus obras. Resulta conmovedor encontrar en los rastros de Mujercitas, Jane Eyre y Cumbres borrascosas las peripecias de sus autoras convertidas en historias entrañables o turbulentas. Lo importante no es qué pasó, sino los sentimientos y las ideas que se agitaban en estas mujeres extraordinarias que se rebelaron a los mandatos de su época para escribir a pesar de todo.

Hay que decirlo de una vez, el trabajo de Laura Ramos en Infernales es un hito en la literatura de no ficción. Va a ser muy difícil escribir una biografía de nuevo. Hay algo visceral que entrelaza los datos precisos, con una tensión narrativa que suspende la acción para retomarla más adelante. La lectura se vuelve vertiginosa. Al mismo tiempo, quita esa pátina angelical que solía dárseles a las hermanas Brontë para dejar a la luz la complejidad de sus personalidades, la profunda intelectualidad que movía a Emily a aprender alemán sola o impulsó a Charlotte a pedir un préstamo a su tía para ir junto a su hermana a Bruselas a perfeccionarse. Los amores apasionados, la orfandad y el páramo gótico en el que vivían junto a un iglesia rodeadas de tumbas conforman el paisaje que alimentó su imaginación desbordada.

Algo le debemos a esas heroínas que nos animaron a soñarnos diferentes. Jane Eyre, por ejemplo, la primera protagonista fea como su autora, o mejor dicho, que no respondía a los parámetros de belleza de su época, y sin embargo, logró instruirse, dar clases, amar, ser amada O Jo con su vocación por la escritura y su voluntad inquebrantable de vivir como soñaba. No, claro, no es arriesgado decir que recuperar sus vidas es encontrarse de nuevo con la libertad de la infancia.

© LA GACETA

Verónica Boix - Periodista cultural.

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