Lajos Szalay y Tucumán

Lajos Szalay y Tucumán

El Museo Sívori expone sus soberbios dibujos.

EL TRAZO DEL MAESTRO. Uno de los dibujos que ilustraban la “Primera Antología Poética de Tucumán”, de 1952. EL TRAZO DEL MAESTRO. Uno de los dibujos que ilustraban la “Primera Antología Poética de Tucumán”, de 1952.

En el Museo “Eduardo Sívori” de Buenos Aires, se exhibe actualmente una muestra que tiene profunda vinculación con Tucumán. Son los dibujos de Lajos Szalay. Este artista, de fama mundial, nació en 1909 en el pueblo húngaro de Ormezo, se graduó con brillo en la Academia Nacional de Bellas Artes de Budapest en 1935 y luego estudió en París.

En 1948, vino a la Argentina. La UNT lo contrató como profesor de su Instituto Superior de Artes y de su Escuela de Bellas Artes. Aquí ilustró libros y expuso sus magistrales dibujos. Cabe recordar que estos adornan aquella “Primera Antología Poética de Tucumán”, editada por la Comisión Provincial de Bellas Artes en 1952, y estampada con delicadeza y alta calidad en la imprenta de la UNT. Allí se compilaban las composiciones premiadas en el Certamen de Poesía que había organizado la Comisión, y donde el Primer Gran Premio se dividió entre Raúl Galán, Guillermo Orce Remis y Tomás Eloy Martínez.

EL TRAZO DEL MAESTRO. Uno de los dibujos que ilustraban la “Primera Antología Poética de Tucumán”, de 1952. EL TRAZO DEL MAESTRO. Uno de los dibujos que ilustraban la “Primera Antología Poética de Tucumán”, de 1952.

En 1958, Szalay se alejó de Tucumán, y desde entonces hasta 1961 enseñó en Buenos Aires. Luego se radicó en Estados Unidos, y en 1988 retornó a Hungría, donde falleció en 1995. Hay quienes afirman que los trabajos de Szalay fueron cálidamente elogiados por Pablo Picasso.

Ramón Alberto Pérez apuntaría que el húngaro era “un maestro difícil”. Pero “su dibujo poseía una fuerza tal de atracción y sugerencias tan profundas, que muy pocos plásticos podían librarse de ser influidos por él”. Así, “su presencia en Tucumán, en un momento de eclosión cultural como fueron los años 50 y 60, dejaría rastro perdurable”. A juicio de Pérez, esa influencia se ejerció también sobre grandes dibujantes argentinos y norteamericanos. Afirmó que, entre nosotros, pueden considerarse sus discípulos dilectos a maestros como Aurelio Salas, Juan Lanosa y Juan Bautista Gatti.

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