La inteligencia emocional aplicada en la educación

La inteligencia emocional aplicada en la educación

18 Octubre 2018

Es inherente al ser humano. Está en sus genes y se manifiesta de diferentes maneras, desde temprana edad. La violencia se puede reprimir o morigerar con la educación, con los patrones culturales, que contribuyen a que la vida en una familia o en una comunidad sea más amable y basada en el diálogo constante. Es común en la escuela primaria, sobre todo en los recreos, observar situaciones hostiles entre los chicos, a veces disfrazadas de juego, que suelen desembocar en ocasiones en alguna variante del acoso.

En un colegio se puso en marcha una experiencia basada en la Inteligencia Emocional, que se define como “la capacidad de reconocer, aceptar y canalizar nuestras emociones para dirigir nuestras conductas a objetivos deseados, lograrlo y compartirlos con los demás”. Dado sus resultados positivos, el proyecto “Aprendiendo a ser feliz” comenzó en el 5° grado y se extendió a toda la institución incluyendo alumnos y educadores. Fue también un estímulo para que varios docentes se capacitaran en esta práctica.

En una crónica que publicamos ayer, los chicos cuentan sus experiencias. Uno de ellos contó que a principios de año se divertía llamando “niño rata” a un compañero. “Él se enojaba mucho y una vez me tiró una silla en la cara y me aflojó un diente”, dijo. Pero luego aprendió “eso de ponerse en los zapatos del otro. En el colegio nos enseñaron a hacerlo con un juego y a partir de ahí ya no lo molesté más. Ahora es mi amigo”, contó.

Las docentes pensaron que debían encontrar una manera reducir las situaciones de conflicto, que observaban principalmente en los recreos. “Se nos ocurrió un proyecto que enseñara a gestionar las emociones y para que los chicos aprendieran a conciliar con sus compañeros. Gracias a que tenemos jornada prolongada abrimos un espacio en cada grado para trabajar las emociones en todas las materias, a partir del juego y de otras actividades como la radio escolar”, señalaron las educadoras.

El proyecto fue presentado por el colegio Almafuerte en la Feria de Ciencias y aspira a llegar a la instancia nacional. Los resultados fueron tan positivos que el colegio decidió transformarlo en un proyecto transversal, para las distintas materias y niveles.

En otras ocasiones, nos hemos referido a la mediación como una herramienta para zanjar las diferencias, aprendiendo a colocarse en el lugar del otro para comprenderlo.

En 2010, el Ministerio de Educación local anunció que los docentes iban a ser formados en esta técnica, contemplada en las leyes de Educación Nacional N° 26.206 y de Educación Provincial N° 7.463.

Inteligencia emocional o mediación son prácticas que ayudan a resolver los problemas; los resultados de esas experiencias son positivos y alentadores. Si todos los docentes adquirieran estas herramientas, posiblemente se avanzaría en la tolerancia, en el diálogo y en la buena comunicación, algo que tanto nos cuesta a los argentinos.

La falta de respeto por el prójimo es una de las características más marcadas de nuestra idiosincrasia. Ello refleja la poca capacidad para escuchar al otro, para comprenderlo. Las posiciones irreductibles desembocan a menudo en frustraciones, en dificultades para encarar proyectos colectivos. Tal vez si humanizáramos la educación, tendríamos una sociedad menos conflictuada y menos conflictiva.

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