Bolsitas para levantar heces caninas en la vía pública

Bolsitas para levantar heces caninas en la vía pública

17 Octubre 2018

Se suele afirmar que es el mejor amigo del hombre; sin embargo, en muchas ocasiones, este no es el mejor amigo del perro. A menudo se ven canes famélicos que han sido abandonados en la vía pública; algunos tienen la suerte de encontrar vecinos que les dan de comer, otros no. Pero también están aquellos cuyos dueños los sacan a pasear a diario y dejan recuerdos ingratos en las veredas, los canteros, las plazas y los parques. Sus propietarios tienen la obligación de levantar el excremento, pero son contados con los dedos de la mano los que lo hacen.

Un edil tuvo la idea de que se instalaran dispensers con bolsitas en los paseos públicos, de manera que ningún paseador de can pusiera una excusa para no levantar la materia fecal. El concejal que propuso la iniciativa a funcionarios del Ejecutivo municipal y de Espacios Verdes, señaló que los tucumanos no han incorporado el hábito de recoger los desechos de los animales. “Cuando tenemos una mascota debemos ser responsables y recoger sus necesidades si la sacamos a pasear; de lo contrario estamos violando el derecho del otro, contaminando el ambiente y limitando el uso de espacios públicos”, dijo.

Una docente de la cátedra de Parasitología de la UNT señaló que los perros que tienen parásitos, los eliminan con la materia fecal y esa deposición se convierte en un posible foco de transmisión de enfermedades. “Contaminan el suelo, el ambiente, el agua de riego y esas formas parasitarias, además, pueden ser transportadas por vectores (como las moscas) hacia los alimentos. Como ejemplo, los perros tienen un parásito que se llama toxocara canis”, dijo. Los parásitos del perro pueden producir la toxocariosis ocular, que puede conducir a la ceguera, la hidatidosis con quistes en hígado o pulmón -que requieren cirugía en su mayoría- y otras más leves como “larva migrante cutánea”, que produce una lesión pasajera en la piel, según la especialista.

En mayo de 2001, el Concejo Deliberante capitalino aprobó una ordenanza que prescribía que quienes pasearan los perros debían salir a la calle con una palita y una bolsa para guardar las deposiciones del animal en la vía pública, llevarlas a su domicilio o dejarlas en un lugar adecuado para su posterior recolección. La norma nunca se cumplió. La ordenanza 4.832 que data de 2016, obliga a los propietarios o paseadores de perros a recoger en los espacios públicos las deposiciones de sus animales y quien no lo haga será multado. El porcentaje de quienes la cumplen es menos que mínimo. Sin embargo, en Mendoza quienes no levantan las heces se sus canes son escrachados con megáfonos y pueden recibir sanciones de entre $ 5.000 y $ 12.000.

¿A qué se deberá que en otras ciudades se hacen cumplir normas como esta y en Tucumán parece imposible? ¿Permisividad? ¿Temor a que el transgresor se enoje? ¿Incapacidad de las autoridades para cumplir con su función? Lo preocupante además es la gran cantidad de perros callejeros. ¿Qué hacer entonces con sus excrementos? La realidad muestra que las campañas circunstanciales de concientización no han logrado su cometido.

Es loable la iniciativa del edil, pero para que funcione debería ir acompañada de educación, que es la única que puede lograr cambiar un mal hábito. Si no se educa, se controla y se sanciona, no será fácil revertir la realidad.

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