Posverdad *
07 Octubre 2018

Por Alberto Benegas Lynch (h)

Como es sabido la posverdad o el posfactual consiste en un discurso falso que considera que tiene más validez lo que apela a las emociones que lo que ocurre en la realidad y, por tanto, es recomendable construir e inventar hechos en lugar de apelar a lo verdadero. El primero en recurrir a esta terminología fue el dramaturgo Steve Tesich al referirse, 20 años después, a la patraña de Watergate.

En realidad, en los hechos, eso es lo que termina siendo adecuado para audiencias ignorantes de temas elementales. Tal como ha escrito Gustave LeBon “lo que se acumula en las multitudes no es el talento, sino la estupidez […] La muchedumbre es un rebaño servil que no podría existir sin dueño […] En el alma de las muchedumbres lo que siempre domina no es la necesidad de libertad, sino la de la servidumbre”. Se entiende que cuando se alude a la multitud o a las masas no se debe caer en un antropomorfismo puesto que en todos los casos se trata de individuos, en esos casos alentados y estimulados por el grupo.

Entonces ciertos intelectuales con espíritu autoritario han aconsejado repetidamente que para contar con el apoyo de las masas se necesita apelar a relatos que penetren en los sentimientos con argumentos superficiales y efectistas.

Este es el caso del socialismo lo cual para nada descarta la buena fe de muchos de sus patrocinadores que creen a pie juntillas en el relato en cuestión que básicamente se sustenta en destruir autonomías individuales en pos de un supuesto bien de un ente colectivo para lo cual es necesario debilitar cuando no eliminar la institución de la propiedad.

* Fragmento de La posverdad socialista.

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