Poemas que alcanzan, pero piden más

Poemas que alcanzan, pero piden más

Sutileza e intimidad para abordar grandes preguntas.

EL ACIERTO. El juego léxico-semántico de la autora conecta la dimensión más terrenal de la vida con los abismos de la introspección intelectual. EL ACIERTO. El juego léxico-semántico de la autora conecta la dimensión más terrenal de la vida con los abismos de la introspección intelectual.
07 Octubre 2018

POESÍA

CASA 10 – A MEDIO CIELO

TERESA M. GEREZ

(Ruinas Circulares - Buenos Aires)

El intento del ser por traducirse en palabras es el hilo conductor del nuevo libro de Teresa Gerez.

Con una fluidez que hace parecer simple un trabajo verdaderamente complejo, la autora construye, desde la primera página, una voz calmada y reflexiva que interpela a sus emociones y a sus recuerdos a fin de extraer de ellos alguna respuesta, pero no para definirse ni explicarse, sino solo para seguir pensándose una y otra vez. Esa voz transita sus pensamientos, sus sensaciones y sus observaciones del mundo y las comparte con nosotros como quien se desnuda, lentamente. Pero no solo se desviste, sino que se libera de cada capa de su materialidad para mostrarnos sus espacios más íntimos.

En cada poema, la cotidianidad más indomable se entrelaza con la reflexión metafísica, sin solución de continuidad. Y es ese, sin lugar a dudas, el mayor acierto de Teresa: el juego léxico-semántico que conecta la dimensión más terrenal de la vida (a la que apela con palabras tan corrientes como alfiler, cornisa o cobija) con los abismos de la introspección intelectual (contingencia, abismar, Tyché).

La angustia por la pérdida (pasada o futura) de los seres queridos y por la existencia propia aflora en todos, o casi todos, los poemas. Y es el catalizador del derrotero reflexivo: ¿qué queda de mí cuando aquello que era una parte mía se ha ido?, ¿qué quedará en los otros de mí cuando ya no esté?, ¿cuál es mi relación con la materia del mundo?, ¿en dónde están las huellas de mi presencia? Cada uno de los poemas podría titularse con alguna de estas preguntas. Y sin preocuparse por otorgar una respuesta, los versos nos convocan al disfrute de la incertidumbre, a una “traducción” en el papel que no cierra la puerta a otras posibilidades.

Íntimo, sutil, profundo, este libro fluye en nuestras manos y ante nuestros ojos. No lo dejemos escapar: sus poemas alcanzan, pero piden más, más páginas para seguir traduciendo la complejidad de nuestro ser imperfecto que, en esa imperfección, es infinitamente decible.

© LA GACETA

SILVINA CHAUVIN

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