La Batalla de Tucumán, un ejemplo de unión

La Batalla de Tucumán, un ejemplo de unión

24 Septiembre 2018

Una gran victoria sobre el invasor permitió hace 206 años abrir el camino hacia la independencia concretada cuatro años después. Por esa razón, la Batalla de Tucumán fue uno de los hechos más importantes de nuestra historia porque contribuyó a consolidar los aires emancipadores que se habían iniciado el 25 de mayo de 1810.

Varios episodios se coincidieron para que lo que parecía imposible se concretara. Manuel Belgrano, al frente del Ejército del Norte, venía retrocediendo desde Jujuy. Buenos Aires le había ordenado replegarse hasta Córdoba si los realistas ocupaban Salta, como había sucedido. Los tucumanos no estaban dispuestos a caer bajo el yugo del enemigo. El Cabildo decidió enviar una comisión a entrevistar al creador de la Bandera para persuadirlo de que se quedara. El grupo de vecinos que estaba encabezado por Bernabé Aráoz. Cuando Belgrano les comunicó la cantidad del dinero y de hombres que necesitaba para plantarse y hacer frente a los realistas, le aseguraron que aportarían el doble. Belgrano escribió a Buenos Aires: “La gente de esta jurisdicción ha decidido sacrificarse con nosotros. Es de necesidad aprovechar tan nobles sentimientos, que son obra del cielo, que tal vez empieza a protegernos para humillar la soberbia con que vienen los enemigos”. Decidió entonces dar batalla.

Una tormenta de tierra, una quema de pastizales de aquellas que padecemos durante la zafra y una manga de langostas, y la devoción a la Virgen de la Merced ante quien se encomendó, jugaron un papel determinante ese 24 de septiembre. Al día siguiente del combate, Belgrano le propuso a Pío Tristán, el jefe realista, que capitulara, pero este rechazó el ofrecimiento y en la medianoche del 25 se retiró a Salta.

Manuel Belgrano es uno de los padres de la patria. Ese abogado que se improvisó militar porque las necesidades libertarias así lo exigían, encarnó el coraje, la humildad, la dignidad, el desinterés económico personal, la entrega total por esta tierra que tanto amaba. “Deseo ardorosamente el mejoramiento de los pueblos. El bien público está en todos los instantes ante mi vida... Nadie me separará de los principios que adopté cuando me decidí a buscar la libertad de la patria amada, y como este solo es mi objeto, no las glorias, no los honores, no los empleos, no los intereses, estoy cierto de que seré constante en seguirlos.... No busco glorias, sino la unión de los americanos y la prosperidad de la patria”, solía decir Belgrano, a quien Tucumán le negó una ayuda económica cuando estaba próximo a morir. La pobreza y el olvido lo empujaron a la muerte en 1820.

Aquel 24 de septiembre, los tucumanos fueron capaces de unirse por una causa común, cuando vieron que su vida y sus pertenencias peligraban, y se encolumnaron detrás de Belgrano. El sueño colectivo le ganó al individual, de allí la grandeza de este triunfo. ¿Qué nos habrá sucedido desde entonces a los tucumanos que nos cuesta mancomunarnos tras una causa común? ¿Qué habrá ocurrido con una buena parte de la clase dirigente más afecta a engrosar su patrimonio y el de sus parientes y amigos, que en trabajar sin otra apetencia por el bien común? De poco o nada sirve recordar a los fundadores de nuestra nación con discursos grandilocuentes, si somos incapaces de seguir su ejemplo. “Sin educación, en balde es cansarse, nunca seremos más que lo que desgraciadamente somos”, afirmaba Manuel Belgrano.

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