Obras de dos tucumanos brillan en una gran muestra en Rosario

La mirada de buena parte del arte nacional está depositada en Rosario, sede de la muestra “Arte argentino-100 años en la colección Castagnino+Macro”. La exposición se mantendrá hasta el miércoles próximo y obras de dos tucumanos figuran entre las elegidas: “La imagen invisible (concetto spaziale)” (Bruno Juliano) y “Conversación sobre la hierba” (Sandro Pereira). Ambas forman parte de la colección del Museo Arte Contemporáneo Rosario (Macro).

La muestra está dividida en tres núcleos: “Un pasado expuesto. Caminos del arte entre 1918 y 1968”, curado por Adriana Armando y Guillermo Fantoni; “Derrames temporales de una colección. Itinerarios para volver a pensar el arte contemporáneo”, curado por Nancy Rojas y Roberto Echen; y “El fin del mundo comenzó en el 2001. Exageración poética o determinismo histórico”, curado por Clarisa Appendino y Carlos Herrera. En el marco de este núcleo se exhiben las obras de los artistas tucumanos.

“La imagen invisible” es una instalación, conformada por piedras cubiertas de láminas de oro que impactaron contra la pared del museo y quedaron desperdigadas. La obra ganó el año pasado el primer premio del Salón Nacional de Rosario. En tanto, “Conversación sobre la hierba” es una escultura hecha en resina poliéster, fibra de vidrio y esmalte sintético.

“Es la primera vez que hago una curaduría conjunta -reveló Appendino- y con Carlos Herrera trabajamos muy bien complementados. Esta es una muestra que reflexiona sobre el patrimonio de un museo. Abordamos las prácticas artísticas contemporáneas desde los primeros años de los 2000, en coincidencia con un hecho económico, político y social trágico, lo que se reflejó en una nueva faceta, una nueva sensibilidad. En ese período se produce, además, un hecho fundamental como la creación del Macro, por lo tanto la muestra habla de una colección que se inicia en un tiempo cercano a nosotros”.

“Junto a esa colección se construía una visión de lo contemporáneo, una mirada amplia que se desplegaba por el territorio argentino -agregó la curadora-. En nuestra selección hubo riesgos que tienen que ver con las materialidades, las expansiones y los aspectos formales de las obras. Decidimos mantener las dimensiones instalativas, la fragilidad, lo fragmentario y hasta la incorporación de desechos urbanos; todo lo que no se constituye como pieza única lo abordamos en terminos materiales, espaciales, discursivos y estéticos. La obra de Bruno Juliano, por ejemplo, tiene que ver con eso”.