Alejandro Sandoval aborda un complejo texto de Ricardo Monti sobre las relaciones humanas.

Alejandro Sandoval aborda un complejo texto de Ricardo Monti sobre las relaciones humanas.

UNA PUESTA ARRIESGADA. Los personajes tienen fuertes caracterizaciones. prensa UNA PUESTA ARRIESGADA. Los personajes tienen fuertes caracterizaciones. prensa
17 Agosto 2018

DEBUT

• A las 22 en La Colorida (Mendoza 2.955).

A poco de comenzar la dictadura militar de 1976, Ricardo Monti escribió “Visita”, su tercera obra teatral. En ella, narra la llegada de una persona llamada Equis a una oscura casa (otrora suntuosa y ahora en decadencia), donde es recibido por dos mujeres de edad incierta y tan deterioradas como el inmueble, y un criado monstruoso. En ese ambiente impera el absurdo, la violencia contenida, la procacidad y el humor negro, en un clima enigmático que retiene al visitante pese a sus deseos de hacer todo lo posible para sobrevivir.

Alejandro Sandoval se dejó seducir por el texto, y esta noche lo estrenará en La Colorida, en un doble rol de actor y director en lo que es “desafío más grande de mi carrera”, según confiesa a LA GACETA. El elenco lo completarán Alejandro Elías, Federico Cerisola e Ítalo Díaz.

“El teatro de Monti es vanguardista en su aparición, no es complaciente. ‘Visita’ es una obra entrañable; tan cruel como piadosa que habla sobre el hombre y sus fantasmas éticos, sociales y culturales. A su modo, el autor impugna y se rebela con crueldad. Aparecen como facultades estéticas el eco del horror, el vacío giro de la frustración y el trunco deseo como paradójicas virtudes para ampliar la libertad intelectual y conjurar la violencia real y el sometimiento”, alerta.

El director y actor señala que la ambigüedad del entorno donde ocurre la historia permite pensar que “ese mundo interno y atemporal de los personajes puede convertirse en una interminable temporada en el infierno, en un ajuste de cuentas, en un principio de lucidez o en un palpar las entrañas de la vida donde ella se roza con la muerte”. “Hay un ejercicio constante y fundamental de las relaciones humanas en donde todo es irreal o ideal. No puede hablarse de trama en las obras de Monti, porque la causalidad que enhebra las escenas está ausente. Hay situaciones grotescas y macabras que se agolpan y se precipitan con delirio e incertidumbre”, agrega, al tiempo que los maquillajes ocupan un espacio relevante en la puesta en escena: “cada máscara indica la ausencia de persona, tanto muchos como nadie”. Y todo transcurre en un escenario despojado y con mínimos elementos.

En ese sentido, la solemnidad de ciertas estructuras domina el espacio. “Todo acto tiene un aire de rito que se vincula con algunos de estos personajes para conservar la inmutabilidad de su orden y condenar como tabú aquello que se le aparte; es un símbolo que denota dominio. El ritual es un comportamiento institucionalizado, generalizado y repetitivo, que sanciona como impuro lo innovador. Monti cuestiona las representaciones sociales”, puntualiza.

Sandoval elogia al autor: “con generosidad, le permite a los actores trabajar con autonomía y es lo placentero del proceso que estamos recorriendo, porque podemos agarrarnos de la obra con permeabilidad para crear y reinterpretarlos, aunque sea una pieza muy compleja”. “Poder encararla como director posibilitó encontrarme con una línea de trabajo definida, en la cual busco certezas desde muchos riesgos y muchas pruebas. Fue un viaje a lo desconocido e intrigante, que nos enseña permanentemente que el teatro es un caos organizado. La provocación busca que los espectadores pongan su actitud crítica sobre esta ficción que busca atravesarlos, no como un mero entretenimiento sino con un poco más de vuelo”, concluye.


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