La quema de cañaverales en el sur no da tregua a los bomberos

La quema de cañaverales en el sur no da tregua a los bomberos

Se denuncian, en promedio, unos cuatro incendios por día. La Policía interviene y hace multas pero la costumbre no se pierde.

IMAGEN USUAL EN ESTA ÉPOCA. La quema de maloja y rastrojos en los cañaverales es una constante en el sur. LA GACETA / FOTO DE OSVALDO RIPOLL IMAGEN USUAL EN ESTA ÉPOCA. La quema de maloja y rastrojos en los cañaverales es una constante en el sur. LA GACETA / FOTO DE OSVALDO RIPOLL
10 Agosto 2018

Los vientos de agosto agitan las llamas y elevan por los aires la maloja quemada de los cañaverales. La historia se repite todos los años. La llamada “lluvia negra” despliega una alfombra de carbonilla en las calles, techos y patios. Una pesadilla. El drama parece no tener fin, a pesar de la prohibición legal.

A veces el fuego amenaza comunidades o tendidos eléctricos. Es cuando los bomberos voluntarios se ven obligados a intervenir. Por día se registran, al menos, cuatro siniestros en distintos sectores del sur tucumano. El miércoles pasado tan sólo los bomberos de Aguilares fueron convocados a tres incendios simultáneos que se habían desatado en los alrededores de esa ciudad.

Al registrado en la Villa Nueva de Monte Rico llegaron un poco retrasados, lo que generó la reacción virulenta de un par de vecinos. Arrojaron piedras que impactaron en el parabrisas de una autobomba (que terminó agrietado) y dañaron el extractor de agua de la cisterna.

“Fue un hecho lamentable porque mientras se trataba de apagar un incendio, desconocidos se dedicaron a arrojarnos piedras. No midieron los daños. Y esto al parecer lo provocó gente que pensó que nos demoramos por negligentes, cuando en una tarde noche se tuvo tres incendios a la vez”, apuntó Marcelo Graneros, jefe de la dotación de bomberos.

Ahora los servidores públicos salen únicamente si disponen de custodia policial o de personal de Defensa Civil de Aguilares. “Uno no se puede arriesgar a sufrir una agresión o a exponer las unidades a daños que son costosos” añadió. Para Graneros muchos de los incendios son intencionales.

Actas de infracción

Ayer, a orillas de las rutas del interior se pudo visualizar unos cuatro incendios en cañaverales. “Estamos interviniendo en casos de denuncias que se vinculan con violaciones a leyes que protegen el medio ambiente y la seguridad de pobladores. También podemos actuar de oficio o aportando ante la Justicia elementos que prueben los perjuicios del siniestro”, dijo el comisario mayor Félix Concha, jefe de la Regional Sur de la Policía. El alto jefe policial dijo que el año pasado su dependencia hizo algunas intervenciones contra el delito de la quema de caña. “En esta época los incendios comienzan a repuntar y la mayoría es intencional. Se pueden labrar actas o iniciar acciones penales por delitos contra el medio ambiente o las personas. A pesar de todo el problema sigue”, agregó. Aseguró que su fuerza vigila a fin de evitar que los siniestros lleguen a afectar la seguridad física de vecinos instalados en proximidades de cañaverales.

El jefe de los Bomberos Voluntarios de Concepción, Eduardo Figueroa, dijo que en estos meses del año la quema de cañaverales se transforma en un problema descontrolado. “Nuestra dotación sólo interviene cuando hay peligro de que el incendio producido avance sobre poblaciones o ponga en peligro las redes de electricidad u otras de servicios. No se puede cubrir tanta cantidad de siniestros que se denuncia por día”, apuntó.

Para colmo este grupo de servidores públicos atraviesa una crisis de financiamiento que, al profundizarse con el incremento de los costos de los servicios públicos, por poco lo obliga a paralizarse. Se vio en la imposibilidad de afrontar la elevada factura del servicio de electricidad. La Municipalidad contribuyó para que no se paralice la actividad.

“La quema de caña es un drama que lo tenemos que seguir sufriendo porque no hay medidas duras contra los que la generan. Uno se tiene que bancar que nuestras viviendas se inunden de carbonilla, que se nos dañe la vista, que se ensucien los techos y la ropa que tenemos colgada”, planteó la vecina María Gómez.

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