Busca “changas” para darles algo mejor a sus nietos

Busca “changas” para darles algo mejor a sus nietos

"Con mucho sacrificio intentamos llevar adelante a esta familia".

09 Agosto 2018

Cuando la furia del femicidio pasó por la casa de Roxana del Carmen Navarro dejó en orfandad a cuatro niños, la menor de apenas siete meses. El día que fue asesinada, tenía a su bebé en brazos. Estaba de espaldas y no pudo anticipar el disparo. Cayó desplomada sobre una cama, junto a su hija. El asesino, su pareja en ese entonces, intentó simular un suicidio. Ni los vecinos ni la fiscalía le creyeron. El fallo fue unánime y terminó condenándolo con la pena máxima por el crimen. Ricardo Esteban Moya está preso de por vida.

Antonio (65) y María Cristina (63), son los padres de Roxana Navarro. Hoy cuidan de los cuatro niños que tienen 10, nueve, ocho y cinco años . Viven en una casa pequeña, que fueron construyendo de a poco, y que alguna vez también compartieron con su hija. Él cobra su jubilación, trabaja cuidando casas y haciendo algunas changas.

“Cuando murió Roxana, tuvimos que andar de un lado a otro buscando quien amamante a la más chiquita. Era una bebecita, así que hubo varias madres aquí en el barrio”, recuerdan. “Nosotros siempre hemos estado detrás de ellos. En base a mucho sacrificio, intentamos llevar adelante esta familia”, añaden.

Los chicos van a la escuela de la zona. María Cristina es quien se encarga de esa tarea. Todos los días los prepara y de la mano caminan hasta llegar. “Vamos y volvemos. Las maestras son excelentes y quieren muchísimo a los chicos”, cuenta la abuela.

El matrimonio recibió con alegría la sanción de la Ley Brisa en el Congreso de la Nación. “No nos alcanza. Trato de buscar una solución para que tengan algo mejor. Cumplir el sueño de ella”, dice Antonio entre lágrimas. “Nosotros buscamos un lote para dejarles, para que el día de mañana tengan algo. No acá, porque esto les trae malos recuerdos. Un lugar donde empezar una nueva vida”, agregan.

Los chicos corren y juegan en la casa. De a ratos vuelven y abrazan a sus abuelos. “¿Cómo hacemos para seguir adelante?”, se preguntan los dos. “Tratamos mantenernos en pie por ellos. Dios dirá. No podemos rendirnos, ellos nos dan fuerzas”, explican.

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