Niños de cinco años en celdas, con hambre, miedo y frío

Niños de cinco años en celdas, con hambre, miedo y frío

Las penurias de los chicos en Estados Unidos. Un grupo de abogados presentó un informe realizado sobre 200 testimonios en una corte de Los Angeles. Los menores eran privados de sueño y estaban aterrorizados.

REUNIFICACIÓN. Un juez dio plazo hasta fin de julio para volver a juntar a los chicos con sus progenitores, pero se teme que el tiempo no alcance. reuters REUNIFICACIÓN. Un juez dio plazo hasta fin de julio para volver a juntar a los chicos con sus progenitores, pero se teme que el tiempo no alcance. reuters
20 Julio 2018

LOS ANGELES, Estados Unidos.- Mojados y sucios, durmiendo en el piso frío de las celdas donde fueron llevados luego de ser separados de sus padres, los niños migrantes (la mayoría centroamericanos que huyen de la violencia en sus países) contaron sus padecimientos en el centro de detención de McAllen, Texas, e instalaciones del mismo tipo.

Los pequeños lloraban en los espacios cercados, donde estaban apiñados con adolescentes, y pedían que los llevaran con sus padres. Los inodoros estaban sucios y el agua corriente era poca, contaron. Esperaban, inseguros y asustados, sin saber qué esperar.

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“Era difícil dormir con la luz prendida toda la noche y los guardias pateando los pies”, dice el testimonio de uno de los chicos, según consta en un voluminoso documento presentado esta semana en una corte federal de Los Ángeles como parte de un proceso sobre si el gobierno del presidente Donald Trump está cumpliendo con un acuerdo que regula el trato que deben recibir los niños inmigrantes.

Tenían hambre después de recibir sándwiches congelados y comida con tan mal olor que prefirieron no comerla, relata una publicación del portal mexicano “Exelsior”. “No sabía dónde estaba mi mamá”, dijo Griselda, una guatemalteca de 16 años. “Vi a niñas preguntar en dónde estaban sus madres, pero los guardias no les decían”.

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Ángel, un niño mexicano de 13 años, lo describió como una “pesadilla”, consignó el diario español “El País”. En la “perrera”, como llama al centro de detención con celdas alambradas de McAllen, fue separado de su madre.

En la jaula en la que estuvo seis días con otros menores indocumentados sufría constantes humillaciones. Los guardias le dijeron a él y al resto de niños mexicanos que, por tener esa nacionalidad, debían situarse en la zona más fría de la celda, debajo del aire acondicionado.

“Cada día, nos decían a los niños en mi celda que íbamos a ser adoptados y que nunca más verilamos a nuestros padres”, contó Ángel. También los obligaban a despertarse en medio de la noche y, si no lo hacían, les agitaban con fuerza, incluso a niños de cinco años. Ángel volvió a reunirse con su madre y, tras un mes detenidos en otro complejo, ambos fueron excarcelados.

Decenas de abogados, intérpretes y otros voluntarios recorrieron el sudoeste del país en junio y julio para entrevistar a padres y menores sobre las condiciones en las celdas, centros de detención y albergues juveniles.

La conclusión del relevamiento es que los niños han experimentado “hambre forzada, deshidratación forzada, privación del sueño forzada”, dice Peter Schey, un abogado que ha pedido a la corte que designe un supervisor especial para que se cumpla con el acuerdo. “Están aterrorizados y es hora de que las cortes y el público escuchen sus voces”.

El testimonio de Ángel es uno de los 200 recabados en junio y julio por las organizaciones sociales e incluidos en una demanda en un tribunal de California contra el gobierno de Trump.

Acorralado por el repudio internacional, Trump dio marcha atrás, el 20 de junio, con la separación de familias, iniciada en abril cuando la Fiscalía empezó a presentar cargos penales contra cualquier adulto que entrara ilegalmente a Estados Unidos. Eso implicaba encarcelar a casi todos los padres y separarlos de sus hijos. Un juez impuso un estricto calendario de reunificación de las alrededor de 2.600 familias que fueron separadas.

La demanda aduce que el Gobierno de Trump está incumpliendo un fallo judicial de 1997, conocido como el Acuerdo Flores, que dictaminó que un menor, solo o con sus padres, no puede estar detenido más de 20 días y cuando esté en custodia debe tener cubiertas sus necesidades básicas, como agua, comida o atención médica.

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