Las nuevas designaciones en la Junta Electoral

Las nuevas designaciones en la Junta Electoral

El nepotismo es una práctica antigua que ha hecho carne en una buena parte de nuestra clase dirigente, Es la desmedida preferencia que algunos dan a sus parientes para las concesiones o empleos públicos. Individuo que llega a una situación de poder, por lo general, lo primero que hace es nombrar en cargos del Estado a familiares directos, parientes o amigos. Esta acción está estrechamente vinculada con lo que se conoce como empleomanía.

En nuestra edición dominical, informamos que la planta de personal de la Junta Electoral Provincial (JEP), organismo que se ocupa de organizar y fiscalizar los comicios creció el 45% en los últimos tres años, 31 puntos porcentuales más que el aumento registrado en la administración pública en el mismo plazo. Luego de las elecciones de 2015, la institución pasó de 40 agentes a tener 58. Entre los 18 nuevos ingresantes figura la hija del vicegobernador de la provincia y vocal de la Junta. La resolución del 27 de abril pasado señala que Ana Belén Jaldo ingresó a la planta permanente con el cargo de prosecretaria “C”, con un sueldo básico de $51.000. No es, por cierto, el primer caso de nepotismo. En 2010, Lourdes Goane, hija del vocal decano de la Corte, René Mario Goane, entró como encargada principal y actualmente es prosecretaria “C”. En 2014, le tocó el turno a Juan Pablo Estofán, hijo del vocal y presidente de la Junta hasta el año anterior, Antonio Estofán, que es en la actualidad secretario “A”.

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Según el secretario de la JEP, no hay concursos para ingresar al organismo; los nombramientos son decididos por sus autoridades. La asignación de cargos en forma discrecional, por la mera voluntad de las autoridades, rige desde siempre en la JEP. Por otro lado, el engrosamiento de la planta de personal va a contramano de la decisión del Poder Legislativo de dar de baja a comienzos de mes a 600 partidos políticos municipales y comunales, es decir que no serían necesarios más empleados.

El nepotismo en nuestra provincia ha cumplido, por lo menos, un bicentenario. Recuerda el historiador Carlos Páez de la Torre (h) que el 30 de diciembre de 1817, Feliciano de la Mota Botello, que había sido designado gobernador de Tucumán, ofició al Cabildo de Catamarca, que estaba a punto de elegir un alcalde de primer voto, cargo que hallaba vacante. Sugería que la vacante se llenara con “persona que no tenga parentesco afín ni sanguíneo con el teniente de gobernador... a causa de los celos que motiva esta circunstancia en el resto de los ciudadanos, que ven refundidos los empleos en una sola familia, y el agravio que se infiere a los beneméritos que se posponen”, agregaba Mota Botello.

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La designación de la hija del vicegobernador en un organismo clave mancilla una pretendida transparencia institucional si su padre se presenta nuevamente como candidato en 2019.

El nepotismo está reñido con la ética. Para eliminar la designación individuos en cargos para los que generalmente, no están preparados, se debería jerarquizar la administración pública, convirtiéndola en carrera terciaria o universitaria. Para ingresar a ella, se debería tener el título y rendir un examen acorde con las exigencias.

Estas acciones no sólo constituyen un pésimo ejemplo para una ciudadanía cada vez más escéptica de sus dirigentes, sino que atentan contra la democracia.

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