La zaranda del oficialismo

¿La eliminación de los partidos municipales y comunales marca el principio y el final de la reforma electoral? Probablemente, no. Aunque por un camino paralelo al marcado por las propuestas de la oposición, el oficialismo avanza en dos direcciones para calmar la ansiedad de la sociedad sin poner en riesgo su poderío electoral: nuevas restricciones a las agrupaciones provinciales y el ya anunciado rediseño del órgano que fiscalizará los comicios.

En la sesión del miércoles, el oficialismo zarandeó por primera vez a los acoples. Empezó, como en cualquier cirugía, desde afuera hacia adentro. La primera herida infringida al sistema electoral que diseñó el alperovichismo es superficial. De no mediar algún imponderable, alrededor de 600 agrupaciones vecinales caerán. Aunque la cifra por sí sola impacte, el daño en el tejido territorial es ínfimo para el espacio gobernante. Los más perjudicados, en todo caso, podrían ser los postulantes a intendente de partidos acoplados a los grandes frentes, muchos de los cuales rastrillaron sus candidaturas en 2015 apelando a las estructuras locales. La muestra más elocuente de que la modificación no aflige a la Casa de Gobierno es que no se alzaron voces de rechazo desde el interior. Por el contrario, los únicos que se quejaron públicamente fueron los concejales de Yerba Buena Marcelo Rojas y José Macome, electos por una fuerza municipal pero enrolados en Cambiemos. La otra veintena de ediles ungidos por espacios locales (sobre un total de 182 bancas en 19 municipios) avaló con su silencio la modificación. Por lo demás, no hay intendente ni delegado comunal que haya sido electo en 2015 por esta categoría de sellos.

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La aprobación de esta norma desnudó dos verdades. La primera, que lo que vaya a tratar en el recinto el oficialismo nada tiene que ver con lo que fue expuesto en el libro Tucumán Dialoga, del que participaron decenas de organizaciones. La segunda, que la oposición carece de una estrategia política. La sesión del miércoles expuso la fragilidad de la alianza opositora; hasta horas antes de sentarse en el recinto no había acuerdo sobre cómo responder al embate del Gobierno. Algunos representantes de Cambiemos se fueron refunfuñando porque pretendían levantarse del recinto al momento de tratar el asunto electoral. Al haberse quedado sentados y dado la discusión, entienden, legitimaron una avanzada del oficialismo sin haber obtenido nada a cambio. “Nos tuvimos que aguantar cuatro horas de exposiciones para algo que sólo les sirve a ellos”, se quejó un legislador macrista. Tampoco pasó desapercibida la ausencia en esa sesión clave de Alfredo Toscano, el principal escudero del intendente Germán Alfaro. Pero hay una trampa más: ¿pagará el costo político Cambiemos de judicializar la primera limpieza de los cuartos oscuros? Sería la mejor campaña para el oficialismo.

Tras ese primer paso, en el oficialismo ya iniciaron consultas para aplicar un filtro más a los acoples. Tampoco es de esperar un cinturón tan ceñido que incomode a los principales caciques territoriales del peronismo, pero sí algunas restricciones para la continuidad de los partidos provinciales. En pie quedaron alrededor de 90 estructuras, con los inscriptos ante la Junta Electoral Nacional, por lo que la depuración podría extenderse un poco más. Ya se iniciaron consultas con integrantes de los tribunales federales y locales para evaluar alternativas. Se baraja desde elevar el piso de afiliados hasta de un plazo para presentar nuevamente las fichas de inscriptos con algún grado de certificación que las avale. Mientras se cierra esta idea, el Gobierno se entretiene con la discusión interna de sus rivales respecto de acompañar o no la nueva integración de la Junta Electoral: los dos lugares para la oposición en ese órgano funcionan como una dulce irresistible para algunos.

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Juan Manzur y Osvaldo Jaldo cerraron una semana inmejorable, en buena medida impulsada por el yerro político del senador José Alperovich. Si algo le servía al ex gobernador era que el actual mandatario mantuviera esa imagen difusa y tibia. Esa indefinición separaba a Manzur de la dirigencia. Pero Alperovich lo precipitó a que se definiera y, así, terminó por encolumnar al justicialismo detrás de la actual fórmula. Y, como corolario, el ex gobernador corre el riesgo de quedarse sin una estructura en el interior. Porque, aunque no vayan a decirlo en público, los partidos que quedaron en carrera responden todos al oficialismo institucional. Se ve, la primera zaranda tuvo un principal destinatario.

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