La Casa Sucar convertida en Museo de la Ciudad

La Casa Sucar convertida en Museo de la Ciudad

Siempre es una buena noticia, especialmente en Tucumán, cuando se lograr preservar una pieza valiosa del patrimonio arquitectónico y además se la incorpora activamente a la vida cultural de la comunidad. Tras una larga lucha de un tenaz grupo de ciudadanos, la Casa Sucar reabrió sus puertas ayer en Salta 532.

El inmueble, adquirido por la Municipalidad de San Miguel de Tucumán, es ahora la Casa Museo de la Ciudad, donde el visitante puede acceder a la historia de nuestra capital desde la primera fundación hasta la década de los 80.

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El jefe municipal del Departamento de Planificación Urbana y arquitecto coordinador del proyecto dijo que se buscó conservar los valores singulares de la casa, a partir de estudios y recomendaciones del Instituto de Historia y Patrimonio de la Facultad de Arquitectura. “Fue un trabajo arduo, pero se logró recuperar gran parte de esos elementos”, afirmó. Se indicó que la Municipalidad quiere convertir el nuevo espacio en un centro de referencia histórica, que sirva para aportar información precisa a investigadores.

El inmueble, que data de 1923, es una pieza de indiscutible valor arquitectónico; un singular exponente de calidad, tanto tipológica (villa suburbana sobre bulevar), como estilística (modernismo hibridado con otras corrientes propias de principios del siglo XX). “Desde el punto de vista urbano integra, junto con las propiedades vecinas, un conjunto de excepcionales características morfológicas de una cuadra de irrepetible significado paisajístico-ambiental”, según el Colegio de Arquitectos de Tucumán.

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La casa fue construida por la familia Barbieri y se la conoce en la actualidad por el nombre de la última familia que la habitó: los Sucar. El arquitecto Luis Lucena y los artesanos italianos Perinotti y Colotti fueron sus constructores. En 1939 fue adquirida por Musa Salim Melhem, de quien la heredó su hija Hortencia Melhem de Sucar. En 2003, siendo propiedad de Vicente Lucci, fue restaurada y destinada a la fundación que él creó. Los herederos del empresario habían planeado demolerla y comercializar el espacio. La Casa Sucar se convirtió entonces en un símbolo de la resistencia de un puñado de ciudadanos que desde 2012 vienen evitando su demolición e impulsaron la modificación de la ley N° 7535.

Desde 2007, el patrimonio arquitectónico viene siendo amenazado y vapuleado. Las marchas ciudadanas “Tucumán no se vende”, gestadas entre el 21 de diciembre de ese año y el 7 de marzo de 2008, impidieron que el Gobierno provincial desafectara del sistema patrimonial seis inmuebles históricos para venderlos.

Dos gobernadores se negaron a adquirir el inmueble para la Provincia y así evitar su demolición; el actual intendente de San Miguel de Tucumán tomó la decisión política de hacerlo y recuperar este bien para la ciudad. Si bien la medida fue un acierto, nos parece que la conservación del patrimonio no debe responder a la voluntad circunstancial de un funcionario, sino a una política específica sobre el área, que evite que la piqueta siga avanzando impiadosamente sobre propiedades de valor arquitectónico o histórico, como sucedió hace pocas semanas con la vivienda que perteneció al dos veces gobernador Miguel Campero. Es indudable que el mérito de que la Casa Sucar siga viva se debe a la tenacidad de un puñado de ciudadanos que lucharon durante un lustro para conseguir el objetivo.

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