Del sillón al avión

Del sillón al avión

Alperovich quedó en off side después de las decisiones del gobernador. La reunión con Pichetto y un tirón de orejas del gobernador. La incómoda mentira que deja fuera de juego a los policías mentirosos. Pasajeros de avión.

Hace tiempo cuando José Alperovich gobernaba, algunos de sus funcionarios era fuertemente criticados por la oposición. Recibían ácidas críticas Pablo Yedlin, entonces ministro de Salud, que lo cubría a su antecesor Juan Manzur, y Alfredo Calvo, quien estaba al frente de la SAT. Una tarde un grupo de periodistas esperaban en el antedespacho de la Casa de Gobierno. De repente, se abrió el despacho del gobernador José Alperovich, y éste, levantó la voz para que todos lo escucharan: “ustedes no se preocupen por lo que digan y por lo que los denuncien. A ustedes lo único que les tiene que importar es lo que yo pienso”. Fue una forma de respaldar a su gente, pero también de dejar en claro su desinterés por la opinión pública y por el trasfondo de los hechos. Sólo importaba su interpretación.

Esta semana, una vez más Juan Manzur hizo esfuerzos por diferenciarse de quien lo catapultó a la máxima magistratura de la provincia.

Fue una sorpresa. Inesperada. No habían pasado ni cinco horas de que Bernardo García Hamilton había despotricado contra José Alperovich y ya había dejado de ser secretario de Relaciones Institucionales de la provincia.

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Al funcionario le faltó cintura para encarar esta situación. El oficialismo tucumano vive en un caja de cristal. Hay dos figuras principales en la cúspide del poder y un tercer hombre que cada vez se siente más poderoso apoyándose en las huestes peronistas. Bernardo García Hamilton se puso el traje de escudero de Manzur, desenvainó la espada y empezó a tirar sablazos sin darse cuenta de que el enemigo del gobernador no es quien lo ayudó a subirse al pedestal y a sentarse en el sillón de Lucas Córdoba. Tampoco se dio cuenta de que Manzur, es más claro en sus gestos que en sus dichos. Por eso apenas despotricó contra Alperovich se quedó sin cargo. Manzur no quiso explicar nada, pero sus exégetas se animaron a manifestar que “Juan es así, no va a dejar que haya agravios. Este gobierno llegó golpeado y agredido por todos y no le gusta que esas formas se mantengan”. La frase se bisbisea en Casa de Gobierno, pero tiene la certeza de que así piensa Manzur.

Es difícil creerla. Es más fácil pensar que los hilos de titiritero de Alperovich no se cortan. Sin embargo, las pintadas “Jaldo-Manzur” desmienten esta aseveración. Son las tijeras que han cortado los hilos. El gobernador antes de subirse una vez más a su avión y de viajar al exterior se puso el traje de canciller (el que más le gusta) lo llamó a Bernardo García Hamilton y le pegó un tirón de orejas. Mientras tanto, Alperovich mira las pintadas y los dirigentes que ponen las firmas y siguen agregando nombres en la columna que él llama de los traidores.

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Manzur no grita como Alperovich, no tiene gestos ampulosos, pero, en los últimos tiempos la cuantificación de sus gestos han tomado más valor que el dólar.

El avión y la libretita

En este afán de ir del “sillón al avión”, el miércoles pasado el gobernador se encontró sentado en el despacho del senador Miguel Ángel Pichetto. No estuvieron solos. El otro no era el mismo de siempre. Era Osvaldo Jaldo. La último vez que habían citado a los gobernadores a la Cámara Alta, Manzur se había quedado en la provincia y Alperovich había ocupado su lugar como si el terreno del Senado fuera de su propiedad exclusiva. Esta vez no sólo no estaba el ex gobernador sino que además se había sumado Jaldo, quien ha pasado de fans número 1 de Alperovich a enemigo número 1. Debe encabezar la lista en la libretita de José.

Pichetto recibió al gobernador y al vice y antes de sentarse agradeció el apoyo que le dio Manzur en la última reunión que el mandatario tuvo con el presidente Mauricio Macri. En aquel momento había elogiado al senador por el tratamiento que había tenido en el proyecto tarifario que pergeñó el peronismo.

El rionegrino no dejó de despotricar contra la situación económica del país y se defendió diciendo que se lo acompañó en demasía al gobierno nacional y que este no sabe reconocer esos apoyos. Por eso no dejó de advertirle a Manzur que cuando el Ejecutivo Nacional mande el presupuesto habrá que estar atento a la letra chica del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y a las exigencias con las provincias.

Los “sijuanistas” reconocen que el encuentro sólo tuvo rédito político para el entorno. Sirvió para que quede claro que Juan no necesita a José para que le abra puertas en Buenos Aires y para que Jaldo se quede más tranquilo y sospeche menos de que Manzur pueda traicionarlo en 2019.

“Éramos pocos...”

Manzur tiene más entusiasmo que los jugadores islandeses después de empatarle a Argentina. El viernes viajó tres horas a Buenos Aires (ida y vuelta). Estuvo 40 minutos con el embajador de los Estados Unidos, Edward Prado, volvió y siguió su actividad en la provincia. Ya estuvo 48 horas en el sillón de la Casa de Gobierno y ahora quiere subirse de nuevo al avión. El martes emprenderá vuelo a los Estados Unidos. No se va solo. Lo acompañará el rector de la UNT, José García. No faltará un grupo de empresarios como es costumbre en las expediciones que suele hacer al exterior. La sorpresa es que el rector viajará con el mismísimo secretario general de la UNT, el sempiterno José Hugo Saab. ¿Éste será otro nombre que se sumará a la listita de Alperovich?

Juro decir una mentira

Por estos días una de las tareas más difícil de ejercer debe ser la de juez. El miércoles se confirmó esta afirmación. El señor Fernando Maruf se convirtió en el sexto hombre que jura decir la verdad y nada más que la verdad y, finalmente, lo descubren mintiendo.

Ser juez hoy es tener que dictar sentencia en base a supuestas verdades que seguramente alguien se encargará de desmentir.

El juicio que se está desarrollando por la muerte de Paulina Lebbos es el monumento de la mentira. El objetivo es encubrir y tapar. Esa es la premisa con la que llegan a Tribunales personas que tuvieron una responsabilidad pública. Se trata de policías que que tenían en sus manos la obligación de cuidar al ciudadano, entre otras cosas.

Maruf se rasga las vestiduras y asegura que no había filmado nada de los operativos hechos en la búsqueda tras la muerte de Paulina. Sin embargo, en un video aparece con una cámara filmando.

El cabo Bernabé Fierro tiene tantos problemas de memoria que nunca pudo recordar quién le daba las órdenes en Tapia cuando fue a buscar el cuerpo de Paulina. Y, finalmente, quedó preso cuando quedó claro que tenía más contradicciones que palabras. Los comisarios Daniel Día, Hugo Sánchez, Raúl Lobo y Raúl Ferreyra se enredaron también en los sinuosos vericuetos de la sinceridad.

En esta causa donde parece que todos hubieran hecho imperiosos esfuerzos por disfrazar la verdad o por lo menos de ocultarla es donde en algún momento los jueces deberán dar su veredicto.

Semana accidentada

La media sanción de la ley de despenalización del aborto ha ratificado que la sociedad está dividida en dos. Como cuando se eligió presidente en 2015 o como cuando se votó la famosa ley 125. La sesión de Diputados dividió la semana en dos. Pero inesperadamente sirvió para diluir el vuelo del dólar. Así como la pasión mundialista puso en segundo plano y disimuló el golpe que sufrió la magistrada Alicia Freindemberg. Ese accidente puso en duda si mañana se conocerá la sentencia sobre la culpabilidad del ex titular de la DAU, Miguel Ángel Brito.

En los útimos minutos de la semana, el presidente Macri decidió desplazar a dos funcionarios que habían sido clave como Francisco Cabrera y Juan José Aranguren. La ley de la costumbre repite que cuando hay mundial todo espera a que termine. Parece que, justamente, la costumbre de no respetar las leyes va a imponerse en este Rusia 2018.

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