Más dudas que certezas

Más dudas que certezas

El pobre rendimiento de la Selección y el empate con Islandia abre muchos interrogantes en la definición del grupo D.

CON DESTINO DE RED. El “Kun” Agüero ya sacó el potente remate de zurda para abrir el marcador y poner a Argentina 1-0. reuters CON DESTINO DE RED. El “Kun” Agüero ya sacó el potente remate de zurda para abrir el marcador y poner a Argentina 1-0. reuters

Este es el momento de poner la pelota bajo la suela, porque si no mantenemos la calma asoma un horizonte de Cancha Rayada. La Selección decepcionó a todos, empezando por sí misma. Lionel Messi estuvo más a la altura de las circunstancias fuera que dentro de la cancha. “Soy el responsable”, dijo, asumiendo el liderazgo en el discurso. Argentina empató, pero las sensaciones son las de una derrota y eso es grave. Se percibe un escepticismo en el ambiente que, de tan nocivo, puede provocar un efecto cascada. Hay tanto para criticar y tan poco para rescatar que el análisis corre el riesgo de tomar la forma de una lápida. Y el equipo no sólo está vivo, sino que cuenta con el potencial para hacer borrón y cuenta nueva. ¿Podrá?, es la pregunta del millón.

“¡Que no lo patee Messi!”, se escuchó cerca de la zona de prensa. Es cierto, fueron varios los penales que Messi falló en Barcelona. Le había pasado con la Selección en la definición de la Copa América. Ayer su remate fue el sueño de todo arquero: a media altura, llamativamente anunciado. A este capítulo de la formidable biografía de Messi le falta demasiado recorrido, pero empezó mal. Las alarmas están encendidas. No puede decirse que se haya “escondido”, que no haya intentado. Naufragó en las borrascosas aguas de la defensa islandesa, una flota de galeones que hubiera barrido al propio almirante Nelson. Las culpas propias se reparten con los pecados ajenos, porque nadie fue capaz de devolverle a Messi una pelota redonda y limpita, de esas que él suele regalar. Sin interlocutores y después de errar el penal, se le fue apagando la llama. Ni siquiera lo acompañó la suerte, porque sacó un zurdazo espléndido que se desvió por milímetros. Messi llegó a Rusia decidido a ser la figura del Mundial. Ayer se vio la cara menos amable del genio. Los memes comparándolo con Diego Maradona y con Cristiano Ronaldo no ayudan.

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Si Messi quedó en deuda, qué decir del equipo. El partido salió tal como el planeta fútbol sabía: la pelota para Argentina (¡73 a 27 en la posesión!”), Islandia abroquelada para salir de contra. Con el libreto en la mano, la Selección no supo recitar las líneas. O quizás nunca lo aprendió y esa sí es una falencia imperdonable. Tuvo paciencia, pero jamás supo acelerar ni generar espacios. Careció de pequeñas sociedades capaces de abrir la muralla rival. Nadie gambeteó, faltó repentización. Ni siquiera equivocó los caminos: nunca los encontró.

Islandia es un equipo dignísimo que sabe lo que quiere. Pero no es Alemania. En el segundo tiempo ni siquiera se animó a atacar. Menos mal, porque las pocas veces que lo había intentado reveló que la defensa argentina se descalabra, descoordinada. Un par de toques bastaron para dejar en jaque a la última línea. Con poquito, casi con nada, los islandeses llegaron al gol y apuraron dos veces más a Wilfredo Caballero: una terminó con un remate desviado (todavía iban 0 a 0) y la otra fue una gran tapada del arquero. Este es tema central, porque se vienen adversarios más calificados. El poder de fuego de croatas y de nigerianos es superior al islandés. Y sin seguridades en el fondo no hay mucho más de qué hablar.

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Jorge Sampaoli, muy criticado por estas horas, debió volver sobre sus pasos en pleno partido. Comprobó que el doble cinco defensivo no hacía falta, porque a Islandia nunca le interesó disputar la pelota en el medio, y mandó a la cancha a Éver Banega en lugar de Lucas Biglia. Otro que se estancó a mitad de camino fue Eduardo Salvio, sin un extremo al que marcar y con la ruta por la banda derecha obturada. No fue lateral ni puntero. Las decisiones del DT se mueven por una cornisa. Biglia no fue el único histórico de bajas prestaciones, porque rindió más Cristian Pavón en un puñado de minutos que Ángel Di María durante el resto del partido. Sergio Agüero hizo lo que debía en el área cuando le otorgaron un par de centímetros, fue un golazo. Le faltó llenar otro casillero clave: el de la sociedad con Messi. Por regularidad y sentido de la ubicación, por peso propio, Javier Mascherano lució un poco mejor. Pero hasta ahí nomás.

La cuestión es cómo jugarán todos estos conceptos en la cabeza de Sampaoli con miras al cruce del jueves. No estaba en los planes marcharse del Spartak Stadium sin los tres puntos en la alforja, así que el resultado modifica los planes y las previsiones. El Grupo D está peligrosamente abierto y por culpa de este 1 a 1 el duelo con los croatas adquirió mucha mayor delicadeza. Puede ser un mazazo, o puede ser el inicio de otro recorrido para la Selección. Ese que todos imaginan, o al menos desean, pero que por lo visto en la soleada tarde moscovita se mantiene con forma de interrogante.

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