Que se metan en el subte

Que se metan en el subte

OTROS TIEMPOS. Durante el Mundial de México 86, Maradona y Valdano habían criticado a la FIFA porque cedió ante la TV. OTROS TIEMPOS. Durante el Mundial de México 86, Maradona y Valdano habían criticado a la FIFA porque cedió ante la TV.

“A veces pareciera que los jugadores viven dentro de un subte”. Más de una vez escuché -e, inclusive, compartí- esa frase, de tono crítico. Porque siempre admiré a los ídolos deportivos comprometidos con su tiempo; como el inolvidable Muhammad Alí, por ejemplo: despojado de su título y condenado a la cárcel cuando se negó a combatir en la guerra de Vietnam. Imposible olvidar, entonces, cuando, por citar un ejemplo nuestro, Diego Maradona y Jorge Valdano desafiaron en pleno Mundial de México nada menos que al presidente de la FIFA, Joao Havelange. Le habían dicho que jugar en el Distrito Federal, al mediodía y en la altura, con sol ardiente y elevadas humedad y temperatura, sólo para favorecer a la TV era algo así como una estafa para el público.

“Cállense y jueguen”, les ordenó Havelange. “Las órdenes -había contestado Valdano- son las respuestas de los dictadores”. Maradona, fácil para él, subió la apuesta; y nosotros, los periodistas, felices con la polémica. No Carlos Bilardo. Preocupado, el DT pidió a sus jugadores que por favor pusieran fin al asunto. El “Narigón” entendió que no era bueno que sus jugadores sumaran más desgaste a la tensión inevitable de la competencia. Y menos aun confrontar con la FIFA, algo inconveniente cuando se aspira a ganar el Mundial. Maradona, entonces, se puso “en foco” como nunca. Dentro y fuera de la cancha.

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A abstraerse

Por eso, aunque resulte paradójico, comprendo ahora como nunca la importancia de que los jugadores de la Selección “se metan dentro del subte”. Que se abstraigan de todo, porque falta menos de una semana para el debut. Porque están por jugar acaso los partidos más importantes de sus vidas; y en los alrededores ha sucedido de todo. Primero fue el susto de Gabriel Mercado, que pisó mal y salió en camilla en el clásico Sevilla-Betis. Luego, aquel ya lejanísimo -aunque sucedió hace menos de un mes- rodillazo de Alejandro “Papu” Gómez, que resintió de su lesión a Lucas Biglia. Cuando la Selección inició los entrenamientos, se conoció la caricatura crítica del padre de Nahuel Guzmán contra el DT, Jorge Sampaoli. Se lesionó Sergio “Chiquito” Romero, y Guzmán hijo terminó otra vez dentro del plantel. Ya en Barcelona saltó primero la foto de Cristian Ansaldi con su mujer en el jacuzzi, hoy una pavada en medio de tanta bala. Porque luego llegaron la visita anulada al Vaticano y los enojos, del mundo árabe -primero- y de Israel -después-. Hasta el presidente de la Nación sabía ya desde marzo que el amistoso contra Israel estaba programado en Jerusalén. Lo revela una carta del premier Benjamin Netayahu a Mauricio Macri. “He instruido las más relevantes autoridades a hacer todos los preparativos necesarios para que el partido tomen lugar en Jerusalén, nuestra capital eterna”, escribió Netayahu a Macri. Y cerraba la carta: “Para mí será un placer recibirlo en Jerusalén y reafirmar la creciente amistad entre nuestros países”. La cancillería argentina, sin embargo, tomó distancia la semana pasada diciendo que se enteró hace 10 días que el partido iba a jugarse en Jerusalén y que envió un alerta a la AFA. Y el propio Macri sugirió el jueves ante la prensa que se sintió incómodo por el llamado de Netayahu mediante el cual le pedía si podía revertir la negativa de los jugadores.

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Casi toda la prensa apuntó contra Claudio “Chiqui” Tapia, que cedió ante la tentación del buen dinero. Pero, claro, siempre es más fácil pegarle al presidente de la AFA que al de la Nación. Tapia ayudó a sus críticos cuando dijo que decidió cancelar el partido como “un aporte a la paz mundial”. Pero su frase tiene algo de cierto. El medio centenar de palestinos muertos y los miles de heridos en la última protesta por la mudanza de la embajada de Estados Unidos a Jerusalén dan fe de ello. Puede argumentarse que Messi, que tiene un patrocinador israelí, no quería ver su imagen manchada en el mundo árabe. Y que la AFA tampoco, porque precisará los votos de la región si efectivamente se postula junto con Uruguay y Paraguay como sede del Mundial 2030. Pero, aun con su inevitable desprolijidad, fue acertada la decisión de los jugadores de negarse a jugar en Jerusalén. De parar la pelota y recordarle al Gobierno, a la AFA, a Israel y a quien fuera que, en definitiva, son ellos los que jugarán el Mundial. Los que salen a la cancha.

No hubiese sido bueno arriesgar tanta tensión a una semana del debut. La seguridad, es cierto, estaba garantizada. Pero la manipulación también. Todos se llenan la boca diciendo que no debe mezclarse el fútbol con la política. ¿Pero no fue acaso el Gobierno nacional el que dio empuje a este amistoso? ¿Y no decidió acaso Israel mudarlo a Jerusalén, por una cuestión política, visita incluida de Messi al Muro de los Lamentos, foto que debía dar la vuelta al mundo? “¿Hay otra propaganda mejor que esa?”, llegó a preguntarse Miri Regev, ministra de Deportes y Cultura de Israel. Más fácil echarle la culpa a Palestina, claro. Cuando todo parecía calmarse, el viernes se lesionó Manu Lanzini, titular seguro. Ayer fue reemplazado por Enzo Pérez. Todas las previas mundialistas tuvieron problemas. Esta ha sido una de las más agitadas. Tal vez ayudó a fortalecer vínculos entre los jugadores. Y, en medio de la tormenta, Sampaoli pudo entrenar como nunca.

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