Volvió el reloj despertador y lucha por desbancar al celular en la mesa de luz

Volvió el reloj despertador y lucha por desbancar al celular en la mesa de luz

La necesidad de sacar el teléfono móvil de la habitación trae de vuelta los clásicos aparatos que antes nos levantaban. Eligen diseños retro.

LOS BENEFICIOS DEL VIEJO DESPERTADOR. Gracias a él nos podemos desconectar de los celulares y tener un sueño más profundo y placentero. LOS BENEFICIOS DEL VIEJO DESPERTADOR. Gracias a él nos podemos desconectar de los celulares y tener un sueño más profundo y placentero.

En una vitrina cerrada hay varios despertadores que pasan casi inadvertidos. Un reloj está parado a las 6.45. Otro, con las clásicas campanas, se estancó a las 9.05. Una mujer entra al negocio de la galería La Gran Vía y pregunta por ellos: “¿me dice el precio por favor? Necesito comprarme uno”.

Estuvieron arrinconados durante varios años. El tiempo parecía haberse detenido para ellos. Pero hoy estos aparatos están de vuelta. Su inesperado regreso con gloria no es una cuestión de nostalgia. Es por salud que retornan a las mesas de luz. Lo recomiendan cada vez más los médicos clínicos y los especialistas en trastornos del sueño: hay que sacar el teléfono celular de la habitación.

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Con la excusa de que tenemos en los móviles el despertador nuestro de cada día, los revisamos toda la noche, en varias oportunidades. O nos quedamos hasta tarde chequeando mensajes y redes sociales. Esto está causando cada vez más problemas de salud. Sobre todo teniendo en cuenta que en los últimos cuatro años se triplicó la cantidad de personas que tienen celulares inteligentes: hoy se calcula que ocho de cada 10 personas acceden a internet desde dispositivos móviles.

“Las pantallas de celulares, brillantes y luminosas, son un arma de doble filo a la hora de tener que conciliar el sueño. Con la tecnología restamos horas de sueño y las consecuencias para la salud son serias: se generan muchos desequilibrios metabólicos y hormonales” explica el neumonólogo Santiago Assaf, de la Unidad de Epilepsia y Trastornos de Sueño del Hospital Avellaneda. El siempre aconseja a sus pacientes evitar el uso de teléfonos antes de dormir, al igual que de tablets.

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Erika Carmona (33 años, empleada bancaria) decidió sacar el celular de la mesa de luz cuando notó que se despertaba varias veces de noche para ver los mensajes. “Además, a la mañana estaba ansiosa y el teléfono era lo primero que agarraba. Ya no quería seguir así; parecía una adicta”, confiesa. Otra medida que tomó es silenciar el móvil cuando hace gimnasia, para poder desconectarse. “Me costó adaptarme... fueron dos semanas. Ahora ya no lo extraño en mi cama”, detalla.

Zulma de Homsi, de una relojería ubicada en la galería Rose Marie (Maipú 150), contó sorprendida este dato: hasta hace unos meses solo de vez en cuando un cliente ingresaba a pedir despertadores. Pero ahora los piden cada vez más. “La gente está volviendo a estos relojes tradicionales porque nota que duermen mejor. ¡Y se llevan más aparatos a cuerda que a pila!”, detalla.

En el local donde trabaja Adrián Navarro (en la galería Rose Marie) también notaron un mayor interés de los clientes por llevar despertadores. Quieren reemplazar esa función del celular no solo por salud: “si tienen el sueño pesado no escuchan la alarma del teléfono. Me piden el más ruidoso. Por eso les gusta el reloj con las clásicas campanas”, destacó.

En el negocio que atiende David Chaván, en la galería Maipú, cada vez más jóvenes se acercan a comprar despertadores. Ellos quieren los clásicos, los que son a pila y suenan bip-bip, bip-bip, detalla. No obstante, la “estrella” que desde la vidriera seduce a los clientes es un diseño vanguardista en color rojo, con grandes campanas.

“Creo que la gente está tomando más conciencia sobre la importancia de desconectarse del celular, al menos de noche”, reflexiona Lisandro Robles, de un comercio de la galería la Gran Vía. Sobre el mostrador coloca una veintena de despertadores que acaban de llegar al negocio: están los cuadrados con agujas, los redondos con campanillas y uno con forma de corazón. También muestra los digitales, aunque aclara que esos no se venden tanto como los analógicos.

En la mayoría de las relojerías los precios son los mismos: estos aparatos que luchan por desbancar al celular en su tarea de levantarnos de la cama cuestan desde $100 o $ 200 hasta $ 700.

Lisandro, de 44 años, confiesa que él fue uno de los que se llevó a su casa un despertador: “igual todavía de noche sigo revisando el whatsapp, redes sociales y noticias. Después lo guardo en el cajón porque a mi esposa le molesta que se prendan y apaguen las luces cuando me entran notificaciones”.

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