El juego de Manzur
El juego de Manzur

Después de la semana que pasó, bien vale preguntar: ¿a qué juega Manzur? Tanto en el plano local como en el nacional navega políticamente entre roles de reparto y papeles principales a la vez. Confunde con esa ambigüedad que hasta parece deliberada y en la que se muestra nadando muy cómodo. En algún momento va a tener que recalar en alguna orilla. Por ahora nadie sabe a lo que aspira, y nadie le saca una definición o una mínima señal sobre lo que pretende, sólo un no hay que apurarse, no es tiempo. Sólo deshoja la margarita y hace cálculos sobre conveniencias personales: me voy, me quedo, sigo.

Hace unos cuantos días, en la noche del martes invitó a su residencia a una reunión privada a Alperovich y a la mañana siguiente se mostró en actos públicos junto con Jaldo. Frente al senador y al vicegobernador -que mantienen entre ellos una prudente y cautelosa distancia política-, el gobernador se presenta como la figura componedora, como la que es capaz de mantener unido y en el mismo barco al trípode que hegemoniza el poder en el oficialismo.

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Aunque los más detallistas y veteranos de las lides políticas reducen a dos el protagonismo final cuando en el medio de la discusión introducen el manejo de las “cajas” de la política. Son los que entienden que nadie hace política con “el bolsillo propio”, y que sólo se pueden manejar con los recursos del Estado. Lo decía un ex presidente patagónico.

Una imagen que no se viralizó

Con Alperovich a su lado, Manzur compartió una cena con varios de sus pares, Urtubey, Lifschitz, Zamora, Schiaretti, Peppo y con el secretario general de la OEA, Almagro. Curiosamente, de ese encuentro no hubo ninguna foto, ninguna imagen se filtró por las redes y se viralizó mostrándolos a todos juntos, menos una que incluyese al ex gobernador tucumano en el medio. Hubiese tenido proyecciones e interpretaciones a nivel nacional y en el plano provincial. ¿Por qué no ocurrió? La respuesta obtenida es que se trataba de una reunión íntima y que, por lo tanto, no era conveniente mostrar aspectos de la tertulia. ¡Justo cuando algún ojo de Cambiemos nacional .haya estado apuntando hacia ese lugar!

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Sin embargo, cuánto hubiera dado Alperovich por mostrarse en medio de esa Liga de Gobernadores, a la que ahora el macrismo le presta un poco más de atención porque necesita del peronismo disidente, dialoguista, institucional o no “K”; o como sea que lo llamen para tenerlo de acompañante de crisis. Cuando puede, el senador muestra casi mensualmente una foto en Twitter compartiendo un café o departiendo sonriente con el titular del PE en su casa o negocio. ¿Qué pasó esa noche que no se repitió el fogonazo interesado? ¿Hubo alguna indicación sobre “nada de fotos”?, ¿nadie debía aparecer más que otro o mostrarse con más peso que el otro?

Como sea, la ausencia de esa imagen provocó ruidos e interpretaciones variadas. Alperovich estuvo en el centro de la escena, pero no pudo disfrutar ni compartir su presencia gráficamente. ¿Será suficiente y tranquilizador para sus pretensiones que sólo se sepa que estuvo allí, sin pruebas? Tampoco dijo nada al respecto. En el Senado recobrará protagonismo cuando deba bajar o subir el pulgar al proyecto para retornar las tarifas a los valores de noviembre. El resultado será una posible señal de lo que pudo haberse conversado entre aquellas paredes.

También Jaldo guardó silencio al respecto. Supo sobre la presencia de la persona por la que juró en Diputados y ahora se distancia. Ninguno quiso esa foto, incómoda y políticamente incorrecta por ahora. El distanciamiento es lo que marca el momento, cada uno enfrascado en su propia estrategia, y eso es lo que debe mostrarse. Tampoco era la ocasión más oportuna para que salieran a flote las diferencias entre ambos “contendientes”, justo en medio de un encuentro político cuya dimensiones estaba muy por encima de la rencilla comarcana.

Si bien esa foto no apareció -y si existe se la mantiene bajo cuatro llaves-, sí se multiplicaron las que mostraron a Jaldo al lado de Manzur en cada acto del miércoles a causa del encuentro por el Zicosur. Manzur se preocupó por ubicarlo a su lado siempre. Un reconocimiento al acompañamiento del tranqueño a su gestión. Jaldo le juega bien; dicen en el entorno. Y en ese lugar político de socio permanecerá hasta el final del mandato por una decisión del gobernador. Si bien no está claro aún qué pasará cuando el jefe de Estado diga qué quiere hacer con su futuro político. En ese caso, las opciones no son muchas: o se mantiene en el plano local o aspira a algo más allá de la frontera provincial, porque por lo que se observa se mueve muy cómodo relacionándose con figuras políticas del mundo o teniendo contacto directo con empresarios; más parece disfrutar de comportarse como un canciller. En plano provincial sólo le queda aspirar a la reelección repitiendo la fórmula con Jaldo o restituirle el primer lugar a Alperovich.

De hecho, en la Casa de Gobierno, mientras se cumplían las ceremonias oficiales por el Zicosur, varios alperovichistas que merodearon por los pasillos gubernamentales se manifestaron convencidos de que Manzur cedería su lugar a su mentor. José volverá a ser gobernador; dijeron por lo bajo, convencidos de que no hay otra alternativa para 2019. Sin embargo, de la misma forma, varios funcionarios del gabinete sostenían que la fórmula de 2015 se va a repetir por una sencilla razón, por las “cajas”. Y porque Manzur-Jaldo hacen una buena dupla.

En pocas palabras, en este último grupo sostienen que Alperovich no pondrá dinero de su bolsillo para pelear por retornar a la gobernación: una campaña insume varios millones de pesos y hay que estar dispuesto a gastarlos, afirman. Estar en el Estado implica una ventaja respecto del que la juega desde fuera de los cargos públicos: la del clientelismo institucionalizado, que no sólo proporciona recursos sino que también acerca las adhesiones suficientes como para armar una estructura de poder.

Sin cimbronazos

Todo está por verse aún, y en este aspecto es central lo que decida Manzur, a quien cada vez le queda menos tiempo para dar a conocer cuáles serán sus próximos pasos. Entre las cosas que se escuchan es que el gobernador puede aspirar, por su perfil de hombre que gusta y disfruta de las relaciones públicas, a un cargo fuera de Tucumán, a un puesto de representación provincial o bien a uno nacional. De ser así, esto abriría una puerta impensada y provocaría un enfrentamiento de niveles inconmensurables por la sucesión entre los dos que están distanciados, a no ser que se pongan de acuerdo entre ellos y la sangre no llegue al río.

Las ambiciones siempre existen, tanto como las especulaciones que se puedan hacer respecto de las decisiones que puedan tomar Manzur, Jaldo y Alperovich en su intimidad. Todos esperan la del gobernador -que tal vez ya tomó una resolución y que sólo la comparte con su almohada-, que elija el momento adecuado para darla a conocer. Tal vez calcule hacerlo sin que lo que comunique provoque cimbronazos que hagan peligrar la gobernabilidad o la posible continuidad del PJ en el poder. O la suya.

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