Sugerirle sólo un acople al PJ es como pedirle a Barcelona que juegue una final sin Messi

Sugerirle sólo un acople al PJ es como pedirle a Barcelona que juegue una final sin Messi

Sugerirle al peronismo que reduzca la posibilidad del acople a un solo partido es como pedirle a Barcelona que no ponga a Messi contra el Real Madrid, sin que este -encima- tenga a Cristiano en el equipo. El acople es el hijo predilecto del oficialismo, el que más satisfacciones le viene dando: los resultados de los comicios de 2007 a la fecha lo atestiguan. Al votante lo puede seducir la intención de Cambiemos de reducir la oferta electoral en el cuarto oscuro, pero difícilmente suceda lo mismo en el PJ con la iniciativa “desacopladora”.

El peronismo va a defender el sistema de colectoras. Siendo mayoría en la Legislatura no facilitará el avance de esta propuesta. A lo sumo puede adherir al concepto de mantener el acople sin reforma constitucional que porta el proyecto de Cambiemos y acepte limitar los acoples, aunque jamás a uno. El peronismo es “acoplero” por naturaleza. Lo que reveló el oficialismo con su proyecto de eliminación de partidos municipales y comunales es que también quiere reducir la oferta electoral, pero manteniendo los partidos provinciales, sólo para sostener el acople.

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En 2015 había 103 de estas organizaciones de un total de 586 (incluyendo municipales y comunales). En ese marco, el PJ podría sugerir que los acoples se limiten a 20, 30 o 40, también sin tocar la Carta Magna, como lo propone la oposición. Entonces: ¿por qué unos quieren eliminar los partidos municipales y comunales y otros mantenerlos? Porque cada cual defiende su espacio de poder territorial. El oficialismo estima que se hace más fuerte con los partidos provinciales; la oposición piensa que con los partidos más chicos puede sacar alguna ventaja. Todo esto más allá de las consideraciones sobre derechos adquiridos o interpretaciones constitucionales.

Además, hay un aspecto a considerar desde lo conceptual en la propuesta de Cambiemos que, en principio, se muestra contradictorio: en la presentación del proyecto -que vino con varios errores de redacción, como que habla de elecciones abiertas, simultáneas y obligatorias- se aprueba la reglamentación del régimen de acople establecido en la Constitución, pero se rechazan las propuestas oficialistas de reglamentación de las secciones electorales en subsecciones geográficas, afirmando que son inconstitucionales. O sea que, más allá de la necesidad de mejorar el sistema de representación territorial y de la necesidad de transparencia de los procesos electorales, cada lado piensa en sus propias internas en el marco de la reforma electoral. Cuestión que, por cierto, está a medio camino tanto en el oficialismo como en la oposición.

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Con el acople, el peronismo resuelve sus conflictos internos en la elección general -tal como viene sucediendo- sin generar heridos antes de la votación. Puro pragmatismo político. En la oposición, en cambio, la impresión es que quieren resolver sus dificultades internas antes de los comicios, sin pensar en los heridos que dejan las internas y que luego se cruzan de bando, o deciden no jugar luego.

En lo que puede haber coincidencia con el PJ es en la creación de la Justicia Electoral, pero no con el papel de la Cámara en lo Contencioso Administrativo, ya que el Gobierno la considera un “cuco”.

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