René, el hombre que comenzó a “ver” el mundo cuando quedó ciego

René, el hombre que comenzó a “ver” el mundo cuando quedó ciego

La diabetes le quitó la visión, pero con Lupe como lazarillo descubrió que hay riquezas que, por vivir apurados, los videntes no saben apreciar.

 -MIMOS A MITAD DE LA JORNADA. René Font (49 años) y su perra Lupe, convertida en los ojos de su amo. LA GACETA / FOTOS DE ANALÍA JARAMILLO.- -MIMOS A MITAD DE LA JORNADA. René Font (49 años) y su perra Lupe, convertida en los ojos de su amo. LA GACETA / FOTOS DE ANALÍA JARAMILLO.-

Una mañana se despertó, se sentó en la cama y se preguntó: ¿y ahora qué hago? Hacía tres días que René Font (49 años) había entrado en el quirófano, bajo la advertencia del médico oftalmólogo: “te opero, pero no te doy garantía”. René había aceptado esa regla porque la diabetes que sufría desde niño lo había puesto entre la espada y la pared. La luz de los ojos se le fue apagando como una vela hasta que de la noche a la mañana -esa mañana- quedó en tinieblas. Había ingresado al mundo de los ciegos.

“Lo primero que hice fue reestructurar mi cabeza porque para cualquier persona que ha visto toda su vida y de golpe no ve, se le acaba el mundo”, dice René sentado al lado de la puerta de su negocio de venta de huevos. Atento a los ruidos que le informan quiénes pasan por la vereda, si los niños ya han salido de la escuela, si es el camión de la basura o si va a llover porque ya se siente olor a tierra mojada. Lupe, una perra Golden retriever de tres años, de pelaje suave y rubio, está echada a sus pies, con el hocico apuntando al aire que le trae novedades.

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“Cuando lográs pasar ese umbral y aceptás tu nueva condición, la perspectiva te cambia completamente -dice-. Cuando comprendés que tenés una oportunidad para aprender a vivir de otra forma, creo que ahí conseguís el permiso para vivir en el mundo de los ciegos”. Mientras René habla sus hijas, Agostina y Florencia, de 21 y 22 años, atienden el negocio. Sobre la pared de la huevería hay cartulinas pegadas con las lecciones que René ha ido aprendiendo en su viaje obligado: “Cada mañana, al abrir los ojos, naces de nuevo, recibes otra oportunidad para cambiar lo que no te guste y mejorar tu vida”. Otro dice: “El hombre maneja dos emociones fuertes, el miedo y el amor. ¿Cual es la tuya?”

Dos vidas

René sonríe y compara sus dos vidas: “yo antes vivía. Ahora sé vivir. Andaba todo el día, me levantaba a las 5 de la mañana, a veces a las 4, y no regresaba a almorzar a mi casa. Tenía una granja y pensaba que eso era la vida. Cuantas más gallinas tenía más huevos daban, y más dinero me entraba a mí. Antes yo era millonario pero pobre, ahora soy pobre pero soy millonario”. Lo dice emocionado, con voz decidida.

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“Hoy en día me acuesto bajo la sombra de un árbol con Lupe y siento la música que produce el viento con las hojas. ¡Yo tenía muchas tierras pero nunca había escuchado algo así ...!” De pronto se sorprende: “¡El universo me había puesto todo delante de mí para que lo viera, pero yo estaba ciego. Sólo ahora, que realmente estoy ciego, puedo verlo”.

En la escuela de su nueva vida René fue encontrando maestros. “Muchas personas, sobre todo ciegas, se cruzaron por mi camino y me ayudaron a manejar el bastón, a movilizarme, a orientarme. Yo las escuchaba y empecé a prestar atención a cosas que antes no me interesaban”, reconoce. De cuando en cuando Lupe se acerca para recibir una caricia.

La llegada de Lupe

“Está en estado de mascota”, aclara René señalando a su perra. Lupe también tiene dos vidas. Pero no sucesivas como las de su amo, sino simultáneas. Esta Golden cariñosa es una perra guía que René trajo desde Medellín, Colombia, donde la adiestraron especialmente para él. “Yo buscaba un perro guía y me sale la oportunidad de ir a Estados Unidos a buscar un perro, pero no me gustaba eso de tener que decirle sit down para que se siente. Yo soy argentino hasta la médula (ríe)”, cuenta.

“Sigo buscando un perro guía hasta que encuentro un chico en Buenos Aires que tenía un animal colombiano. Me comunico por internet con la fundación que adiestraba y me envían una solicitud primero y me hacen un test psicológico después. Hay que tener responsabilidad para cuidarlo. ¡Justo había una perrita para mi altura, con padres altos y que coincidía con mis características psicológicas! Después de tres meses volvimos los dos en avión, ella a mis pies en la cabina (porque hay leyes internacionales que regulan el tránsito con perros guías), y con un chip con todos sus datos”, relata.

Ahora René se levanta de su asiento y Lupe se pone en estado de alerta. Se deja colocar el arnés con mansedumbre. A partir de ahora comienza su vida de perro guía. Lo conduce por lugares seguros. Obedece las palabras “izquierda”, “derecha”, “puerta”. No se distrae. Entra al súper, a la farmacia, sube al colectivo... A pesar de que tiene un cartel en el arnés que reza: “No me acaries, estoy trabajando”, siempre hay alguien que sucumbe a sus encantos. “Cuando subo al colectivo, Lupe va directo al asiento reservado pero no falta la mujer que al ver a la perra que se acerca piensa que va a saludarla a ella. Entonces la acaricia y yo me quedo parado como un tonto”, refunfuña.  

Una vez Lupe lo salvó de caer al vacío: “en un centro médico quise tomar el ascensor. Abro la puerta que estaba un poco trabada y la perra se me atraviesa y no me deja dar un paso. Yo al principio no entendía qué pasaba, hasta que una señora me dice que el ascensor no estaba”.

Lupe sabe muchas cosas. Antes de ir al súper, René le hace oler un paquete de galletas y cuando llegan al negocio, ella se dirige directamente a la góndola donde René sólo tendrá que estirar la mano.

También le cuida la salud. “Cuando me sube la glucemia Lupe percibe un olor especial en mi piel por la producción de cetonas. Entonces me empieza a lamer las manos y ahí me doy cuenta de que se me ha disparado el azúcar y me controlo”, dice.

René es tan feliz con su perra guía que quiere ayudar a otros ciegos a conseguir un animal. Pero también pretende que la Municipalidad sancione una ordenanza que permita la circulación de perros guías. “A mí me ayudaría mucho para hacer una concientización. La gente no sabe de qué se trata y muchos se molestan cuando subo al taxi o entro al súper con el perro”, dice.

Ahora René y Lupe son un dúo. Los ojos de ella son los suyos. “Yo le doy gracias a Dios por haber quedado ciego -suelta-. Si hoy me preguntás si quiero volver a ver, te digo que no, porque he aprendido a ver mejor y a disfrutar de la vida”.


Perros guía
Adiestramiento  
“No cualquier perro sirve para adiestrar y no cualquier perro adiestrado sirve para cualquier persona. Lupe tuvo siete hermanos y la única que podía ser adiestrada como perro guía era ella”, cuenta René Font. Hay perros de asistencia para personas diabéticas, epilépticas y con otras discapacidades. En la página de Facebook Lupe y Rene, Font recibe todas las consultas de las personas acerca de cómo conseguir un perro guía. “Muchos piensan que es algo muy caro pero no es dificil, la fundación colombiana que adiestró a Lupe ofrece mucha ayuda”, destacó. 


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“No cualquier perro sirve para adiestrar y no cualquier perro adiestrado sirve para cualquier persona. Lupe tuvo siete hermanos y la única que podía ser adiestrada como perro guía era ella”, cuenta René Font. Hay perros de asistencia para personas diabéticas, epilépticas y con otras discapacidades. En la página de Facebook Lupe y Rene, Font recibe todas las consultas de las personas acerca de cómo conseguir un perro guía. “Muchos piensan que es algo muy caro pero no es dificil, la fundación colombiana que adiestró a Lupe ofrece mucha ayuda”, destacó. 

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