Lorenzetti insta a los jueces a tomar decisiones

Lorenzetti insta a los jueces a tomar decisiones

LLAMADO A LA ACCIÓN. Ricardo Lorenzetti (atril), Horacio Rosatti, Elena Highton, Juan Carlos Maqueda y Carlos Rosenkrantz en la apertura del año judicial. telam LLAMADO A LA ACCIÓN. Ricardo Lorenzetti (atril), Horacio Rosatti, Elena Highton, Juan Carlos Maqueda y Carlos Rosenkrantz en la apertura del año judicial. telam TÉLAM

Con autocrítica y críticas, Ricardo Lorenzetti instó a los jueces argentinos a abandonar las vueltas y a tomar las decisiones que conduzcan a los cambios que necesitan los Tribunales. En un mensaje que desarrolló durante casi una hora, el presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación manifestó que la historia convocaba a dar un salto institucional que fuera, en esencia, un salto de prestigio. Estas consideraciones retumbaron en el patio del cuarto piso del Palacio de Justicia, que cobijó a los otros integrantes de la Corte (Juan Carlos Maqueda, Elena Highton, Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz); al ministro de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, Germán Garavano; a representantes de los funcionarios y empleados judiciales, y a magistrados federales y locales, entre ellos los tucumanos Daniel Posse, Antonio Gandur, Claudia Sbdar y Marina Cossio.

El discurso de Lorenzetti reivindicó el derecho y la obligación de la Justicia de reformarse a sí misma, antes de que los poderes políticos asuman la tarea. En ese sentido, la apertura del año judicial escenificada en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires fue el puntapié para el trabajo de nueve comisiones que han de elaborar las propuestas concretas que, luego, serán presentadas al Gobierno y al Congreso de la Nación, y a los gobernadores (ver “El temario...”). El jefe de la Corte convocó a acelerar la deliberación y a cerrar acuerdos con la convicción de que los debates ya llevaban demasiado tiempo, y, mientras tanto, el pueblo seguía sufriendo. Pero negó que hubiese que actuar en función de los deseos de la mayoría porque, según su criterio, eso equivaldría a regresar a la Edad Media.

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Lorenzetti hizo dos contextualizaciones. Por un lado, dijo que las preguntas que inquietaban al Poder Judicial no eran exclusivas del país sino que se trataba de dificultades que interrogan a los Tribunales “del planeta”. Por otro lado, planteó que en la última década, plazo que coincide con su llegada al máximo estrado argentino, este había intentado una variedad de innovaciones sin llegar a generalizarlas, como las políticas de la mujer, contra la violencia doméstica, de comunicación, de gestión, de transparencia, etcétera. Al respecto, diagnosticó que fallaba la cooperación o que prevalecían las mezquindades. “Faltan políticas de Estado. Falta el acuerdo”, afirmó.

El presidente de la Corte reprochó que, frente al cúmulo de demandas insatisfechas, las transformaciones hayan sido mínimas. Y, si bien mencionó la necesidad de extender los horarios de atención, como había pedido el presidente Mauricio Macri, también convocó a ser más sofisticados y remodelar los procesos.

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La serie trágica

Sin citarla por su nombre, Lorenzetti dijo que compartían el anhelo de la gobernadora de Buenos Aires (María Eugenia Vidal) de que los jueces no sean designados por sus vinculaciones políticas y judiciales. “Tenemos que pensar más grande, y cambiar los diseños institucionales y los procedimientos. Es decir, hacer una transformación profunda. Todas estas tareas requieren grandeza, que pensemos en el país, y no en los intereses individuales, políticos y económicos, y de las corporaciones”, reflexionó.

La pregunta es por qué no se han hecho antes las reformas. Lorenzetti mismo la formuló. Y contestó que porque con el voluntarismo de unos pocos no alcanzaba para salir adelante. Entonces mencionó una serie de tragedias: el debate eterno (por ejemplo, sobre la dicotomía “mano dura-mano blanda”); el narcotráfico; los tribunales sin jueces; el tiempo prolongado de los litigios; la burocracia excesiva y la delincuencia juvenil. Y en tren de cuestionar, Lorenzetti incluso interrogó si la Argentina dispone de un acuerdo acerca de la necesidad de que los poderes judiciales sean independientes como ocurre en Estados Unidos y en Brasil desde 1988. “Si bien la Corte de la Nación tiene la cabeza, la dirección, la superintendencia del Poder Judicial, no tiene ni las manos ni las piernas. Porque hay aspectos que deciden otros sectores, y siempre es complejo, tanto a nivel federal como provincial, lograr soluciones efectivas en esas circunstancias”, manifestó.

¿Por qué no se han hecho las reformas que la Justicia precisa para dar respuesta a la ciudadanía? Lorenzetti opinó que había un comportamiento pendular con consecuencias gravísimas. “Hemos llegado, en algunos casos, a situaciones en las que muchos piensan que la ley es un mero consejo que se puede dejar de lado por circunstancias extraordinarias, por emergencias económicas, por excepciones. Otros piensan que pueden ganar un partido cambiando el reglamento. Hay un exceso de coyuntura, una ausencia de estatura para ver los grandes problemas en el mediano y largo plazo”, advirtió.

En su análisis, las agendas de las instituciones están alejadas de las agendas de los ciudadanos comunes: por eso también denunció el abandono de la Justicia de Paz (se informa por separado). Lorenzetti reprochó que mientras el celular inteligente del siglo XXI estaba al alcance de todos, el Poder Judicial siguiera usando herramientas propias del siglo XIX, como el expediente de papel cosido a mano.

Al abordar la lucha pendiente contra la impunidad, el titular del máximo tribunal expresó que había que pasar al ataque y acotar el juego de la defensa, que en el presente goza de innumerables resquicios normativos para dilatar los procesos penales. “En los países donde esto sucedió hubo cambios legales que crearon un sistema que, sin dejar de lado las garantías, permite combatir la impunidad”, observó.

Hacia el final, Lorenzetti ensalzó la crítica externa como oportunidad para crecer, pero criticó, sin precisar destinatarios, a quienes descargan la suma de la responsabilidad en la Justicia. Y pidió un reconocimiento para los esfuerzos desarrollados en pos de pacificar heridas contemporáneas, como la crisis económica de 2001 y los crímenes del terrorismo de Estado. “No todo está tan mal”, sugirió a modo de bálsamo. Luego llamó a construir un Estado de Derecho que involucre a los poderes judiciales de todas las jurisdicciones, donde las soluciones sustituyan a las expresiones de deseo. En otras palabras, llamó a los jueces a hacer lo que deben hacer. tomar decisiones sin más trámite.

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