Miren quién volvió ¡el casete!

Miren quién volvió ¡el casete!

El fenómeno comenzó a verse recientemente: cuando todo el mundo pensaba que las cintas habían sido sepultadas por la era digital.

Resurgir: Fabián Capdevilla. LA GACETA / HÉCTOR PERALTA Resurgir: Fabián Capdevilla. LA GACETA / HÉCTOR PERALTA
11 Febrero 2018

Lo mágico del casete era lo que podías hacer con él: grabar canciones, engancharlas. ¿Quién no ha tratado de conquistar una chica con una buena selección de lentos contenidas en una pequeña cajita de plástico? Los títulos escritos de puño y letra. El lado A, el lado B. El cuidado especial para que nuestro tema se grabara de la radio sin la voz del locutor.

El dueño de la reflexión es Augusto Gallucci (45). Se le iluminan los ojos cuando habla de las cintas. “Hasta hace no mucho el casete era casi una mala palabra. Si lo nombrabas, te miraban raro. Ahora, eso está cambiando”, explica el reconocido disc jockey tucumano.

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Se refiere a un fenómeno que comenzó a verse recientemente: cuando todo el mundo pensaba que las cintas habían sido sepultadas por la era digital (primero por el CD, después por el MP3), artistas de diferentes partes del planeta han revivido la pasión por el casete y están editando sus trabajos en este formato.

Más que nada fue la nostalgia la que resucitó al viejo casete. Y tuvo un buen empujón del marketing. Según un estudio del Nielsen Music publicado en la revista Billboard, las ventas de casetes en los Estados Unidos aumentaron un 74% en 2016 (esto es: 129.000 unidades por encima de las 74.000 de 2015). En 2017 la comercialización de estas cintas se incrementó un 35% más. Artistas como Justin Bieber, The Weeknd y Eminem sacaron sus pequeñas tiradas, a la par de las ediciones oficiales en CD, vinilo y digital. Paul McCartney también se sumó al lanzar tres temas inéditos que grabó con Elvis Costello en 1989. La tapa es una genérica blanca, con las canciones escritas a mano en el Lado A, como aquellos casetes que uno grababa de la radio, una y otra vez, allá por las décadas de los 80 y 90.

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A raíz de este resurgimiento un grupo de diseñadores de Lituania creó un dispositivo que permite reproducir las grabaciones de casetes. El dispositivo se llama Elbow, es pequeño, tiene auriculares y se adhiere a la ropa.

En Tucumán

Aunque suene imposible de creer, encontramos en nuestra provincia un local donde venden una buena variedad de casetes. En realidad quienes lo hallaron fueron integrantes del grupo “Vinilos Tucumán”. El negocio es una disquería de rock ubicada en Crisóstomo Alvarez al 400. Se pueden adquirir allí discos y remeras. El dueño, José Frías, cuenta que hace un tiempo compró “por dos mangos” un cargamento importante de este producto a un negocio que quería deshacerse de ellos porque estaban totalmente obsoletos. “No se por qué los compré, pero no porque haya sido un visionario. Lo cierto es que desde el año pasado hay boom; venían un montón de casetes vírgenes”, cuenta, y detalla que salen desde $30, los comunes, hasta $ 200; por ejemplo los cromos (de mayor calidad).

¿Quiénes compran casetes hoy? Según el dueño de “Revancha”, es algo de culto y se relaciona más bien con la cultura rockera, con los coleccionistas o los memoriosos. “El rockero es como que quiere tener todo en la mano. Creo que el resurgimiento de la cinta tiene que ver principalmente con algo sentimental”, sostiene.

Entonces, ¿es el casete el nuevo vinilo?, le consultamos a Gallucci, que está organizado para el mes que viene la segunda edición de la exitosa feria de vinilos en Tucumán. Esta vez también se incluirán cintas. “No creo que sea el nuevo vinilo, aunque los dos formatos están muy relacionados: los une el hecho de que son analógicos y la nostalgia de la gente; la posibilidad de tener la música en la mano, de verla girar, por ejemplo, es algo que no tiene precio. Y el sonido, nada que ver con lo digital; es más rústico, más directo, distinto”, destaca.

Para el disc jockey lo revolucionario del casete en su momento fue que nos permitió llevar la música a todos lados. De sus primeros años de trabajo recuerda que los tenía dejar en punta para enganchar una canción con otra. “Era una tarea artesanal, de locos. Ahora vas con la computadora y tenés la cuestión resuelta ahí. No es mejor ni peor; es distinto”, compara, mientras muestra su colección de discos. A su espalda, sobre un equipo con doble casetera, hay una pequeña pila de casetes “de época” (Virus, Michael Jackson, un mix de lentos internacionales, Luis Miguel), junto con otros nuevos, de Erasure, su banda favorita. “Todo lo vintage hoy funciona bien. Mientras siga siendo así, el casete va a quedarse por mucho tiempo”, sostiene.

Fabián Capdevila, de 47 años, es un fanático de la música, coleccionista de vinilos y ahora también de casetes. Los ha ido comprando en cada viaje laboral que realiza. Tiene 2.500 en total y la mayoría son cintas vírgenes que de a poco va grabando para volver a todos esos rituales que lo hacían feliz en los 80 y los 90: rebobinar con la punta de la birome para no gastar las pilas, preparar un compilado de temas para llevar siempre a cuestas y escuchar en el walkman, un aparato que acaba de adquirir por la módica suma de $ 700. Si entra a un negocio y ve cintas, Fabián enseguida pregunta si están a la venta y se las lleva. Tiene también los tradicionales limpia cabezales y los desmagnetizadores. ¿Qué te gusta tanto de los casetes?, le preguntamos al experto en automatismo. “Bueno, soy un apasionado de la música y me gusta tener todos los formatos para escuchar canciones. Al casete, al igual que el vinilo, lo defiendo por su fidelidad al sonido. Una pena es la limitación de la cinta, que se gasta y se rompe”, resume.

Cómo escucharlos.- Si no hay padres que hayan guardado un equipo con casetera en casa, internet una buena opción para apoderarse de algún artefacto usado. Salen desde $ 1.000. Los walkman se consiguen desde $ 700, al igual que los radiograbadores. También en la web se pueden comprar los clásicos casetes vírgenes (los TDK son los más famosos); hay de diferentes duraciones y calidades y se pueden encontrar aún cerrados en su celofán: los de 60 minutos rondan los $ 30 y los de 90 minutos cuestan desde $ 50.


Cuestión de sonido.- José Alarcón, reconocido sonidista, explicó la diferencia entre formatos analógicos (casetes, vinilos) y los digitales (CD). Básicamente, los primeros registran toda la información sonora del acontecimiento musical, con todos sus armónicos y altas frecuencias, mientras que los segundos pierden parte de esta información debido al muestreo digital. “Igualmente el oído humano no llega a notar tanto esa diferencia. Sí se oyen en los casetes y vinilos los ruidos de fondo y eso quizás sea lo que, en parte, enciende la nostalgia”.

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