Obras que no se hicieron para evitar inundaciones

Obras que no se hicieron para evitar inundaciones

Estar con el Jesús en la boca no es, por cierto, una frase hecha. Es lo que deben sentir miles de tucumanos del sur, víctimas de las inundaciones ocurridas a fines de marzo y principios de abril de este año, cuando el cielo se ennegrece o cuando los pronósticos vaticinan alerta meteorológica, sinónimo de copiosas lluvias y furiosos vendavales. Quienes viven en la cercanía del río Marapa temen que la catástrofe vuelva a repetirse y se quejan porque las autoridades no les brindan respuestas que vayan más allá de las promesas.

Hace pocos días informamos que en la localidad de Campo Bello, departamento Graneros, entre los kilómetros 29 y 31 de la ruta 308 (al este de Alberdi), el Marapa se salió del cauce y se dirigió hacia el norte. En marzo-abril había avanzado más de 400 metros en esa dirección y arrasó las viviendas de cinco vecinos de la zona, que se salvaron milagrosamente, pero tuvieron que emigrar a un lugar más seguro. Actualmente el río se halla a menos de 500 metros de la ruta y amenaza con llevarse las casas de otros pobladores, y también con dejar sin tierras de cultivos a varios productores.

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El desvío del Marapa destruyó cientos de metros de canales de riego, y más de 2.500 hectáreas con plantaciones de tabaco, hortalizas y caña de azúcar quedaron sin agua. Un vecino dijo que si no se reencauza el lecho y no se arregla el desvío que está a la altura del paso de Alto El Puesto, en dos años terminará destruyendo la ruta 308 y los vecinos tendrán que abandonar el lugar. Le mostró al cronista de LA GACETA una carpeta con numerosos reclamos dirigidos a las autoridades de la Dirección del Agua y de Irrigación en lo que va del año.

La Madrid fue la más afectada; sus habitantes perdieron sus pertenencias y debieron ser evacuados; además se destruyeron completamente los 1.200 medidores e interruptores del pueblo. Luego de una serie de peleas políticas entre funcionarios de los gobiernos nacional y provincial, a principios de junio se acordó la concreción de unos 40 trabajos con una inversión de $850 millones (los iba a aportar la Nación). La ejecución iba a correr por cuenta de las reparticiones provinciales (DPA, Sepapys, Siprosa e Ipvdu). A fines de noviembre, los cruces verbales continuaban y un funcionario nacional admitió que las obras principales para evitar una nueva inundación no se habían concretado. “Los funcionarios) de la Nación dicen que los de la Provincia no han hecho las gestiones correspondientes. Es algo que no se puede explicar. Los que sonamos somos nosotros. Ellos no, ellos tienen para dónde salir; nosotros tenemos esto y para sobrevivir es medio difícil”, se lamentó un poblador de La Madrid.

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En las últimas inundaciones, el agua arrasó diversas poblaciones de los departamentos de Simoca, Graneros, Alberdi y La Cocha, con un saldo de 12.000 damnificados directos, 1.200 evacuados en centros escolares, 800 personas a la vera de las rutas y 4.000 autoevacuados en casas de familiares.

Si desgraciadamente el desastre volviera a repetirse, qué dirían entonces las autoridades. Esta falta de respuestas de fondo refleja una vez que nuestros representantes están más interesados en ganar espacios políticos y atornillarse al poder que en atender necesidades de los tucumanos. Tal vez deberían atravesar situaciones de zozobra como sus comprovincianos para sensibilizarse con su drama y obrar en consecuencia.

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