Cartas de lectores
26 Diciembre 2017

El cura de la tragedia del Valle

Sobre la llamada tragedia de San Guillermo, ocurrida hace 50 años en el Valle de Tafí, la efemérides del diario menciona con justicia la figura del padre Hugo Lamaison. Tuve el gusto de conocerlo. Fue un entrañable amigo y probablemente el confesor de mi padre. Su enorme humanidad física y espiritual, lo llevaron a asistir enteramente a la población del valle en todas sus necesidades. Acomodándose el flequillo que le caía a los ojos, y armado por su gruesa y paternal voz, luchaba piadosamente contra el alcoholismo y la violencia doméstica en el valle. Esto pasaba 50 años antes del “Ni una menos”. El cura “Lameson” como lo nombraban los parroquianos de la iglesia de Tafí, era el “Brochero” de la serranía tucumana. Podría haber dejado la vida por sus feligreses esa heroica noche. Vivió y murió enamorado de su fe y del valle. Mi padre le escribió el cuento “11 corazones”, en su primer libro titulado “La partida del Ángel”. Fuimos a llevárselo una mañana que transcurrió serena en la galería de la casa parroquial, esperando que sea la hora de las empanadas. Solo volví a esa iglesia hace un mes y durante la misa, su sucesor anunció el traslado de sus restos para ser reubicados en su parroquia, en la que cumplió con creces su consagrado ministerio.

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Pedro Ottonello

Uruguay 217

San Miguel de Tucumán


Régimen previsional y las AFJP

¡Qué ingenuo fui! Dos veces confié y las dos veces me engañaron. La primera vez fue en la década del 90. El presidente Menem desaconsejaba la jubilación estatal y promovía la privada; él personalmente, junto con el entonces gobernador de Santa Cruz, el “menemista” Néstor Kirchner, se anotaron en una AFJP. No podía desconfiar. Todos los legisladores me aconsejaban lo mismo. Aportaba como profesional en relación de dependencia y como autónomo en la máxima categoría; la AFJP me informaba periódicamente y era feliz comprobando el progreso de mis aportes. Luego, sorpresivamente, la administración de “Néstor y Cristina” (iban “por todo”), se quedaron con mi dinero, para “protegerlos de las multinacionales”. Estuve varios meses desorientado. Los mismos que aconsejaban las AFJP, ahora decían lo contrario. Ya no informaban el progreso de mis aportes, pero debía tranquilizarme porque lo cuidaba el Estado. Ingenuamente seguí aportando. Y cuando por fin llegó el momento de la verdad, la jubilación que obtuve, luego de casi 40 años de aportes como autónomo y en relación de dependencia, terminó en un modesto importe mensual. Cualquier empresa de inversores privados me hubiera asegurado un futuro mejor. Es que el problema no es la ley ni el sistema jubilatorio, sino los administradores. De los tres ex presidentes involucrados, dos no están presos por ser senadores y el tercero se murió antes.

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Luis O. Pérez Cleip

San Martín 570

Simoca


La presión y la glucemia

En el microcentro de nuestra ciudad es común ver puestos que se dedican a tomar la presión arterial y control de glucemia a los transeúntes. Es a esto último que quisiera referirme. Para obtener la muestra de sangre necesaria para el control se realiza la punción con un aparato de uso común por los pacientes diabéticos, destinado al uso personal y que de ningún modo debe compartirse por los riesgos que significaría la transmisión de enfermedades, como el HIV, entre otras. Para este caso que hago referencia, el dispositivo es compartido por todos los que se someten al examen. A través de esa única lanceta utilizada repetidamente en las punciones a los diversos requirentes del servicio, se corre con el lógico peligro de contagio. Sería importante que las autoridades responsables de salud en la provincia tomen cartas en el asunto.

José Luis S. Conterno

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La “grieta” y las mayorías

En su columna (La Nación) de los domingos, Jorge Fernández Díaz vuelve sobre sus inveteradas falacias, derramando un largo e hiperbólico discurso macrista, que se hace directo y abierto solamente en los últimos párrafos. Antes, como es habitual, busca uno de los tantos pretextos a los que suele echar mano, cargando contra “los violentos” de la ultraizquierda que se manifestaron en contra de la reforma previsional. No puedo defenderlos, porque actuaron como masa y, como bien decía un dictador europeo del siglo pasado con el cual comparto únicamente este concepto: la multitud necesita del conductor de personalidad fuerte y el coraje del que ella carece, y sólo aflora cuando se ve acompañada y amparada. Él, Benito Mussolini, lo sabía muy bien y sacó pingües réditos de esa comprobación. En consonancia, bien decía el poeta Schiller: “Qué disparate lo de las mayorías; si la razón estuvo siempre del lado de las minorías”. Esta es la razón por la que hoy el electorado argentino fue dividido entre kirchneristas y macristas, alineando a las masas de uno y otro lado sin dejar opción a una alternativa honesta, ignorando u olvidando el idilio económico que vinculó a sus líderes hasta no hace tanto tiempo; valga solo el ejemplo del primo Angelo Calcaterra como tercer contratista del Estado nacional en la época K. Para su propósito, Fernández Díaz utiliza, como tantas veces, a la “grieta”, la cual no es mala porque separe, sino porque sirve de falaz instrumento para polarizar, como que fue fundada por los Kirchner y exprimida hoy por Macri para ese fin. Nuestro politólogo y literato vuelve a usarla para llevar agua al molino macrista, porque si bien la masa (una bastante pequeña, hay que reconocerlo) fue nuevamente usada por el kirchnerismo para sacar réditos políticos, ese método es común al macrismo, asentados ambos en la mentira y la sensiblería, como la de la clase media sobre cuyo terror al retorno de Cristina le sirvió al PRO para cimentar su reciente triunfo electoral. Por supuesto, nadie que sea objetivo puede llegar a pensar que los progresistas Kirchner se hicieron de 480.000 hectáreas en Santa Cruz, como lo reconoció Lázaro Báez, para hacer la reforma agraria. O que Macri iba a terminar con la pobreza, cosa que prometió pero que jamás se lo propuso. Además, olvida que la violencia engendra la violencia y que nadie puede dudar de lo que sufre casi un tercio de la población condenada genealógicamente a ser pobre, sumergida en un pozo enorme donde reina la escasez de lo básico en alimentos, salud, vivienda y educación, y de donde está claro que jamás podrán salir. Para ellos la democracia, tal como aquí se instrumenta, no les es útil; como bien decía un fotomontaje que vi recientemente: para ellos “nuestros sueños no entran en esta urna”.

Clímaco de la Peña

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Las últimas medidas de Macri

No caben dudas que las últimas medidas que implementó el Gobierno nacional dejaron demasiadas decepciones. Esta “justicia social” no es la que esperábamos del presidente Macri. Ha quedado demostrado que desde una estrategia muy descuidada se perjudicó en grado sumo a los que menos tienen. Creo que para salir de éste la berinto debe implementar otras medidas económicas. Por caso, el campo debe volver a aportar (desde el comienzo de su gestión los eximió de todas las retenciones). Los propietarios son argentinos y no un segmento privilegiado. Si “juntos podemos”, ellos no deben ser una excepción. Igual medida tributaria debe implementarse a las explotaciones mineras. Además, es necesario que la Anses realice un nuevo cálculo en la liquidación de haberes, ya suena como una estafa lo que nos descuentan. Al mismo tiempo, la entidad debe implementar medidas para que los juicios de cada jubilado tengan un trato abreviado en los tribunales. Debe ser ágil y urgente, ya que cada vez que se expide un juez aparecen todas las “chicanas legales” de la Anses, que apela los fallos en forma sistemática. Esto situación debe revertirse. También, a modo de ahorro, el Poder Ejecutivo Nacional debería disponer la rebaja de muchos sueldos elevados de sus funcionarios. Por ejemplo: para que no caiga en la franja de pobres, ese funcionario debería cobrar seis salarios mínimos, es decir, $ 16.400. Esta disposición sería ejemplo de sacrificio, que como tal vale el doble porque es el Gobierno el impulsa la iniciativa del ahorro. Y de paso, sería también un acto de justicia social que todos los jubilados cobrasen como mínimo esa última cifra. Seguramente en las próximas elecciones nos acordaremos de ¿la compra o extorsión? de los gobernadores para asegurar el oficialismo los votos en el Congreso para la reforma previsional. El presidente Macri desarrolló toda su vida en la opulencia y sigue ligado a ella. Entonces, ¿qué puede saber de pobreza? Los únicos momento que está cerca abrazando y besando pobres, es durante las “programadas” visitas a un comedor comunitario bonaerense. En síntesis, el Poder político, desde la figura del presidente Macri, debe asegurar y garantizar un país justo y sin deslices, como la “compra de voluntades” para reformular leyes que afectan a los jubilados y trabajadores.

Héctor Leonardo Bravo

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Carta a Papá Noel

“Querido Papá Noel: no quiero regalos, ni esas palabras grandotas que veo y escucho y no entiendo. Mamá me dijo que te escribiera, pero yo sé que no podés traerlo de vuelta a casa. No importa, yo lo entiendo, y no voy a decírselo a ella para que no esté triste. No le digas que es lo único que quiero.” Tal vez con palabras más simples de las que puedo recordar, esta carta fue escrita por una pequeña hace ya muchos años y es reescrita por muchos niños en la Argentina cada diciembre. Si este “noble caballero” de larga y rizada barba blanca las lee y osa este año asomar su figura por nuestra casa, tal vez pueda evitar que el próximo diciembre otros pequeños escriban en su mente la misma carta. Quizá en esta Navidad sea posible comenzar a cambiar algo en el país, después de todo.

Karina Zerillo Cazzaro

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