El espejo voraz de lo virtual

El espejo voraz de lo virtual

El rol de internet en la construcción de la realidad

SÓLIDA CONSTRUCCIÓN NARRATIVA. La novela de Sguiglia cuenta historias paralelas y desaforadas sobre individuos que persiguen información y que, al investigar la nuez de lo real, persiguen las huellas de delaciones, crímenes y mentiras. so-compa.com SÓLIDA CONSTRUCCIÓN NARRATIVA. La novela de Sguiglia cuenta historias paralelas y desaforadas sobre individuos que persiguen información y que, al investigar la nuez de lo real, persiguen las huellas de delaciones, crímenes y mentiras. so-compa.com
24 Diciembre 2017

NOVELA

EL MIEDO TE COME EL ALMA

EDUARDO SGUIGLIA

(Edhasa - Buenos Aires) 

En Argentina existe un prejuicio difundido sobre las novelas que coquetean con los géneros. El terror, la ciencia ficción, el policial, son vistos, en muchos casos, como literatura menor, una escritura que responde a un mero impulso comercial. Sin embargo, en algunos casos, el uso de los tics del género, requieren de una habilidad inusual para obtener de ciertos recursos las aristas para urdir una trama y un conjunto de personajes que no desentone con la construcción narrativa. Y no solo eso: el autor requiere un entrenamiento narrativo y una fineza en la organización de los sucesos que va más allá de las imposiciones del mercado y de los obtusos dictámenes de la crítica sesuda y aburrida. Y, sobre todo, debo mencionar lo que todos sabemos: escribir una novela precisa y rítmica es un trabajo arduo; leer no es un acto delictivo y obligatorio sino una vindicación del placer. Este es el caso de El miedo te come el alma, la novela de Sguiglia.

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Historias paralelas

Daniel, un ex pianista que huyó de su pueblo, está encargado de entregar dos pendrives con información confidencial. Lo interceptan dos hombres en una mañana fría y neblinosa de Berlín. Cándido, orgulloso, Daniel se niega, al principio, a hablar. Pero como ocurre en True Detective o en las elaboradas novelas de espionaje, la larga conversación que mantiene con sus captores estructura el libro. El diálogo no solo es fluido sino que se convierte en una maraña de relatos dentro del relato. A la par, el lector asiste al desarrollo de otra historia con personajes que están asociados a una red de control de información en la red. En Nexus trabaja Jean Paul Chardin, un hombre cínico que aspira solo a ascender en su trabajo y que contrata a su sucio y perezoso hermano para resolver el problema que le presenta su jefe Marsh. Pero el encargo no funciona y el fácil episodio virtual se convierte en una estrepitosa caída que deberá ser contenida con una resolución impensada y, quizás, delirante. Hacia el final, aparece la zona más oscura del corazón narrativo.

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La novela cuenta historias paralelas y desaforadas sobre individuos que persiguen información y que, al investigar la nuez de lo real, persiguen las huellas de delaciones, crímenes y mentiras. Pero nadie, o casi nadie, conoce el origen real del motivo de la disputa. De este modo, luchan por un bien simbólico que tiene una cuantiosa recompensa material y son movidos por el elevado y silencioso poder del secreto.

Posverdad

Los nombres de los personajes, el desarrollo justo y progresivo de los sucesos, las atmósferas caldeadas, la conversación sazonada con el estrépito narrativo y moral, el ardid oculto del pasado que relaciona a un alemán rico y amante del arte con los nazis: todo contribuye a que la novela crezca como una avalancha y mantenga al lector en el centro del relato.

¿Qué es la posverdad? ¿Cómo se traman los ardides para generar en el orbe de internet una verdad que no existe en lo real? Eduardo Sguiglia ha escrito una novela minuciosa sobre estos asuntos en la que la máscara berlinesa encubre y despliega una serie de relatos desperdigados en diversas zonas de la Argentina. Con la trama precisa y aceitada nos hace volver a pensar en el lugar ambiguo que tienen las historias en la vida humana y sobre el rol de internet en la construcción de la realidad. El miedo te come el alma testimonia lo real e inventa una ficción que funciona como un espejo tímido y voraz de la veloz transformación en la que estamos envueltos: el viento imparable de lo virtual.

© LA GACETA

Fabián Soberón

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