Un vidalero en cuerpo y alma

La ternura se sienta en los bigotes y despierta un pueblo en su mirada. En el cuenco del alma brota una canción. La gorra echa a volar por los andurriales del canto, se mezcla con la gente, el paisaje, las soledades, el amor. “La luna se vino al pueblo y entró por la calle larga, con un tambor en los brazos y una copla enamorada. El carnaval de La Rioja huele a algarroba estancada, mientras crece pecho adentro la sombra de la vidala”, dice Ramón Navarro, alborotando una chayita.

Hace 83 marzos ha visto la luz en la capital riojana, pero Chuquis, el pueblo que bautizó sus calles con el nombre de sus canciones, es la querencia que vibra siempre en su pecho.

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Su paso por los Quilla Huasi, la bordona generosa de Yupanqui en París, la hechura de Los Caudillos, la Cantata Riojana, personajes queridos, historias (la del yacaré cirrótico), deambulan en el relato del homenajeado, de amigos y de sus canciones, interpretadas por varios de nuestros mejores artistas. “Sus venas son ramas de viejos nogales y en la sangre danzan duendes de lagares”. La copla ha sido el espejo de su corazón, de ese pueblo azul que late las calles del silencio, en las campanas que bailan en el viento.

La sencillez y la bondad riegan los recuerdos del compositor, del cantor, y despabilan a ese tumiñico que aletea decidor en sus pensamientos.

Las bellas imágenes que recrean Chuquis, las filmaciones de archivo, van vertebrando la emoción a lo largo de 80 minutos. “Un pueblo hecho canto”, realización de la periodista Silvia Majul, recrea momentos salientes de la vida de uno de los creadores clave del folclore, que camina emponchado en el abrazo de su pueblo.

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Vidalero de la vida, esa semilla que crece pa’ adentro, Ramón Navarro se llama.

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