Manzur sale de su letargo

Noviembre puede deparar un hecho inédito en la historia política reciente. Por primera vez, se conocerá una medida tomada en soledad por Juan Manzur y que lo ubica, tras dos años de gestión, en el epicentro del muñequeo electoral que se sustanciará hasta 2019.

El viernes, el hombre que siempre ríe se sacó las ataduras alperovichistas y citó a los concejales oficialistas de la capital. Los ediles habían ya mantenido una reunión con el vicegobernador Osvaldo Jaldo a principios de semana, para avanzar con dos asuntos que los ocupan: la renovación de la mesa de autoridades del Concejo Deliberante y los fondos para funcionamiento de ese cuerpo. El almuerzo en el salón comedor de la Casa de Gobierno resultó revelador. Al lomo con puré que les sirvieron lo debieron digerir con la noticia de que en unos días más recibirán a un nuevo compañero y despedirán a otra, ya que Armando “Cacho” Cortalezzi dejará la Caja Popular de Ahorros para ocupar la banca que obtuvo en 2015, y que de manera interina ostenta Graciela Suárez, esposa del titular del bloque oficialista en la Legislatura, Ramón Santiago Cano.

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Cuentan algunos de los que escucharon la directiva que Manzur nunca titubeó, y que hasta al propio Jaldo se lo percibía sorprendido. La orden del mandatario se completó con otro recado: unificar los votos para que Cortalezzi alcance la presidencia del Concejo. El resto de la mesa, aclararon, dependerá de los acuerdos que pueda lograr el aún interventor de la Caja, teniendo en cuenta que los ediles aliados a la Casa de Gobierno son ocho, y que necesitarán de los dos votos del bussismo.

La irrupción de Manzur en la puja política capitalina está lejos de ser casual. Primero, porque se da justo cuando el alfarismo negociaba un acuerdo con los opositores. La rosca incluía un incremento en la partida para el Concejo (no la que pretendían los ediles del bloque Tucumán Crece) a cambio de mantener la presidencia en manos del mercantil Javier Aybar. Es decir, el arribo de Cortalezzi les quita a los ediles cualquier margen de maniobra y de autonomía. Y segundo, porque la medida dispuesta por el gobernador supone también un tapón a las presiones del senador José Alperovich. Desde hace varias semanas el ex gobernador juega a digitar el futuro del Concejo. Incluso llegó a impulsar, mediante sus ediles Dante Loza y David Mizrahi, un pedido de sesión extraordinaria para el miércoles siguiente a las elecciones. En ese debate, que fue frenado por Jaldo y ejecutado por el legislador Guillermo Gassenbauer, se pretendía avanzar con la renovación de autoridades “a lo prepo”. El empecinamiento de Alperovich con la gestión de Alfaro no es nuevo, pero resurgió con fuerza en paralelo a una cuestión inmobiliaria. El intendente viene frenando dos proyectos de empresas ligadas a la familia del ex gobernador; uno en la zona de la casa Sucar y el otro en el ex local de LV 12.

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El desparramo de consecuencias que provocará la renuncia de Cortalezzi a la Caja no se agota en un recambio de nombres. También desnuda que Manzur está dispuesto a devolverle gentilezas al macrista Alfaro y no dejarlo dormir en paz, luego de que el referente de Cambiemos diera vuelta la elección de diputados centrando su discurso en contra de la Provincia. El intendente gozó durante los primeros dos años de una línea sucesoria inofensiva: cuando él se iba de viaje, por ejemplo, quedaban a cargo de la Municipalidad Aybar o el radical Raúl Pellegrini. De ahora en adelante, en caso de que Cortalezzi se convierta en presidente, deberá pensar dos veces antes de dejar su despacho. Algo parecido a lo que le ocurre al yerbabuenense Mariano Campero, cuyas licencias habitualmente acaban en conflictos institucionales por una mesa de conducción del Concejo opositora. La orden del gobernador, finalmente, deja vacante la codiciada silla de la Caja Popular de Ahorros. El mandatario aún no filtró nombres, pero sí está dispuesto a elegir una persona que sea del agrado del gremio bancario. Por lo pronto, este sindicato ya avisó que Eduardo Bourlé será legislador hasta 2019. Si finalmente surge una figura de “consenso”, el mensaje de Manzur tendría como destinatario exclusivo al ex gobernador Alperovich, enemigo declarado del sector liderado por Carlos Cisneros. Sería, en definitiva, la notificación pública de que Manzur sí está dispuesto a ponerse al hombro el armado del posalperovichismo.

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