Cartas de lectores
12 Octubre 2017

Atrápame si puedes

No se trata de una película de Leonardo di Caprio, sino de nuestra señorita: la inflación, a la que no podemos atrapar y todos los días se muestra en los aumentos de precios de todas las cosas, o en los servicios públicos donde, como si fuera el impuesto a las ganancias, pero al revés, cuanto más consumís más cara es la unidad de medida, como si fuera poco el consumo por la unidad de medida, que es la única que se debe tomar. Y entonces se cobra un sobreprecio inflacionario porque si no, hay otra razón, excepto que hace 70 años la argentina fabricaba heladeras, cocinas, motocicletas, autos, aviones e incursionaba en la energía atómica. Hoy los japoneses que fabricaban porcelanas construyen 5,2 millones de automóviles, sólo de la Toyota, por año. Nuestro valor agregado es algo que tampoco podemos atrapar. ¿Cuántos arándanos, limones, soja y vacas hacen falta parea comprar un Toyota? Y para frutilla del postre, cargamos impuestos directos de toda clase que evitan el ahorro y por supuesto la inversión, tergiversando toda la economía argentina. De esa forma, la señorita inflación seguirá jugando con el bolsillo ralo de todos los asalariados y jubilados. Es hora de que tomen en cuenta los elaboradores de la política económica que hay que atrapar la inflación, pero con medidas de política económica que impliquen el esfuerzo en serio, desde la base o los cimientos, que están en la educación pública primaria y los secundarios y univiersitarios. Sin la primera, veremos esconderse en los criterios erróneos como los dichos de la ex presidenta, de que los jóvenes deben enseñar a los demás. Una gran perogrullada.

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Carmelo J. Felice

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Malos olores

Con respecto a la carta del ambientalista Pedro Martínez sobre los malos olores en las zonas cercanas a los ingenios, debo decir que tiene razón, es así. Como tucumana viví muchos años en el sur de la provincia, hasta que la vida me llevó hoy a la ciudad de San Luis, donde formé mi familia. Siempre leo LA GACETA, que me mantiene informada y al día sobre mi Tucumán querido, al cual vuelvo siempre. Ya en aquellos tiempos era insoportable el olor por las tardes-noches, que obligaba a hacer alguna clase de humo para poder soportar el vaho. Hoy, después de tantos años, ya con hijos mayores y volviendo a mi tierra, las cosas y los olores siguen igual, intactos; sólo que con más olor, más moscas y mosquitos. Pareciera que mi provincia no avanza en materia ambiental; los ingenios dan trabajo, pero también, a decir de los ambientalistas, siguen tirando sus porquerías a los ríos, a campos de sacrificio, que si no me equivoco, están mundialmente prohibidos. Agradezco a LA GACETA por seguir firme y veraz en su información, y a los ambientalistas por ser la voz de los que no tienen voz.

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Angela Acosta

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La Anses de la capital

A diario, los que transitamos por la vereda de 25 de Mayo y Córdoba nos enfrentamos con una larga fila de ciudadanos que realizan tramites en la Anses. El problema data de mucho tiempo atrás. Parecería, lo digo respetuosamente sin tintes políticos en absoluto, que las autoridades de la entidad no se percatan de la situación y del sufrimiento de tanta gente a la intemperie, que soporta el frío o calor, la lluvia y el sol. Muchos se sientan en las veredas porque es mortificante y cansador estar parados tanto tiempo. Hay madres con niños muy pequeños y mayores que no resisten estas tediosas filas. Otro de los detalles que no se tienen en cuenta: la gente del interior de la provincia llega al lugar muy de madrugada. A la medianoche ya se observa a las personas iniciando las colas. Seguramente dirán que el edificio es chico y no tiene solución. Agregan que para una mejor atención, “deben pedir los turnos por internet”. Pero jamás se consiguen, y es casi una tarea humillante para quienes no poseen una computadora procurar ese medio. Alguien sugirió que se utilice el edificio donde funcionaba Rentas, en San Martín y Maipú, para que desarrolle allí sus tareas la Anses. Tiene grandes dimensiones y podría prestar un servicio que los tucumanos se merecen. No escuché a ningún político en carrera electoral mencionar una solución así para tantos tucumanos que diariamente deben realizar sus trámites en la Anses. No tienen ni una propaganda decente, útil; sólo bravuconadas.

Amelia Sansone

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El exitismo futbolero

Cada partido de la selección argentina es una oportunidad para ver cómo somos los argentinos. Somos expertos en fútbol. Sabemos cuál tendría que haber sido la estrategia o el equipo. Somos exitistas. No podemos valorar nada sino es con un primer puesto. Llegamos a una final del mundo, a dos finales de Copa América pero no es suficiente: no logramos la copa. Somos expertos en criticar. Decimos que los jugadores no sienten la camiseta, que juegan sólo por la plata o que no se toman a la selección en serio. Somos capaces de criticar a Messi, el mejor jugador del mundo, aquel que siempre apareció cuando lo necesitábamos y que el martes demostró lo grande que es. Porque sin Messi la selección no sería lo mismo, porque cuando quiso dejar la selección todos rogábamos que vuelva… ¿Tan rápido nos olvidamos de eso? Vemos todo como si fuera fácil, como si sólo se tratara de golpear una pelota. No pensamos en la presión a la que están sometidos los jugadores, en todo lo que sacrifican para jugar para nuestro país y representarnos. Y en lo difícil que es estar siendo examinados todo el tiempo. Sería bueno que intentemos ponernos en el lugar de los jugadores. Entender que no todo es tan sencillo de lograr y que lo mejor que podríamos hacer sería ser positivos y apoyar a nuestra selección. Porque en hablar desde afuera somos expertos. ¿Qué tal si, en vez de hablar por hablar, nos unimos como país y empezamos a valorar a nuestra selección?

Ana Lucila Pelazzo

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Tradiciones patrióticas

El fútbol es pasión de multitudes; de esa forma es llamado por miles de periodistas, jugadores, directivos de clubes, fanáticos y simpatizantes. Nuestro país tiene tres tradiciones bien definidas: el mate, el fútbol y el asado. En los últimos 10 días del mes en curso, se pudo observar la mentalidad del pueblo argentino que dista mucho de aproximarse a “una normal”. Esta vez el blanco de todas las críticas fue la Selección argentina de fútbol, las que se diluyeron en el último partido jugado contra Ecuador. Debemos amar más a nuestro querido país y no echar más leña al fuego en situaciones adversas. En épocas de nuestros abuelos se vivía el patriotismo con mucha intensidad en los días festivos de nuestra patria; la mayoría de las casas se abanderaban y el día se vivía con mucho fervor. Es importante imitar a nuestros abuelos para que los valores inherentes a la Patria regresen y se instalen en cada vivienda de los argentinos.

Jacinto Barrionuevo

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Mapuches

Los mapuches tuvieron sus “celebridades”. Ceferino Namuncurá, hijo del cacique Manuel Namuncurá. Se hizo cristiano y muchos lo veneran como a un santo. También a Luisa Calcumil, con quien el cine argentino trató el tema aborigen en “Jerónima” y “La nave de los locos”. Un pueblo de hombres y mujeres indómitos. Frenó el avance de los ejércitos inca y español. Más de 300 años mantuvo su independencia mientras participaba activamente en la historia de Argentina y de Chile. Se extendió desde los bosques chilenos hasta las llanuras pampeanas. Sus productos- tejidos, platería, artículos de cuero- fueron famosos entre los criollos. En el siglo XVI, los españoles los llamaban araucanos porque muchos de ellos habitaban el valle de Arauco en Chile, pero su nombre era mapuche, que significa “gente de la tierra”. En el siglo XV, los incas no lograron dominar todo el territorio mapuche. Lo mismo les sucedió a los españoles, un siglo después. No pudieron conquistar el territorio al sur del río Bio Bio en Chile. Los guerreros mapuches ofrecieron una resistencia invencible, copiándoles el uso del caballo y creando una temible caballería. Los avances hispanos eran respondidos con los malones, ataques a poblados, fuertes y estancias de los extranjeros, con el fin hostigarlos y apoderarse de armas y ganados. Paralelamente, entre ambos bandos se desarrolló un comercio muy activo. Los temibles guerreros se transformaron en hábiles comerciantes. Entre la conveniencia del comercio y la imposibilidad de derrotar a los mapuches en la guerra, los españoles aceptaron en 1654 la autonomía del Estado de Arauco. En el siglo XVIII, el ganado cimarrón empezó a escasear en la Pampa, explotado por criollos que buscaban cueros y grasa. La frontera, al mismo tiempo, se corría sobre territorio indígena, por parte de gobiernos post coloniales, creando, entre blancos e indios, una violenta competencia por tierras y ganados. Los criollos, hacia 1820, avanzaban con nuevas estancias y los indios organizaron grandes malones. Hacia el final del siglo XIX se rompió el equilibrio de fuerzas entre las tribus y las sociedades criollas. Los mapuches fueron dominados. En la misma época comenzó la exportación de carnes congeladas a Europa como el cultivo de trigo. Los estancieros argentinos de Argentina y Chile necesitaban más tierras y los gobiernos de ambos países decidieron apoderarse de los territorios indígenas. Se emprendieron, para ello, la Conquista del Desierto y la Pacificación Araucanía en ambos países. Algunos caciques obtuvieron terrenos para ellos y sus tribus; otros terminaron prisioneros en Buenos Aires o en la isla Martín García, como el cacique Pincén, que nunca quiso pactar con los criollos. Hoy, como en el pasado, hay una campaña capitalista por el acaparamiento de la Patagonia. La Patagonia es una reserva gigante de desarrollo minero, hidrocarburífero, inmobiliario y acuífero. Es una enorme reserva de explotación capitalista (“reserva de valor”) a ser movilizada al mercado mundial a través de los puertos patagónicos. Los que trabajan en esos emprendimientos carecen de derechos laborales. Los mapuches, en su historia, advirtieron sobre tal situación.

Pedro Pablo Verasaluse

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