Las definiciones poselectorales

El mercado las demanda; los políticos se desviven cada vez que escuchan esas palabras (claro, más aquellos que hoy ostentan poder); los analistas (políticos y económicos) coinciden en que son imprescindibles para el futuro del país. Sí, son las reformas. Pero, ¿cómo hacer para aplicarlas sin que ello implique sacrificios? El propio Gobierno nacional -y en cierta medida las administraciones provinciales- ha puesto en la agenda pública cuestiones que hacen a un cambio de imagen de la Argentina frente a los inversores. Y no sólo por una cuestión de competitividad de la economía, sino también de supervivencia institucional. El déficit fiscal, por caso, es la gran asignatura pendiente que marcará el ritmo de lo que se viene.

Los gobernantes necesitan dinero para sostener un aparato estatal cada vez más grande. Por el lado de la Nación, la inversión pública es fundamental para motorizar la construcción y las obras que requiere un país que quiere consolidar su crecimiento. Y sostenerlo. Por el lado de las provincias, los salarios públicos son el mayor condicionante para el desarrollo de un plan de mejora y ampliación de infraestructura. Los sueldos estatales significan entre un 52% y un 56% del total de gastos anuales en cualquier jurisdicción. Hasta ahora, varios distritos -entre ellos Tucumán- pueden sostener un esquema de pago regular de remuneraciones. La expansión de la economía no derrama tanto dinero como para mejorar el perfil del gasto provincial. Los contribuyentes son los mismos de siempre. La base no crece porque hay un 40% de la economía en la informalidad ya casi estructural. ¿Cuánto le cuesta a Tucumán sostener ese esquema oscuro? Nada más y nada menos que unos $ 400 millones mensuales que no ingresan al fisco por pago de impuestos locales. Tanta informalidad explica también que Tucumán sea una de las jurisdicciones con mayores índices de empleo en negro. Cuatro -tirando a cinco- de cada 10 asalariados del área metropolitana provincial están en esas condiciones y, estacionalmente, la tasa que registra el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) muestra leves variaciones. Pero muy pocas veces por debajo del 40%.

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Mientras el mercado o los inversores esperan las reformas estructurales (también se habla de un blanqueo laboral y modificaciones previsionales), el Fondo Monetario Internacional (FMI) le puso algo de ruido a la economía desde Washington. En su último informe sobre las Perspectivas de la Economía Mundial, ha señalado que la Argentina cerrará este año con una inflación del 26,9%. Sí, casi 10 puntos porcentuales por encima de la pauta que alguna vez había sostenido el Banco Central para este período y, tal vez, cuatro o cinco punto más de lo que esperan los analistas privados. Sólo con ese dato, a más de un tomador de crédito se le puso los pelos de punta por la indexación que puede significar al préstamo utilizado. El nivel de crecimiento económico proyectado por el Fondo es también débil respecto de lo que espera el Gobierno, de un 2,5% para este y para el próximo año. Si el organismo tiene razón, la recuperación que llena de optimismo a la Casa Rosada se derrumbará como un castillo de naipes. Los colaboradores del presidente Mauricio Macri esperan que la expansión sea en torno del 3,5% anual. Un punto más (sí, un punto más) le puede asegurar a la gestión una reducción visible de los índices de pobreza y de desempleo. Otro escenario sería, en el mejor de los casos, de estabilización de los indicadores socioeconómicos.

Ese panorama no implica que la oposición al Gobierno nacional pueda fortalecerse. La verdadera pelea electoral no se dará el domingo 22, sino que arrancará al día siguiente. En Buenos Aires, el macrismo seguirá apostando a la atomización del PJ. En Tucumán, la triada gobernante mostrará sus verdaderas pretensiones con vistas a 2019. El gobernador Juan Manzur aspira a un segundo mandato. Su coequiper Osvaldo Jaldo está dispuesto a acompañarlo, pero el futuro político del vicegobernador dependerá mucho de lo que diga y haga el senador nacional José Alperovich. Es posible que las reformas en la provincia sean coyunturales. Y que, las definiciones políticas impliquen cambios en el gabinete. El resultado de las urnas sólo establecerán el ritmo de las definiciones de las reformas políticas y económicas en el país y también en Tucumán.

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