La torta, el pollo y el papel higiénico

La torta, el pollo y el papel higiénico

“Por fin repartieron la torta”, bromearon algunos de los empleados del Instituto de la Vivienda el jueves pasado, mientras las autoridades sorteaban delicias donadas por una panadería con sucursal en Lomas de Tafí. Fue durante la fiesta aniversario del cuestionado organismo, que dejó una serie de misceláneas que levantaron interpretaciones de las más diversas.

Entre esas imágenes poco comunes sobresalieron algunas ausencias y varias presencias, que fueron tomadas como muestras de apoyo o desaires, según el caso. Algunos entendieron, por ejemplo, que en la fiesta había más alperovichistas que manzuristas. De hecho el propio Juan Manzur -cosa que fue leída como “prudente” por muchos- no asistió, pero sí lo hicieron Osvaldo Jaldo -con bastante imprudencia, según otros-, Guillermo Gassenbauer y Julio Silman. Los dos últimos, soldados de José Jorge.

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En el lote de los desaires sobresalieron los faltazos de los apóstoles empresarios de la obra pública. Aunque el número no coincide con el bíblico, sus ausencias en el festejo entristecieron a los empleados del IPV: había pocos regalos para sortear y de baja cilindrada, como la moto que rifaron a modo de obsequio principal. “Ya no es lo mismo esto”, se quejaban en una mesa mixta. Tampoco estuvieron dos de los tres funcionarios más golpeados por los informes periodísticos que derivaron en investigaciones judiciales. Lucas Barrionuevo y Miguel Jiménez Augier ni asomaron por el salón, cosa pocas veces vista según la familia de la vivienda. Sí dio la cara Martín Zamora, el que completa la mesa de cuatro patas de hombres fuertes que comanda Gustavo Durán. Justamente, para muchos, la cena de la semana pasada fue una suerte de despedida del interventor. Esa noche se confirmó que pedirá licencia el día después de los comicios del 22 de octubre para someterse a un tratamiento médico. Más allá de que todos confían en que logrará superar su dolencia, no creen que regrese al organismo que encabeza hace 15 años. En su lugar quedaría provisoriamente la actual subinterventora Noemí “Mimí” Ferrioli. Sin embargo, esa noche también se murmuró sobre la ausencia de un empleado-director que está de licencia hace varios años, pero que siempre participó de los festejos. Hugo Cabral se borró del mitin, pese a que a la mañana había participado de la entrega de placas a empleados con 25 años de antigüedad. ¿Será el reemplazante de Durán? En el IPV especulan con esa posibilidad y los “durancistas” ya hablan de él con recelo.

Una nota curiosa se dio después de los canapés y el pollo con guarnición, y en medio de los sorteos. Hace 10 años, un cuñado de Jaldo había sido denunciado por el propio Durán y por Jiménez Augier de embaucar a interesados en adquirir casas del IPV. Al hombre, según la investigación de aquel momento, lo habrían agarrado con las manos en la masa gracias a una policía que se había hecho pasar por interesada en la “gestión” del empleado del IPV. Quedó detenido, pero luego la Justicia dictó la falta de mérito, volvió a su puesto y el jueves pasado se ganó uno de los premios. Todo en medio de la desgracia que atraviesan Jiménez Augier y Durán, y de un “huracán” Jaldo victorioso. En la mesa estaban a los codazos, como chicos que se invitan a compartir una travesura, ante la inesperada jugada del destino.

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La sequía de octubre

Mientras los escándalos estallan en otros organismos y poderes del Estado, en el Concejo Deliberante de San Miguel de Tucumán pasan desapercibidas las internas entre alfaristas y alpero-manzuristas. La aparente paz se desvanecería apenas nazca octubre. En la Intendencia estarían jugando fuerte para tratar de equiparar los tantos en un cuerpo de ediles que se les volvió adverso. Con esa intención, habrían cerrado el grifo de fondos y por ello tras la liquidación de haberes de este mes, en el CD se quedaron sin un peso. Los baños del edificio no tienen ni papel higiénico. Sin ampliación presupuestaria, el próximo mes encontrará a los concejales en severos problemas para pagar a empleados y para afrontar los gastos diversos -y reservados- que se engullen las partidas anuales. Entre otras cuestiones, los concejales afirman que de 2016 a 2017 el presupuesto del municipio subió un 32%, mientras que a ellos se les destinó los mismos $ 206 millones que utilizaron el año pasado. Si le dan el OK al presupuesto general, el intendente garantizaría los recursos para los concejales. Lo que Alfaro estaría buscando sería que no pongan trabas ni cuestionamientos al detalle de ingresos nacionales que pretendería mandar al CD. En concreto, que no husmeen demasiado ni en las cantidades ni en la forma en que se utilizarán esos recursos. Puro pragmatismo.

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