Movimientos telúricos

Movimientos telúricos

La elección del 22 de octubre ya es una fecha más. La campaña es sólo un barniz que esconde otras intenciones. Sólo los festejos parecen que lograr unir los actos de los tucumanos. El mensaje de Frigerio chocó con el de Buryaile.

En los últimos días la culpa de todo la tuvo la naturaleza. Vientos huracanados y enfurecidos envolvieron casas y calles y las lanzaron como juguetes baratos hacia cualquier lado. La tierra ofendida se desperezó, gruñó y terminó derrumbando grandes moles. La política no es inocente a ninguno de estos episodios. Ya sea para prevenir el dolor y la muerte, ya sea para prepararse, ya sea para evitar las catástrofes. Donald Trump, después de abandonar en París la cumbre sobre el cambio climático, profundizó este debate.

En Tucumán, la discusión política se alimenta casi exclusivamente de un enemigo. Los consensos, salvo en el histórico año del Bicentenario de la Declaración de la Independencia de la patria, han quedado guardados en los cajones. La decisión cordobesa de no poner azúcar en la mesa de los bares ha tenido la reacción en Jujuy y en Salta, donde tanto los gremios como los empresarios y el gobierno han salido por lo menos a declarar su enojo. Aquí todavía les está costando. Los industriales han empezado a juntar los dólares (los cuentan en cientos de miles) para frenar judicialmente la des-medida mediterránea. El terror es que se propague el virus antiazucarero.

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En menos de 48 horas, los funcionarios nacionales dieron dos visiones diferentes de este conflicto. El viernes por la noche, el ministro de Agricultura, Ricardo Buryaile, advirtió las contradicciones de la ordenanza cordobesa y detalló algunas incongruencias como son ir a contramano de los acuerdos internacionales de comercialización en la región. No obstante, se preocupó por aclarar que no se debe mezclar la cuestión política ni responsabilizar a su gobierno. Un día antes, el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, había dicho algo que dolió a los tucumanos. El funcionario se preocupó justamente de lo contrario a Buryaile. Pensó en la política y por lo tanto dijo que la disputa por los sobrecitos de azúcar era una nimiedad que en realidad no les movía el amperímetro a los industriales. Por contestarle al gobernador Juan Manzur y al candidato Osvaldo Jaldo, minimizó lo que sí es una preocupación de diferentes sectores de la sociedad. El azúcar es uno de los motores que ponen en movimiento a la provincia.

Un bumerán

El desaire caracterizó la visita del ministro nacional. En una entrevista con LA GACETA, fue contundente: “aquí lo que se está definiendo es el apoyo al Presidente”. Es indudable que el Gobierno nacional necesita imperiosamente tener más poblado el Congreso de la Nación para que las negociaciones sean menos dolorosas. Sin embargo, en la síntesis de Frigerio está la anulación de los candidatos de Cambiemos. Según su propio discurso, los nombres de los candidatos no son importantes. El artículo 45 de la Constitución Nacional señala que los diputados son representantes del pueblo. Por ello cayó como un golpe al hígado que Frigerio esté tan concentrado en defender la gestión de Macri y no la posibilidad de que preocupaciones de la provincia -el azúcar, por citar un ejemplo- sean canalizadas por los candidatos. Frigerio, en su visita proselitista, le sirvió en bandeja argumentos al peronismo tucumano. En pocas horas les dio la razón al general Jaldo y al canciller Manzur, que se pasan todo el día arengando que la pelea es contra Macri y no contra José Cano.

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En esta desesperación por resolver la dicotomía que le preocupa al Gobierno nacional, Frigerio, nada menos que el ministro del Interior, priorizó la Casa Rosada a la cuestión federal.

El festejo une

En este siglo XXI parece que el festejo es el mejor imán para el consenso. Después del Bicentenario, las principales reuniones se llevan a cabo en Vicenzo. Hasta allí se desplazaron hace poco todos los magistrados. Una celebración que permitió la confraternidad de los integrantes de un poder que se desintegra porque no logra transmitir la solidez de los muros del palacio que los recibe a diario. Lo increíble del festejo es que terminó generando un asueto en el Poder Judicial. Pareciera ser una costumbre propia de la región del NOA. El 29 de agosto pasado, por ser el Día del Abogado, también hubo un asueto para poder celebrar, salvo en Salta, donde los protagonistas del derecho le cambiaron la fecha de nacimiento a Alberdi para celebrar un viernes y así tener un fin de semana largo para recuperarse del festejo, sin que les importen las urgencias de los ciudadanos que exigen una Justicia despierta y activa.

Este jueves, en el mismo lugar donde alzaron las copas los magistrados de la provincia, estuvieron los directivos y empleados del Instituto de la Vivienda. No fue la cena pantagruélica de otros años. Tampoco hubo los premios que en otros tiempos solían hacer llegar los agradecidos empresarios de la Construcción. No se entiende por qué además no dijeron presente empresarios que fueron otros 21 de septiembre a celebrar. Entonces se trataba de los mismos empresarios que frecuentaban exageradamente los pasillos del IPV y hasta de edificios de los alrededores. Tal vez las ausencias se explicaron en las palabras del interventor del IPV, Gustavo Durán: se trató de un año difícil. A diferencia de otras oportunidades, asistieron las máximas autoridades del Poder Legislativo. Asistió, nada más y nada menos, que el propio Jaldo, quien como siempre aclaró que está de licencia, y también lo acompañaron Julio Silman y Guillermo Gassenbauer, las otras dos autoridades de la Legislatura. Al vicegobernador le dieron el micrófono y pidió que se defienda al IPV. Curiosas palabras cuando al organismo no se lo ataca. Al contrario, justamente, algunos políticos y la Justicia han salido férreamente a defenderlo de las irregularidades y de supuestos actos de corrupción que incluyen el presunto enriquecimiento de funcionarios. La prensa, incluso se ha hecho eco de esas fallas, que felizmente se conocen aunque los mismos empresarios de la construcción estén dispuestos a taparlas con tal de conseguir una obra más o unos cuantos pesos de ventaja.

El día después ya llegó

La campaña electoral empieza a tomar vuelo. El Frente de Izquierda que lidera Ariel Osatinsky y la Fuerza Republicana de Ricardo Bussi disfrutan de este proceso electoral. Desde el 13 de agosto todo lo que viene suma. Tanto uno como otro tal vez no puedan soñar con una banca de diputado nacional, pero sí pueden pergeñar la estrategia electoral de cara a 2019. Sus proyectos y sus sueños pueden hacerse realidad a partir de la base que consiguieron en las PASO, que los colocó detrás de los oficialismos provincial y nacional que representan el PJ y Cambiemos, respectivamente.

La diferencia es que estas dos últimas fuerzas se van a mantener unidas hasta el 22 de octubre. Un minuto después comenzará una fortísima guerra interna. En el PJ, el trípode peronista no aguantará tanta tensión. Tanto el titiritero Alperovich como el canciller Manzur sienten que les corresponde pelear para que en 2019 vuelvan a tener la banda gubernamental cruzada sobre su pecho. Después de la campaña que lo tuvo como protagonista central, el general Jaldo no cederá ni un ápice.

En la vereda del frente es muy posible que cualquiera sea el resultado del domingo 22 de octubre, van a hacer gala del nombre. Se viene un cambio. Sin pausa se vienen tejiendo alianzas y proyectos que tienen más peso específico que la campaña electoral, de la que tanto hombres del PRO como del radicalismo consideran que el resultado está congelado. Tal vez por eso Frigerio sabe algo y prefiere decir que los nombres tucumanos no son importantes y sólo pone fichas al apellido Macri porque sabe que la idea fuerza para 2019 va a tener que ser el cambio.

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