Bruno Gelber, bajo la batuta de Ligia Amado

Bruno Gelber, bajo la batuta de Ligia Amado

El Concierto N° 1 de Chopin vuelve al piano Steinway en las mejores manos.

PIONERA EN EL PODIO. Amadio se destaca en la dirección en Sudamérica. LA GACETA / FOTO DE JORGE OLMOS SGROSSO. PIONERA EN EL PODIO. Amadio se destaca en la dirección en Sudamérica. LA GACETA / FOTO DE JORGE OLMOS SGROSSO.
22 Septiembre 2017

HOY

• A las 22, en el teatro San Martín (av. Sarmiento 601). Entradas 2 x 1 con Club LA GACETA.

1841 fue el año sinfónico del pianista Robert Schumann, cuando compuso su obra cumbre, la Sinfonía N° 4 en Re menor, que abrirá explosivamente el concierto de esta noche en el teatro San Martín. La interpretará la Orquesta Estable de la Provincia, con la batuta de Ligia Amadio, pianista de origen. Pero en la segunda parte llegará el intérprete que marca el punto más alto de cada Septiembre Musical, Bruno Gelber, con el fastuoso Concierto N° 1 para piano en Mi menor que Frédéric Chopin escribió en 1830.

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Invitada

Amadio, que dirige por primera vez en Tucumán, nació en San Pablo, Brasil, y es una de las más destacadas directoras sudamericanas del momento. En 1997 fue la primera mujer que ganó el prestigioso concurso de dirección orquestal de Tokio. Estudió piano desde los cinco años. Y después de recibirse de ingeniera mecánica de producción se dedicó de lleno a la música. Significaron seis años de estudios universitarios en Brasil; cursos en Rusia, República Checa, Hungría, Holanda e Italia; y varios concursos internacionales.

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- ¿Tokio te abrió puertas?

- No, la verdad que no. Los concursos no son tan importantes. La vida, la experiencia y las verdaderas oportunidades de trabajo son las que hacen una carrera. Los concursos son para poner en el currículum; son importantes en la medida en que te esfuerzas, estudias, gastas plata; por el esfuerzo que conllevan, por enfrentar orquestas internacionales, otros idiomas, colegas que dirigen muy bien. Son importantes por participar, no por ganarlos. Cualquiera que participa ya se torna un poquito mejor profesionalmente.

- ¿Cuál dirías que fue la orquesta más importante que condujiste?

- A mí no me gusta rankear porque trato de que cada orquesta que dirija sea la mejor. Intento transformarla en lo mejor que se pueda, porque un director transforma y construye una orquesta. Puedo dirigir en la favela o en el Concertgebouw de Amsterdam (fue una de las cuatro mujeres que dirigió allí). Pero para mí es igual dirigir en Mendoza, en Tucumán o en San Pablo.

- Este año estás al frente de la Filarmónica de Montevideo. ¿Cómo fuiste elegida?

- Ya me conocían porque los había dirigido varias veces. Durante un año hicieron asambleas para elegir director, hasta que quedamos tres. Yo propuse un programa de temporada con mis características de trabajo, que son: valorar la música nacional, en este caso la música uruguaya; hacer siempre programas que desarrollen la calidad artística de la orquesta; aproximar el público; formar nuevos públicos; atraer a los jóvenes; llevar la orquesta a la gente, o sea, salir del teatro; tornar el teatro accesible y no un misterio para el gran público. Pienso que el teatro es del pueblo, es de todos, y una persona no puede dejar de ir porque piense que no tiene ropa adecuada, porque todavía hay preconceptos elitistas. Trabajo en todo esto. Estoy hace poco en Montevideo, desde febrero, pero muchas consignas ya están prendiendo. Estoy muy feliz con la orquesta; es una ciudad sumamente cultural, como el país.

- También dirigiste en Argentina.

- Adoro Buenos Aires; dirigí mucho la Filarmónica. En un momento ellos me eligieron, pero en esa época el titular del Colón no quiso nombrar director estable para la orquesta, entonces no tuve la oportunidad, pero es una orquesta de mi corazón. En Mendoza estuve ocho años en las dos orquestas, la UNCuyo y la Filarmónica.

- ¿Cómo se arma el programa de esta noche?

- El maestro Gelber elige la obra que tocará. Este año eligió el N° 1 de Chopin: lo tocó en Montevideo con enorme suceso en mayo. En la primera parte pusimos la Cuarta Sinfonía de Schumann, que es entusiasta, dinámica y hermosa. ¿Cómo unimos Schumann con Chopin? En la mutua admiración entre ambos músicos. Están muy emparentados en el romanticismo, por eso es un programa que dialoga muy bien.

- ¿Dirigiste al maestro Gelber?

- ¡Muchas veces! Fue a Mendoza todos los años; tocó mucho repertorio propio conmigo, pero también en Montevideo. Con él hicimos, en el Colón y con la Filarmónica, los cinco conciertos de Beethoven. Una maravilla en dos noches. Impresionante.

“Un gigante”

Por si todavía hay dudas acerca de por qué hay que escuchar al maestro Gelber, la directora es palabra calificadísima: “yo quiero aprovechar a Bruno Gelber cada minuto de su vida porque es uno de los últimos gigantes del piano vivos en el mundo. Que Dios lo conserve por muchos años porque es una maravilla. Él toca cada nota con un sentido absolutamente particular. Tiene un touche que casi ningún pianista en el mundo tiene. Y no conozco ningún intérprete que haga un Beethoven como él. No existe. Es el beethoveniano más grande. Creo que todo músico es respetable, pero hay algunos especiales, y cada vez que tocan es un privilegio escucharlos. Gelber es uno de ellos”.


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