Seis visitas al taller de Alfredo Gogna

Seis visitas al taller de Alfredo Gogna

perfil de un artista que dejó su huella en Santiago

17 Septiembre 2017

ARTE

ALFREDO GOGNA

JULIO FERDMAN

(EDUNSE - Santiago del Estero) 

Alfredo Gogna. Seis visitas al taller del maestro, es un libro exquisito por su diseño, por la elección y calidad de la obras reproducidas, por el equilibrio entre fotos/obras y texto; en suma, por la esmerada y lograda edición de la Editorial de la Universidad Nacional de Santiago del Estero, cuya Directora Editorial es la Mg. Ester Nora Azubel. Es destacable que EDUNSE edite un libro cuyo objetivo sea visibilizar la obra de un artista argentino, Alfredo Gogna, que pasó gran parte de su vida en Santiago del Estero dejando allí, en discípulos y obras, su impronta creativa y generosa. Ojalá sea ésta una política editorial.

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El texto de Julio Ferdman, cuidado y ameno, conducen al lector con todo deleite por los secretos del taller del Maestro, mirando e imaginando un dialogo estimulante con los visitantes asiduos del taller, algunos sorprendentes e inesperados como Gombrowicz, con todas su rareza y excentricidades; con santiagueños de inteligencia legendaria como el Beto Orieta, gran amigo del artista e interlocutor destacado; con aquellos que el Maestro consideraba sus “maestros” como Rembrandt, Picasso, Van Gogh o Matisse.

Pero las visitas trascienden los límites del taller para “ver” el paisaje santiagueño caliente y por momentos inhóspito. Para esta otra visita Ferdman le entrega al lector ciertos hilos, que anuda aquí y allá con una expresión, me refiero al “que no”, difícil de comprender fuera de la pragmática del lenguaje santiagueño e, indiscutiblemente, un rasgo identitario que imaginariamente trae a la escucha del lector la tonada imposible de reproducir en la escritura; otros hilos son la luz capaz de cegar, la quietud amenazante del monte, el movimiento del río. Así, y casi sin quererlo, describe la paleta, la pasión, el compromiso, la profundidad del vínculo de Gogna con la pintura y, de vuelta a la casa de los Gogna -donde está el taller-, la calidez de la familia, la afición por la conversación, la reunión, el mate y ese otro vínculo, no menos fuerte, del artista con Santiago del Estero. Dibuja Ferdman un perfil del pintor con lo que vivió, con lo que escuchó, lo que le contaron, lo que imaginó creyó y quiso creer. Nos da un Gogna inteligente, austero, creativo, cálido, comprometido. Más que mera subjetividad me atrevo a afirmar que se hace cargo de la memoria intersubjetiva acerca de Gogna, porque así de entrañable lo recuerdan los que lo conocieron familia, alumnos, amigos, colegas.

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Dolor y calma

Para los que no conocen nada de la obra de este artista argentino Alfredo Gogna seguro que -por efecto del libro-, querrán conocer más pues descubrirán un artista moderno que no trata de interpretar el mundo pintando, sino que mira la pintura para entender el mundo. Los límites del mundo son los límites del lenguaje dice Wittgenstein; el lenguaje de Gogna es la pintura, su mundo su límite. Ahí está su compromiso, ahí está el grito y la ternura; ahí está el rechazo y la búsqueda sin fin. Ahí la historia con sus horrores y la enfermedad implacable se muestran. Por eso, “no hay ni panfleto ni ranchito, hay pintura.” La pintura es la resistencia, la rebelión, el dolor y la calma.

Siguiendo la línea de los modernos llega Gogna a la abstracción sin caer nunca en la mera gestualidad; hace abstracciones pero no como género o estilo sino en sentido literal: abstraer es poner aparte, arrancar, abstrahere e sino patriae, “arrancar del seno de la patria” como modo de pensar. Abstraer es separar algo de algo, dejar algo y tomar algo para armar ideas, conceptos. En todos los casos Gogna abstrae para decir más, para armar ideas. Luego, en un momento no preciso, deja que las ideas sean atravesadas por los sueños y entonces los pinta; el surrealismo llega como una ola, el pintor no le teme, bucea en ella con soltura y elegancia.

Alfredo Gogna. Seis visitas al taller del maestro es un libro para tener en las manos por su textura, para mirar por sus imágenes, para escuchar por la musicalidad de sus palabras y, especialmente, para descubrir lo próximo en la totalidad del mundo que nos envuelve.

© LA GACETA

GRISELDA BARALE

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