“La sociedad compra elementos robados; hay que hacerse cargo”

“La sociedad compra elementos robados; hay que hacerse cargo”

Para tres penalistas, el mercado negro es el motor de este delito.

“La sociedad compra elementos robados; hay que hacerse cargo”
13 Septiembre 2017

Los que caminan por Tribunales todos los días y conocen cientos de casos de este tipo están convencidos de que, para atacar el robo de motos, hay que desbaratar el mercado negro. Tres abogados penalistas explicaron que cada vez hay más casos y que los asaltantes están cada vez más violentos. Según su opinión, esto no terminará mientras haya una demanda de motopartes de forma ilegal y mientras no se aborde la problemática de una forma integral.

“Hay un mercado negro muy importante detrás de este delito. La población, que resulta víctima de estos robos, a la vez adquiere los repuestos. Por eso los ladrones roban rodados de primera marca, porque tienen repuestos que no son fáciles de encontrar en el mercado legal. Si tenemos una sociedad que no rechaza esa venta, lógicamente el delincuente tendrá compradores que busquen esos elementos y los seguirá robando”, planteó José del Río. Como ejemplo de esto, agregó: “ahora se está viendo a muchas personas que no tienen antecedentes, circulando con motos robadas, solamente con boletos de compraventa común, sin la transferencia. Las compran de buena fe pero son robadas. Este delito está creciendo y no sólo se lo ve en asaltos: tienen una facilidad tremenda para romper cadenas y forzar el tambor de encendido de una moto parada”.

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Inseguridad: los motociclistas buscan protegerse con alarmas y seguros

Andrés Villafañe, por su parte, ve con pesimismo el futuro. “Va a seguir creciendo este delito, porque está atado a la marginalidad. No se hace nada a nivel social para evitarlo. Esto no va a disminuir reprimiendo o aumentando la escala penal. La dureza de las penas no remedia nada. De hecho, hay una decisión de la Justicia de no otorgar libertades ante este tipo de delitos. Es una manera de sacarlos de circulación, pero no se los reinserta y cuando salen, vuelven a hacer lo mismo; vuelven con más marginación y resentimiento. La sociedad compra elementos robados y hay que hacerse cargo”, advirtió.

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En cuanto a las soluciones para evitar este problema, Villafañe estimó que debe darse un abordaje integral. En ese sentido, planteó dos situaciones que pueden un paso firme en esa lucha. “La verdad es que hay muchas facilidades para vender motos a cualquiera, sin tomar recaudos. No importa si los compradores tienen antecedentes o no. Y por otro lado, los controles de tránsito no están siendo rigurosos”. Por último, planteó que se está viendo más violencia, porque la sociedad está más violenta: “Los delincuentes disparan, la sociedad cuando los atrapa los muele a golpes con el peligro de quitarles la vida y en las redes sociales se nota que los policías llaman a ser más duros, más rígidos”.

Piden que se tomen medidas conjuntas para poder frenar la ola de robo de motos

José María Molina, en tanto, mencionó otra posibilidad para entender la violencia. “Muchas veces, por las adicciones a las drogas que tienen quienes efectúan este tipo de hechos, ellos no miden lo que hacen. A veces las víctimas no se resisten y a pesar de eso son heridas. Hay que hacer mayores controles hacia los sospechosos que vayan en una motocicleta, sobre todo cuando son dos individuos”, opinó.

Ocho personas murieron cuando les robaron la moto durante 2017

Según un relevamiento de los hechos publicados en LA GACETA, 25 de los 90 homicidios ocurridos en lo que va de año fueron en ocasión de robo. Entre ellos se cuentan víctimas del robo, asaltantes y terceros que intentaron evitar el delito. De esas víctimas, ocho murieron cuando les quisieron quitar la motocicleta: el agente David Aragón, el cabo Pedro Jiménez, Daniel Lucena, Nicolás Correa, Diego Costilla, Teodoro Maza, Gonzalo Bogarín y el cabo José María Concha. La particularidad es que los últimos cuatro casos ocurrieron en los últimos 25 días. Por otro lado, cinco de los ocho crímenes de motociclistas ocurrieron en el Gran San Miguel, mientras que los otros tres fueron en Los Porceles, El Timbó y Famaillá. Para tener una dimensión de esta cifra, basta recalcar que los homicidios en ocasión de robo de autos, comercios o animales de campo tienen un caso registrado cada uno.

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