El placer de recibir a un artista

Hablan de la aurora hasta cansarse, cansarse, cansarse

sin tener miedo a plagiarse, plagiarse, plagiarse.

Nada de eso importa ya mientras escriban, escriban, escriban

su manía su locura su neurosis obsesiva.

Andan por las calles los poetas poetas poetas

como si fueran cometas, cometas, cometas;

en un denso cielo de metal fundido, fundido, fundido,

impenetrable, desastroso, lamentable y aburrido.

En el amasijo de datos que regala Wikipedia queda consignado que Leo Maslíah es -entre muchas otras cosas- humorista. “Si algunas de las cosas que hice tienen algún efecto humorístico, no fue ese el motor de su creación”, le dijo a LA GACETA, corriéndose de un lugar que elige no ocupar. Eso no significa que están vedadas las risas en los shows que vino a brindar en Tucumán (anoche y hoy, ambos en el Rosita Ávila). Al contrario. Sobre el escenario, Maslíah es el guía de un viaje que recorre toda clase de paisajes.

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La cartelera musical de esta noche es sorprendente. A saber: la Camerata Bariloche en el San Martín; la Sinfónica de la UNT en el Alberdi; Ráfaga en el Mercedes Sosa; Jovenes Pordioseros en el Nesta; y en un absoluto sinsentido, típico de la incomunicación que suele hacer de Tucumán una jeringoza cultural, dos megafestivales folclóricos: el Limón en Tafí Viejo y la Empanada en Famaillá. De locos. Se dirá que cada propuesta tiene su público y es cierto. También que estamos en la temporada alta de giras y es ahora o nunca. De una u otra forma, la sobreoferta nunca es buena consejera... para el bolsillo.

Hablando de géneros, la grilla está clarita. Hay rock, música clásica, cumbia/tropical y folclore en esos nombres propios, con un agregado para la apertura del Festival Nacional del Limón: la actuación de Fuerza Bruta, un secreto que los organizadores no pudieron sustraer de las filtraciones. ¿Y a Maslíah dónde lo ponemos? ¿Quién se anima a encorsetarlo?

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Entre tanta figurita repetida que aterriza en esta verde y plácida tierra, la presencia de Maslíah marca un salto de calidad tan poderoso como lo vasto y rico de su obra. Implica también la cancelación de una deuda interna, similar a la que Tucumán mantiene con Jaime Roos, cuya única visita -en 2012- se produjo en condición de cineasta.

Maslíah habla en sus canciones, por ejemplo, de una chica rubia, delgada y larguita como una papa frita; o de cinco hermanos que querían ir a las estrellas. O sostiene: “yo vendo Obeliscos por torres hermosas; anuncio mariscos y sirvo babosas. Yo vendo basura por buenos pasteles; anuncio cultura y entrego papeles” (“El jodedor”). Cuenta sobre los poetas de Montevideo (“Biromes y servilletas”, a la que pertenece el fragmento del inicio) e ironiza sobre los rótulos que suele calzarse la gente (“Punk”).

Maslíah es un creador que, de tan prolífico y ecléctico, jamás deja de asombrar. Por eso su rango compositivo recorre desde el formato canción a lo operístico. Será porque de joven escuchaba con el mismo entusiasmo a Viglietti, Los Olimareños, Zitarrosa, Bach, Beethoven y Joseph Kosma. Y por eso el rango literario lo registra como novelista, poeta, cuentista y dramaturgo. Mucho para una sola vida. O no. “La inspiración, por desgracia, excede el tiempo que puedo tener”, afirma el uruguayo que festejó el cumpleaños 63 en julio pasado.

Maslíah puede hacer también mucho ruido. Sí, imposible obviar sus definiciones sobre el ex presidente “Pepe” Mujica: “ha tenido una especie de marketing internacional muy activo y muy exitoso, pero lamentablemente su presidencia en Uruguay significó varias cosas muy oscuras y muy pesadas. Es una figura, a mi entender, completamente nefasta”. Y lo estaba corriendo por izquierda...

A veces, los artistas “inclasificables” terminan evaporándose en una zona de promesas que no es ni chicha ni limonada. En cambio, que a Maslíah resulte imposible atarlo a un género es una noticia de las buenas, porque lo mucho que produce, lo hace muy bien. Es fácil clasificarlo entonces: es un artista y punto. De allí que entre tanta oferta de viernes, su show esté al tope de las recomendaciones.

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