“Mejor que prohibir es advertir a los chicos sobre las drogas”

“Mejor que prohibir es advertir a los chicos sobre las drogas”

Los Bucay, padre e hijo, se potencian en una presentación sobre las dificultades de los vínculos familiares. ¿Sirve educar con límites?

A DOS VOCES. Los psiquiatras y terapeutas Jorge y Demián Bucay analizan en una doble perspectiva las dificultades que atraviesa la familia actual. la gaceta / foto de antoino ferroni A DOS VOCES. Los psiquiatras y terapeutas Jorge y Demián Bucay analizan en una doble perspectiva las dificultades que atraviesa la familia actual. la gaceta / foto de antoino ferroni
22 Agosto 2017

ESTA NOCHE

• “Cosas de familia” se presenta a las 22 en el Teatro Mercedes Sosa (San Martín 479).

Jorge Bucay y su hijo Demián parecen contradecir el título de su propio libro, escrito a cuatro manos: “El difícil vínculo entre padres e hijos”. Si hubo roce alguna vez, está más que claro que lo han superado. Y se han convertido en una sola cabeza con una doble mirada, que ofrece perspectivas diferentes. Uno tiene 67 años, varias décadas de trabajo y es autor de 24 libros. Y el otro, de 40 años, es médico psiquiatra y terapeuta como su padre, pero con el training de las nuevas tecnologías que revolucionaron el mundo de las relaciones humanas.

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Es esa dupla, de Jorge y Demian Bucay, la que verán los tucumanos interactuar esta noche en el Teatro Mercedes Sosa. La presentación es el resultado de esa conversación entre padre e hijo para elaborar el libro que escribieron juntos. “La idea surgió de una vez que estábamos charlando con mi papá sobre educación y alguien nos escuchó y pensó que era interesante mostrar el intercambio de opiniones. En esta charla nos referimos a todos los vínculos familiares”, explica Demián.

- A lo largo de estos 35 años, ¿han cambiado tanto los problemas de la gente?

- Jorge: no creo. Borges decía que los dramas tratan temas conflictivos: la vergüenza, el abandono, la traición, el desamor, el desarraigo, el miedo a la muerte; pero finalmente son siempre los mismos. Lo que cambia es el decorado. Con la problemática de las personas pasa lo mismo, tenemos algunos matices, como los que genera la irrupción brutal de la tecnología.

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- Demián: cada generación tiende a pensar en lo nuevo como un peligro o al menos a ponerlo bajo cierta sospecha. Siempre fue así, lo mismo ocurrió cuando salió la televisión. Hay peligros nuevos, sí, pero no hay que demonizar. Internet da la posibilidad de encontrar contenidos buenos y nefastos.

- ¿Cómo ven el problema de los límites en la educación de los chicos?

- D: los límites, por sí mismos, no tienen valor. No se trata de poner más o menos límites. No es una cuestión cuantitativa. En todo caso hay que poner límites más precisos, apuntar a las razones para ponerlos. Decirle no porque no a un chico no es una razón. Los padres tenemos que identificar nuestras propias razones para decir sí o no a los hijos, el problema es que no siempre están claras. Tenés que volver a las dos de la mañana. ¿Y por qué? ¡La fiesta termina a las cuatro! Pareciera que hubiera un valor en frustrarlo al chico ex profeso. Para que no tenga todo. Como si volver a las cuatro de la mañana fuera tener todo. Eso es un capricho. Ahora, si digo volvés a las dos porque hasta esa hora hay taxis, ahí sí tiene lógica.

- ¿Es lo mismo cuando está en juego el consumismo (el niño que pide más y más juguetes)?

- J: creo que es un error el plantearse si acepto o no el comprame comprame del chico. Porque en general, si él pudiera elegir entre un chiche nuevo y tener una hora para jugar con su papá, elige lo segundo. El problema no está en que el chico es un consumista. El problema está en lo que tapamos con la PlayStation, la TV o los juguetes para que no nos jodan, ni molesten. Ahí está el problema, cuando empezamos a reemplazar el contacto por el consumo. Cuando reemplazamos con cosas materiales el tiempo que no les damos a nuestros hijos. Entonces tenemos el argumento perfecto: nos vamos a trabajar para que a ellos no les falte nada y resulta que termina faltándoles lo único que no podía faltarles, que es un papá y una mamá que le presten atención.

- La cuestión no es el límite...

- J: entonces el tema no es restringuirles el consumo, que no vean la tele, o que no tengan más juguetes. Si hubiera una razón se la daré, pero si no la hay, puedo darle algo para jugar con él y disfrutar juntos. Eso me parece que está muy bien. Ahora hay que tratar de que la felicidad de ese chico no dependa del juguete. Para eso tengo que enseñárselo.

- Cuando hablamos de los peligros de cada época, ¿la droga puede llegar a cualquier chico?

- D: pensar que nuestros hijos no van a tener contacto con la droga es una ingenuidad. No puedo restringirle el espacio a mi hijo para que no vaya a tener contacto con la droga. Por el contrario, hay que hablar del tema. Pero no decirle que la droga es mala, porque ya todos lo saben. De lo que hay que hablarle es de lo otro, del costo social que va a tener cuando digan que no acepta la droga, cuando los otros le digan que es un cobarde. De eso hay que prevenirlo.

- J: entre el 18% y el 20% de nuestros hijos van a probar algún tipo de droga, más blanda o menos blanda, en algún momento van a tener acceso a ella. Sí sabemos, además, que entre 5% y 10% de los que prueben van a seguir consumiendo, esto es preocupante. Pero lo único que podemos hacer al respecto -y aclaro que esto también va para la corrupción y la delincuencia- es dar una respuesta a través de la educación. No aumentar el control policial, ni las penas carcelarias. La única herramienta es la educación. Claro que va a tardar más tiempo que una redada policial, pero va a ser definitiva.

- ¿Que opina de bajar la edad de imputabilidad a los menores?

- J: no se trata de poner presos a los más jóvenes. El 80% de los presos de todas las cárceles del mundo son analfabetos. El que no quiere entender lo que esto quiere decir es porque no quiere verlo. Entonces pongamos el acento en esta línea, ocupémonos de educar a nuestros hijos, de que reciban una buena educación, de acompañarlos y de que tengan no sólo la información sino la formación necesaria para poder decidir por sí mismos.

- ¿Y sobre legalizar la droga?

- J: he trabajado cuatro años en proyectos en México sobre educación y salud en jóvenes adictos. Según mi experiencia, creo que la despenalización de la droga va a terminar con el negocio, pero no con la drogadependencia. Son dos problemas diferentes. El negocio de la droga trae otros problemas, que son la trata, la delincuencia, los crímenes, pero no termina con la droga. No es que los chicos consumen porque está prohibido.

- ¿Cómo ven la educación hoy?

- D: en general hay un movimiento interesante. Muchas escuelas se han dado cuenta de que no se trata de transmitir contenidos, porque hoy los chicos los tienen al alcance de su mano. Hoy las escuelas tienen que centrarse en dar herramientas y valores, medios para que los chicos sepan cómo elaborar y conjugar esa información.

- ¿Cómo influye la educación en los problemas de la gente?

- J: los países que más han progresado en los últimos 15 años son medidos con algo que las Naciones Unidas llaman Índice de Desarrollo Humano (en reemplazo del Índice de Desarrollo Económico), que contempla variables como grado de escolaridad, sensación de seguridad, posibilidades futuras, aumento de capacidad de pensar... Los países que más han crecido son los que mayor cantidad de presupuesto dedican a la educación. Entre un 8 y 10%. En Latinoamérica se le dedica entre un 2 y un 3%. A pesar de que el problema no es sólo económico es un indicativo de dónde ponemos nuestro dinero y nuestra preocupación. Si no ponemos más acento en la educación para que los maestros estén más preparados, las escuelas sean mejores y los chicos reciban el alimento que necesitan para poder aprender, entonces nos estamos condenando a un futuro incierto.

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