La gran oportunidad del Gymnasium

Como en cada crisis anida una oportunidad, es una formidable puerta la que se le abre al Gymnasium para instrumentar el cambio cultural que supondrá el ingreso de mujeres al colegio. El año que viene cumplirá 70 años y ¿qué mejor que celebrarlos en un marco de diversidad -no sólo de pensamiento, sino de géneros- tan propio de la época y del mundo que viene? Pero para eso no puede perder tiempo.

Los reflejos que suelen fallarle al Consejo Superior de la UNT funcionaron esta vez con admirable precisión. La consejera estudiantil de la Facultad de Derecho, Virginia Borigen, gembeteó el orden del día para presentar el tema y la votación fue express. No podía sorprender: todas las fuentes consultadas por LA GACETA en el seno de la universidad durante las últimas semanas habían coincidido en la opinión favorable al ingreso de chicas al Gymnasium. Pero reclamaron el off, a la espera de lo que se determinara puertas adentro del colegio.

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De ese proceso resultó visible el mal manejo de la situación por parte de las autoridades del Gymnasium. Por ejemplo, permitiendo la exposición de los chicos -frenada, cuando era tarde, por pedido de los propios padres-. En este caso vale una consideración. El modelo de participación por estamentos que rige la vida universitaria está replicado, a escala, en las escuelas experimentales. Es plausible esa apertura democrática en la toma de decisiones. Pero, ¿en todas las decisiones? ¿Está capacitado un alumno de 13 años para decidir la política educativa de una institución? Sin dudas es una cuestión para revisar.

La sensación es que el debate resultó extemporáneo. Discutir mujeres sí o mujeres o no a esta altura de la historia, y más tratándose de la educación pública, parecía propio de varias décadas atrás. Y además, a ese debate le faltó calidad. Terminó con la comunidad gymnasista abroquelada sobre sí misma, en una especie de nosotros contra el mundo, teniendo en cuenta que la abrumadora mayoría de las opiniones fuera de la escuela respalda la coeducación. Egresados defensores de “la tradición” y chicos inquietos por lo que podría pasar con el campamento funcionaron como una tenaza sobre la dirección. No fueron días cómodos en el colegio, sometido por segunda vez en el año a un estado casi asambleístico. Porque el Gymnasium, conviene recordarlo, todavía trata de recuperarse de una crisis mucho más grave: el asesinato de uno de sus estudiantes.

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El Monserrat es uno de los colegios emblemáticos de Córdoba. En su caso, la incorporación de mujeres fue producto de una pelea feroz que culminó en la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Todos los prejuicios que habían condicionado la posición de esa escuela -tan universitaria como el Gymnasium- se licuaron en un puñado de años. “El ingreso de mujeres al colegio lo humanizó aún más. Fue un desafío que valió la pena”, le dijo a LA GACETA el director del Monserrat, Aldo Guerra. Al principio, las chicas eran pocas. Hoy son 50 y 50 con los varones.

Fue positivo que la resolución del Consejo Superior no haya provocado un shock en la dirección del Gymnasium. Al contrario, no esperaron la comunicación oficial del Rectorado; apenas enterados informaron que desde el lunes podrán inscribirse mujeres para el cursillo de ingreso y posterior examen. Y esto sirve para ilustrar a los no iniciados: entrar al colegio no es sencillo. Se anotan cientos y el cupo es para 70. Eso exige una preparación especial de parte de los chicos, que suele implicar un gasto de varios miles de pesos en profesores particulares.

Uno de los sellos distintivos del Gymnasium es la educación de excelencia que proporciona. Con esa premisa nacieron las escuelas experimentales de la UNT, ofreciendo un salto de calidad en los saberes, pero también en la transmisión de valores y de ideales. Que el Gymnasium sea mixto es una noticia excelente hacia afuera, pero sobre todo hacia adentro. Será más rico, más diverso; como dice el profesor Guerra, más humano. Adecuarse a esta flamante realidad obliga a ponerse a trabajar, seguramente en lo edilicio, pero básicamente en lo cultural. A estar preparados, porque dentro de muy poco vienen cambios tan necesarios como apasionantes.

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